Hola personas , ¿qué tal todo?, me alegro, yo también. Esta semana he retomado las rutas urbanas por lo viejo y me he ido a gastar zapatilla por sus adoquines. Los pamplonautas parece como si tuviésemos, de cuando en cuando, la necesidad de pisar adoquín, como si nos hiciese falta sentir el abrazo de la ciudad milenaria para seguir manteniendo un contacto casi umbilical con ella. Pamplona en su parte vieja es muy madre para todos nosotros, es madre en todo, lo es para los cultos en cultura, para los beatos en cultos, para los chiquiteros en chiquitos, para los chiquitos en juegos, para los jugadores en casinos, para los noctámbulos en copas, para los paseantes en calles, para los callejeros en rincones, para los cotillas en secretos y para los historiadores en historias.
He sido madrugador en mi paseo y lo he disfrutado el lunes, noche fresquita.
La ruta que he seguido ha sido: Bergamín, San Ignacio, García Castañón, Sarasate, allí doce personas esperaban la Villavesa en la parada y las doce estaban con su Smartphone entre las manos viviendo solas en el mundo. Seguro que a alguno se le pasa su autobús y, si no espabilan, se les pasará también el tren de la vida sin haberse dado cuenta, he seguido por San Miguel, plaza de San Francisco y Ansoleaga, una vez en la calle dedicada a D. Florencio, lo primero que he hecho ha sido pararme a contemplar el único edificio gótico civil de Pamplona: la Cámara de comptos reales, la que controla los jurdós; lo segundo ha sido dudar entre seguir por Ansoleaga o tomar Campana, como sabéis es una Y, me he inclinado por la segunda, es entrañable, he recordado a un zapatero remendón que había hacia mitad de la acera de la derecha y que después de comer se echaba la siesta reclinado sobre el mostrador entre punzones, medias suelas, clavos y martillos, no fallaba. Calle de grandes almuerzos con guitarreo de la Cofradía de San Saturnino en el bar Javier. Calle corta pero con historia sobre todo en su tramo cercano a la calle Mayor donde tiene en un lateral la iglesia gótica de San Cernin y en el otro lado la maravillosa tienda de Ortega vivo ejemplo de “horror vacui”, no cabe un alfiler. He cruzado Mayor y he entrado en Jarauta. Una vez pasado el lateral del palacio del Condestable he llegado al Rincón de las Pellejerías y me he asomado al gran espacio que ha quedado tras el derribo del barracón de Muebles Apesteguía, han unido el huerto de Pellejerías con la plaza de Santa Ana, ha quedado algo que es un auténtico lujo en el centro de la parte vieja de una ciudad, ahora confiemos en que lo gestionen bien, que no hagan alguna bomberada, y que el resultado sea para todos. A buen entendedor?
En el Rincón de Pellejerías me ha llamado la atención la casa que queda a la derecha frente a la trasera de Condestable, es una casa que está en estado de abandono pero que se ve firme, bajo el revoque de la fachada se adivinan sillares, la parte alta va rematada por una galería de 4 arcos conopiales, nada frecuentes en nuestra ciudad y el muro que hace ángulo hacia la calle es de sillares pequeños. La pared de la casa que da a Jarauta tiene unos curiosos adornos en forma de mosaicos verticales, todo ello indica que fue una casa importante, su portal es el número 7 y se ve que alguien la cuida ya que han puesto unos impedimentos en los aleros del tejado para que las palomas no sigan deteriorando la fachada. Investigaré.
He seguido por la rua dedicada al benefactor y alcalde de Pamplona D. Joaquín Jarauta, he llegado a Descalzos y he tomado por ésta, al llegar a los ascensores que bajan a la Rotxa he salido a el Paseo de Ronda, sobre la muralla. Allí había un sintecho, en el puto suelo, todo cubierto de mantas y sacos de dormir, falta le harían, sin duda, ya que estaba totalmente desprotegido y orientado al norte, el pobre no debía de tener ningún conocimiento de orientación climatológica.
He seguido por el paseo dejando a mi izquierda la pared trasera del convento de los Carmelitas y de ahí he salido a la Plaza de la O. De esta plaza y de sus gracias y desgracias hablaremos otro día. Auténtica cenicienta del barrio.
He seguido por la calle Santo Andía, antes Sanduaundia, santo grande, y he llegado de nuevo a Descalzos. La calle debe el nombre a los Carmelitas descalzos que se instalaron en ella en 1638. El tramo que va del cruce de San Lorenzo con Jarauta y Santo Andía hacia la iglesia se llamó hasta el siglo XVII calle de Arrias Oranza, piedras amarillas, y el resto de la calle se llamaba Carnicerías Viejas.
La expansión del Carmelo, a finales del XVI, trajo a Pamplona primero a las madres carmelitas, en 1583, y cuatro años más tarde, en 1587, llegaron ellos. Estos se instalaron en un gran convento que construyeron en la Magdalena pero “por estar a tiro de mosquete”, se vieron obligados a demolerlo y trasladarse intramuros unos 50 años después. Buscaron y hallaron. Pasaron dos años , de 1638 a 1640 “?pasada la esquina de San Nicolás camino del Castillo”. De ahí fueron al barrio de Carnicerías viejas donde compraron unas casuchas y unas huertas en su actual ubicación, en la parte que hoy ocupa el Patio de Gigantes, les gustó el sitio y se pelearon para conseguir su objetivo, fueron muchos los litigios con el regimiento y con los vecinos y al final se hicieron con 71 casas por 10.000 ducados. Con la construcción del convento no solo desaparecieron las casas y las huertas sino que desapareció la calle Urradinda que iba paralela a Descalzos entre ésta y la muralla, el Carmelo la fagocitó.
Arquitectónicamente no tiene mucho que ver, el tranquilo interior me gusta más que la fachada que sigue la línea de austeridad carmelitana. Las trazas fueron realizadas por el carmelita Fray Alonso de San José, considerado uno de los mejores arquitectos del XVII.
Todos estos datos se los he mangado a Ricardo Fdez. Gracia y a Pedro L. Echeverría Goñi de su excelente trabajo publicado en Revista P. de Viana. Nº 164. Gracias.
He seguido por Carnicerías viejas para tomar la calle Eslava y en el camino me he cruzado con un par de cuadrillas de gitanos, pamploneses de pura cepa, cuyas familias llevan siglos habitando esas calles.
He vuelto a salir a Sarasate y a casita un día más con el deber cumplido y los recados hechos, pero... sigo sin saber que coño van a hacer con el jardín de la Diputación. ¿Nadie lo sabe?
Hasta la semana que viene, sedme un poco traviesos.
Besos pa’ tos.
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