GARRALDA - La música no entiende de límites y, como tal, debe ser accesible hasta el más recóndito de los rincones. Bajo esta premisa nació la Escuela de Música Orreaga, que comenzó hace casi 30 años formando en música a vecinos de Aezkoa y que poco a poco se fue extendiendo por los Valles de Erro, Arce, Esteribar y por Burguete y Luzaide, hasta llegar en los últimos años a Berrioplano y a Iza. De esta manera, desde el Pirineo hasta la Comarca de Pamplona una plantilla de 18 profesores imparte clases de música en varias localidades a 428 alumnos de todas las edades, respondiendo así a la demanda de una población que, en parte, tiene más dificultades para acceder a su aprendizaje. “Somos como una escuela itinerante y de carácter rural”, afirma José Ramón García, profesor y director de la Escuela.

No es casualidad que este gran proyecto naciera en el seno de una escuela rural, pues tanto en Aezkoa como en el Valle de Erro ha habido siempre una fuerte tradición musical gracias al legado que dejaron txistularis, acordeonistas o miembros de una fanfarre. Manteniendo esa idiosincrasia rural, los maestros no pueden evitar tratar a cada alumno como si fuera de la familia. Una gran familia que no sería igual sin la implicación de profesores como José Ramón, Begoña o Mikel, que llevan casi desde los inicios dejándose la piel en alimentar el deseo musical de sus alumnos y marcando huella en cada uno de ellos. “Es un orgullo juntarme con exalumnos que empezaron conmigo a los 6 años y que te transmiten su alegría y el buen recuerdo que tienen de la escuela”, reconoce García.

MOTIVACIÓN Aprender a tocar un instrumento requiere de tesón y mucho trabajo. “Aprenden que las cosas no se consiguen sin esfuerzo”, asevera García. De ahí la importancia de que los alumnos acudan a clase motivados. Muchos comienzan a tocar siguiendo los pasos de sus amigos, pero continúan porque acaban cogiéndole el gusto. “Aunque cumplamos un programa, les damos a elegir varias piezas y eso les mantiene motivados. Lo importante es educar pero también divertir”, asegura. Así, no es raro escuchar canciones modernas en sus conciertos como el Taxi o alguna de Juan Magan.

Precisamente durante estas dos semanas los alumnos han demostrado ante la mirada atenta de familiares y amigos sus dotes musicales en la Casa de Cultura de Auritz/Burguete y en la Casa de Cultura de Artica. Con estos conciertos a final de curso, los alumnos se sienten parte de una gran orquesta y les motiva enseñar lo que han aprendido. Es, para ellos, su examen de fin de curso. “Es lo más bonito que tenemos porque se conocen entre ellos y eso une mucho a los valles. Al final, todos los alumnos consideran que la escuela de música es suya”, explica el director.

DEL ROCK AL ARPA Durante estas tres décadas, la oferta de instrumentos ha ido variando según los gustos del alumnado, pero entre las 20 modalidades que ofrecen están desde los clásicos de piano, acordeón, txistu y canto hasta otros más minoritarios como el clarinete, la tuba y el bombardino. Ya en los últimos años, la tendencia ha cambiado y la batería y la guitarra eléctrica son, junto al piano, los instrumentos estrella. “En el Pirineo sigue calando el txistu y acordeón, pero conforme te acercas a Pamplona, triunfan más otras modalidades”, apostilla. Además de las clases individuales, los alumnos también tienen la opción de participar en alguna agrupación como la fanfarre, coro, batucada o combos, entre otros.

La última apuesta ha sido el rock. Desde el año pasado, ofrecen el programa Orreagarock, donde preparan a sus alumnos en los exámenes de Jam Session y Rock School, que son evaluados por profesores expertos venidos de Londres.

Como novedad para el próximo curso, van a contar con un instrumento que hace 10 años no se imparte en ninguna escuela de Navarra: el arpa. Para ello, contarán con Alicia Griffiths, nieta del conocido Manuel Turrillas y experta en esta especialidad. “A lo mejor sólo se apuntan dos, pero estoy convencido de que va a ir subiendo progresivamente”, afirma. Sea como fuere, parece que la continuidad de esta gran familia está asegurada y que los padres se sienten orgullosos de que sus hijos participen en este proyecto. Tras el parón del verano, en septiembre las aulas de la Escuela de Música Orreaga volverán a llenarse de alegría e ilusión.