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Pamplona tiene rostro

En la ciudad hay, al menos, una docena de estatuas de mujer, pero la mayoría pasan desapercibidas. Porque lo cierto es que el lado femenino de Pamplona es casi invisible, y solo 1 de cada 10 calles está dedicada a ellas.

Pamplona tiene rostro

Pamplona tiene nombre de mujer, pero el lado femenino de la ciudad todavía es casi invisible. La presencia de nombres de féminas en el callejero de Pamplona sigue reducida a apenas 1 de cada 10 calles de la capital, y aunque hay un número importante de esculturas, efigies y otros símbolos femininos en la iconografía urbana, para la mayoría de los ciudadanos pasan desapercibidos, al no haber estudios o itinerarios actualizados sobre ellos y que pongan de relieve el papel importante de las mujeres a lo largo de la historia de Pamplona.

¿Se sabe que en la ciudad hay, al menos, una docena de figuras con rostro femenino, amén de otras que aparecen en peanas, frisos, pinturas, etc? Quizá no o se desconocen. Su número es escaso, entre el medio centenar de figuras de hombre, abstractas o de otro tipo, pero las hay, y resulta interesante darlas a conocer. Sólo hay que echar un vistazo a la Guía de Escultura Urbana de Pamplona, que realizó en su día el Ayuntamiento y puede consultarse en Internet, para comprobar el universo del arte urbano. Obras de Rafael Huerta, como la mujer dormida que descansa en el patio de los gigantes; Bruja, de Néstor Basterretxea, en la Ciudadela; las estatuas femeninas de la paz, la historia y la justicia que ilustran el pedestal del Monumento a los Fueros; La Mujer Ciprés, una obra abstracta de Alfredo Sada en la Vuelta del Castillo; la histórica Mariblanca en la Taconera, de 1788; las niñas de bronce de Marino Anaya en la plaza Ezkaba de la Chantrea; o el bello torso femenino en aluminio y acero, de Amadeo Gabino, situado desde 1973 en el acceso a Virgen del Camino. Pero también, la figura de Amaya (protagonista del libro Amaya o los vascos del siglo VIII) aparece a los pies del busto de su escritor Navarro Villoslada, delante del hotel Tres Reyes; y la pintura de la diosa Diana, junto a la iglesia de San Saturnino, donde se dice que en la Pamplona romana se levantó un pequeño altar.

Silvia Fernández, directora de IPES y coordinadora en 1998, junto a Paco Roda, del trabajo Ellas, las mujeres en la historia de Pamplona, formó parte en el año 2012 de las reuniones del Consejo de la Mujer en las que se realizó una propuesta para denominar calles, lugares y edificios públicos con nombres de mujeres. Sin embargo, aquel proceso, como recuerda Fernández, "quedó paralizado", y, según ha constado este periódico, en los últimos años, entre la veintena de nuevas calles que se han puesto en Pamplona, en desarrollos como Lezkairu, Erripagaina o Arrosadia, solo en contados casos han recibido nombres de mujer o referentes a la igualdad. Los últimos ejemplos son los siguientes: En 2012, una calle a Isabel Garbayo, monja de Villa Teresita, y la plaza de la Igualdad, ambas en Lezkairu; y en 2013, el Soto de las Lavanderas, en la Rochapea; el paseo de las Monjas Blancas, también en Lezkairu, así como el paseo del 25 de noviembre, día contra la Violencia de Género, en Ermitagaña, junto a las piscinas de San Juan. Sorprende que sean monjas las únicas que para el Ayuntamiento de Pamplona sean merecedoras de dar nombre a una calle, cuando la nómina de mujeres médicas, historiadoras, políticas o significadas por cualquier otra labor es extensísima. ¿Por qué permanecen invisibles?

VISUALIZAR A LA MUJER El Consejo de la Mujer ya proponía en 2012 un largo listado de nombres femeninos merecedores de este reconocimiento. Bien es cierto que en torno a los años 2005-2010, varias mujeres dieron nombre a nuevas rúas de Pamplona: en la zona de Ezkaba, la fotógrafa Inge Morath, la maestra Amparo Toro y la funambulista Remigia Echarren; en la Rochapea-San Jorge, la reina Toda Aznárez, la pianista Emiliana Zubeldia y la primera doctora, Juana María Orcoyen; y en la Milagrosa, la plaza Felisa Munárriz. A finales de los 90, había en el callejero de Pamplona 36 referencias femeninas. En 2007, según contabilizó este periódico, llegaban a 58, una nimiedad para un callejero de 600 vías y de las que 216 eran masculinas. Según el último mapa de la ciudad editado, el de 2012, se contabilizaban apenas 61 calles dedicadas a ellas.

El Consejo de la Mujer acordó el 12 de mayo de 2012, y tras una iniciativa aprobada en el pleno de 16 de marzo de ese año, "formar un grupo de trabajo(...) para elaborar una propuesta concreta para nombrar determinadas calles, lugares y edificios públicos con nombres de mujeres". Además, se sugería "la elaboración de una guía con fines divulgativos y pedagógicos, sobre los méritos y aportaciones de cada una de las mujeres elegidas". Ambas iniciativas respondían a los objetivos de "incorporar un criterio de igualdad en la designación de nuevas calles", fomentar la "visibilización de las mujeres en la ciudad, facilitando la posibilidad de realizar itinerarios", y "mantener actualizado el callejero", en coordinación con el Archivo Municipal, servicio encargado de proponer el nombre de nuevas calles. Además de nuevas vías o avenidas de la ciudad, se sugería poner nombres femeninos a los civivox, bibliotecas, colegios públicos y polideportivos municipales.

Sin embargo, estas ideas no se han materializado aún. El Pleno del Ayuntamiento ha aprobado, al menos en dos ocasiones, mociones presentadas por NaBai e Izquierda-Ezkerra, para que se dé voz a las mujeres en el callejero, pero no se han cumplido por parte de UPN. Y eso que ejemplos de mujeres significadas en la historia de Pamplona los hay a montones. Músicas, políticas, médicas, escritoras, pintoras y otras profesiones: la comadrona Antonia Aldave, Clara Campoamor (impulsora del voto femenino), Dolores Baleztena (política), Dueña Encave (prestamista), Emilia Elía (comadrona), Francisca Sarasate (escritora)... y así un largo etcétera.

Itinerarios por la ciudad Estos nombres se incluyen en el trabajo Ellas, que coordinó Silvia Fernández, de IPES. A finales del año 2012 Silvia Fernández recibió el encargo de realizar itinerarios por la ciudad donde se viera el lado femenino, en calles, esculturas, etc, pero, según recuerda, "se nos propuso otra serie de actuaciones, como reeditar el trabajo Ellas, que luego no se han hecho". Para Fernández, dar nombre de mujer a una calle, "es una manera de hacer que ellas pasen a la historia, de que se conozca quiénes han sido", y señala que, a pesar de que el Consejo de la Mujer trabajó en ello, "todo se ha quedado en intenciones, y no veo un gran cambio", dijo en lo referente a dar mayor presencia a las decenas de profesionales y mujeres insignes que bien merecerían dar nombre a una calle.