Resulta que le pillaron vendiendo gayumbos en un bar. Sin papeles. Desde ese día siempre salía a la calle acompañado por una amenaza de expulsión. También resulta que para entonces llevaba 10 años con la venta ambulante por Pamplona y alrededores. Y porque la gente agradece cambiarse de mudas en mitad del poteo, o a lo mejor porque es buen chaval, Cheikhouna Dieng encajó e hizo cuadrilla en la Txantrea.

Después de mucho pelear, convocar ruedas de prensa, concentrarse a las puertas del Palacio de Justicia o manifestarse por las calles del barrio, ayer su cuadrilla se volvió a reunir en torno a una mesa para alrededor de 80 comensales. Tocaba celebrar. Cheikhouna tiene un contrato laboral que anula la orden de expulsión de un país al que llegó hace 13 años desde Senegal. “Tengo pasaporte de la Txantrea”, bromea sonriente. “Ya se ha conseguido. Es uno más, como tú y como yo”, cuenta Raúl, alias Buti, uno de sus amigos. “Cuando lleve 6 o 7 sueldos nos podrá invitar a Senegal”, dice Fermín Vierge. Cheikhouna le lanza una advertencia: “En mi pueblo no hay cerveza”. “Hoy se trata de agradecer a todas las personas que se han interesado y han aportado todo lo que han podido, a los diferentes colectivos y al barrio en general. Desde un primer momento fue brutal la respuesta, la defensa popular”, explica por su parte Manu González, también de su cuadrilla.

Sus amigos recuerdan las trabas para encontrarle un trabajo o el peor momento, “con la sentencia en firme. Estaba el rumor de que los montaban en un avión y se los llevaban”, añade Buti. La conversación cambia muy pronto de derroteros. Hablan de cuando cayó por primera vez en la Txantrea, un diciembre y muerto de frío, y le sacaron un café en la sociedad Kaskallueta. De cuando le invitaron a comer el Día del Socio “y era el más formal de la sociedad”, y la tarde en El Sadar viendo perder a su Barça frente a Osasuna. La visita de Olentzero, Cheikhouna con el testigo de la korrika, Cheikhouna en el Ayuntamiento de Pamplona, Cheikhouna lanzando el chupinazo del barrio, en Lezama con Iñaki Williams... siempre Cheikhouna.

“No llores, ¿eh?”, le dice antes de comer un compañero. “Es que esto es la hostia”, responde Cheikhouna, al que le cuesta hablar. “Es muy difícil con tanta gente... son muchos nervios”. Con los postres Vierge le obliga a coger el micro. “Quiero dar las gracias al barrio. Veo todo lo que me apoyáis, así que eskerrik asko... ¡y aúpa la Txantrea!”. También cita a La Flor de África, que “han venido pronto para preparar la comida. Muchas gracias... ¡y viva Africa!” El micro pasa de mano en mano y se suceden los piropos al barrio. “Ahora tienes que tirar para adelante para no decepcionarles”, comenta por ejemplo su compañero de piso.

“Se acabó el lío”, dice Cheikhouna aliviado antes de entrar a la sociedad, donde le han preparado un vídeo sorpresa. Y la crónica llega hasta aquí con la certeza de que la fiesta siguió después.