En 1955 el callejero pamplonés estaba literalmente cuajado de títulos que ensalzaban los hitos del golpe militar franquista y la posterior masacre de 1936-1939. Uno de ellos era el llamado Alcázar de Toledo, al que los ayuntamientos fascistas habían dedicado una plaza en el Segundo Ensanche, por acuerdo municipal de enero de 1939 y siendo alcalde Tomás Mata Lizaso. La foto muestra la plaza aún sin terminar. Falta totalmente el tramo superior de la calle Olite, y los únicos edificios construidos son los que actualmente corresponden a los números 38 y 38 bis de la calle Amaya. En la futura plaza se ha instalado el Circo Americano, y ante él vemos aparcado un inverosímil autobús de La Pamplonesa, matrícula Na-6766. Por encima puede aún verse la cúpula del monumento consagrado a otro carnicero franquista, el conde de Rodezno. Según fuentes cercanas al actual alcalde de Pamplona, el nombre de esta rémora fascista pasará pronto a la historia negra de la ciudad. Muy pronto... que ya es hora.

Hoy en día las instalaciones del Colegio Público Blanca de Navarra y las de la Escuela de Artes y Oficios situadas detrás impiden lógicamente ver los edificios de la calle Amaya, aunque, para los amantes de los detalles, diremos que pueden verse aún asomar, en el extremo derecho, las cumbreras de los dos tejadillos que veíamos en 1955. Queda pues acreditada la correspondencia exacta de ambas imágenes. La plaza del Alcázar de Toledo cambió su nombre tras las primeras elecciones municipales, adoptando entonces el nombre de Blanca de Evreux (1385-1441), reina de Navarra y madre del malogrado príncipe de Viana. Por cierto que, cuando el cambio de nombre fue propuesto en el consistorio de Pamplona, los munícipes de UPN se opusieron, defendiendo la continuidad de la denominación franquista. Veremos si cuando se plantee el cambio de los nombres franquistas que aún quedan en Pamplona los concejales regionalistas mantienen esa incomprensible postura. Esperemos que no.