tafalla - Durante la noche y la madrugada de ayer, los miembros de la Hermandad de los Doce Apóstoles de Tafalla renovaron su particular promesa de acudir al santuario de Ujué, actualizando de este modo una costumbre que data al menos del año 1607. En esta ocasión fueron un total de 41 componentes, además del capellán José Manuel García de Eulate, los que participaron en esta peculiar romería, 15 de los hermanos son los que están en activo y el resto son jubilados que ya cumplieron con su promesa de acudir al santuario ujuetarra durante diez años consecutivos.
Los participantes en esta romería salieron de Tafalla a las doce de la noche del día 30, entunicados, con una cruz a modo de báculo en su mano derecha, en fila de a uno y en riguroso orden de antigüedad. El viaje hasta Ujué lo realizan en un respetuoso silencio, únicamente roto por el rezo del rosario y de algunas otras oraciones. Tras llegar al santuario ujuetarra celebraron una misa emotiva e íntima a las 4.00 horas a los pies de la talla de la Virgen románica. En esta ocasión la misa estuvo oficiada por el arzobispo Francisco Pérez, que el pasado domingo no pudo estar presente en la romería por encontrarse en Roma en la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II.
En el camino de regreso realizaron una parada en el refugio de la Carravieja, a apenas cuatro kilómetros de Tafalla, donde disfrutaron de un almuerzo y posteriormente entraron en la ciudad de forma procesional hasta la iglesia de Santa María cuando eran las doce del mediodía de ayer, donde les esperaban familiares y numerosos vecinos devotos de la Virgen. En el interior de la iglesia y alrededor del altar cantaron el Regina Coeli y un responso. Después, el capellán agradeció a todos los presentes "este recibimiento tan efusivo", invitando a todos a "ser profetas de esperanza y testigos de la resurrección de Jesús" para terminar con tres entusiastas "¡vivas!" a la Virgen de Ujué.
Finalmente, se entonó el Adiós reina del cielo y los miembros de Los Doce pasaron a besar uno por uno el crucifijo de la hermandad, al mismo tiempo que recibían un bollo de pan como símbolo de confraternización. - Carmelo Armendáriz