BARAÑÁIN. Es una enorme villa nobiliaria cuyo origen se remonta a la Edad Media. Está a dos pasos del núcleo urbano de Barañáin, y en su día este municipio incluso llegó a pertenecer a Eulza, un señorío venido a menos. Sus 23.740 metros cuadrados de antiguo esplendor aún conservan innumerables vestigios de su grandeza. El lugar es espectacular.

Sin embargo este señorío, que entre otras cosas alberga en su interior un palacio o una pequeña capilla, lleva años sometido al abandono. Sus amplias zonas ajardinadas combinan hierbas altas, maleza y escombros con majestuosas secuoyas, cedros o magnolios. Una piscina cuajada de juncos y hojas secas refleja a la perfección el deterioro de toda la instalación, sin habitar desde hace una década. El aspecto exterior de los inmuebles todavía luce poderoso, pero el interior de capilla y el palacete están hechos unos zorros.

La parcela, ya sin inquilinos, contó con seguridad privada y todavía se aprecian varias pegatinas de la empresa S.E.N. (Seguridad empresarial Navarra). Ahora el único elemento disuasorio es un precinto de la Policía local en la puerta de hierro forjado de acceso a la finca. Entrar no puede ser más fácil; un caramelo para jóvenes curiosos y amigos de lo ajeno que además conserva (o conservaba) antiguas piezas de valor.

Por eso no es de extrañar que el Ayuntamiento de Barañáin haya registrado en los últimos años numerosas incidencias en el señorío. La última durante las pasadas fiestas, cuando alertados por los vecinos de la zona varios agentes locales se personaron en el lugar y encontraron en su interior a una treintena de jóvenes. Pintadas en las paredes, colillas, cristales rotos y destrozos por todas partes son muestras evidentes de las visitas no deseadas, más o menos frecuentes.

Ayer responsables municipales se personaron en la finca para comprobar in situ el estado de los inmuebles, de cara a requerir a sus propietarios medidas de seguridad y su cierre para que se eviten posibles accidentes. Porque andar por ahí dentro es peligroso, mucho más de noche, precisamente cuando abundan los merodeadores.

Según el catastro municipal este señorío pertenecía a la familia Izu hasta 2005, cuando vendieron la propiedad a Gestión y Obras Milenium, entidad que englobaba a Valeriano Mayayo y la promotora MRA. Actualmente la empresa (la que más terrenos tenía en el fracasado plan de desarrollo urbanístico de Eulza), figura como propietaria actual en el catastro, pero entró en un concurso de acreedores todavía sin resolver. De ahí el abandono del señorío.

instalación hotelera En el año 2006, poco antes de que el boom inmobiliario hiciera boom, la intención de MRA era recuperar el lugar como instalación hotelera turística, restaurante incluido, en un proyecto integrado en el entonces plan urbanístico (ahora paralizado y con pocos visos de ver la luz) que preveía la creación de 890 viviendas. El Señorío, de alto valor paisajístico, pretendía ser un lugar de ocio y esparcimiento (apto para bodas y demás celebraciones) destinado al disfrute público. Incluso se barajaba ampliar sus especies arbóreas para crear un jardín botánico.

Al final nada de nada, mientras Eulza envejece a marchas forzadas a la espera de un nuevo proyecto que le haga recuperar su esplendor.

El palacio. Tiene 700 metros cuadrados, con tres alturas no simétricas, y fue reconstruido en 1948, como reza una placa en su entrada. Combina estilos arquitectónicos superpuestos y mezcla en su interior elementos antiguos y modernos.

La capilla. La pequeña capilla del señorío, de 75 metros cuadrados, se encuentra actualmente totalmente destrozada.

Valor de compra. Cuando en 2006 la familia Izu vendió la propiedad a Gestión y Obras Milenium, el valor de compra se estimó en torno a los 3,61 millones de euros.

Orígenes. El propietario original del edificio fue el mismo que el del palacete de la Avenida Baja Navarra, un rico indiano que hizo fortuna en México.