altsasu - Con inquietudes sociales desde niño, siempre dispuesto a echar una mano, Alfredo Zelaia Goikoetxea (Bakaiku, 1965), no se lo pensó dos veces cuando vio en la sociedad de su pueblo un cartel en el que se realizaban un llamamiento para ser voluntario en DYA Sakana, acrónimo de Detente y Ayuda, asociación de ayuda en carretera que surgió en 1966 de la mano de cuatro socorristas vizcaínos y que quería expandirse en la comarca. Tenía 18 años. “Había hecho un curso de primeros auxilios en la Cruz Roja y me apunté”, recuerda este bakaikuarra. “Fui objetor de conciencia pero como éramos muchos, había problemas para la prestación social sustitutoria y nos amnistiaron”.

Así, han pasado 35 años desde entonces, siete lustros dedicando parte de su tiempo libre en prestar ayuda a los demás de una forma solidaria y altruista. Al principio trabajó como voluntario en Pamplona y un año después comenzó en Etxarri Aranatz, en la antigua cárcel, la primera sede que tuvo DYA Sakana. “La primera ambulancia que tuvimos fue un Simca 1.200 que nos regaló Arostegui”, recuerda. “Después estuvimos en otros dos locales en Etxarri, en la casa del conserje y de allí fuimos a las taquillas de la antigua discoteca de Iturri Eder, hasta que nos trasladamos a Altsasu, a la casa del conserje de las escuelas de Navarro Villoslada”. En la actualidad la sede esta asociación está en la calle La Paz, en la antigua sede de Servicios Sociales de Base.

En estos 35 años como voluntario de DYA, Alfredo Zelaia ha visto de todo. Han sido buenos y malos momentos, sobre todo teniendo en cuenta que su presencia a menudo es en situaciones límite. Entre los buenos no sabe con cuál quedarse. Y es que han sido muchas las satisfacciones. “Destacaría la donación de Sakana Sociedad Cooperativa de Lakuntza de la primera ambulancia medicalizable en 2007 y la segunda este mismo año, dos vehículos muy bien preparados. Es una empresa que está muy implicada en colaborar con la sociedad del valle”, señala Alfredo Zelaia. “Es una manera de reconocer nuestro trabajo y encima de una manera que revierte en las y los sakandarras”.

TRAGEDIAS A la hora de decidir cuál fue el peor momento que ha vivido como voluntario de DYA Sakana no tiene dudas, el accidente ferroviario de Uharte Arakil, el 31 de marzo de 1997. Murieron 18 personas y cerca de un centenar resultaron heridas. “Era el infierno, algo dantesco. Fuimos la segunda ambulancia que llegó, después de la de Hiru Bide. Pero entre tanta desgracia estamos muy orgullosos de no falleció ningún herido. Todos fueron trasladados a tiempo a Pamplona”, observa. “También estuvimos en el cámping de Biescas, cuando las inundaciones, fuimos los primeros voluntarios de Navarra”.

La tragedia fue aún mayor, con 87 personas fallecidas y 187 heridas. “Llegamos a la tarde noche y se puso iluminación en el camping. Se rescató con vida de entre los lodos a una persona”, recuerda. “Atendimos y trasladamos a varios heridos al hospital de Jaca y en los días posteriores se buscó cadáveres de los desaparecidos”.

Además de Sakana, desde Irurtzun hasta Ziordia, el ámbito de actuación de DYA Sakana se extiende a las sierras de Urbasa y Aralar así como el valle de Larraun. Asimismo, acuden a incidencias en Gipuzkoa y la Llanada Alavesa, a requerimiento de SOS Deiak. “Estamos localizados a través de la Agencia Navarra de Emergencias. Somos una red secundaria, después de bomberos y Baztán-Bidasoa, empresa que tiene la concesión administrativa del transporte sanitario en Sakana”, explica.

Además, desde hace 10 realizan un servicio con DYA Extremadura, en una carrera de caballos en Arroyo de la Luz, a dónde vamos con una ambulancia. También han estado en la Vuelta a España, campeonatos de ciclismos y muchas pruebas deportivas, romerías y fiestas populares. Y es que la presencia de los y las voluntarias de DYA, inconfundibles con sus uniformes amarillos, se ha vuelto imprescindible también en buena parte de la vida social de Sakana.

VOLUNTARIADO La de Altsasu es una de las seis bases de la DYA que hay en Navarra. En la actualidad la forman un equipo humano de en torno a 15-18 personas aunque han llegado a ser 40, número que Alfredo Zelaia considera el ideal. “Antes era más fácil ser voluntario de DYA. Era suficiente con realizar un curso de auxiliar de transporte en ambulancia (ATA), de unas 200 horas, pero en 2012 cambió la legislación y pidieron más requisitos”, observa. “Ahora se pide una formación de técnico de transporte sanitario de 500 horas, 160 de ellas prácticas, que ha dificultado la entrada de otras personas”. No obstante, desde estas líneas anima a otras personas a que se unan a esta asociación. “Se recibe mucho más de lo que se da”, asegura. Lo cierto es que a este bakaikuarra le gusta tanto ayudar que hecho de ello su oficio como trabajador de servicios sociosanitarios generales.