Chimenea que emana humo, casa que tiene vida
En invierno, el fuego es síntoma de la vida que hay en las casas de los pueblos
elizondo - Ya ha llegado el invierno. Y con ello, más o menos, el frío. Cuando el frío aprieta, son muchos los que se imaginan en casa con un fuego bajo, al calor de la leña, como antaño, con toda la familia alrededor del fuego, contando historias. Puede que esta estampa se haya quedado un poco anticuada, porque en vez de los mayores contando historias, tenemos la televisión, o cada uno se busca sus propias historias en el smartphone, tablet o portátil; puede que los hogares ya no alberguen esas familias tan numerosas; puede que pocas casas tengan fuego bajo o que el calor no les llegue de la madera. Pero la madera existe, y sigue calentando hogares. Pasear por los pueblos en invierno y ver chimeneas que emanan humo es señal de que en esa vivienda vive gente. Además se puede imaginar que es un lugar acogedor, porque la leña calienta el fuego que envuelve la cocina o el salón.
Por ejemplo, en Arizkun, en el barrio de Bozate, en la casa Iturriondoa, donde vive el matrimonio Maria Jesús Jaurena y Graciano Zubiri, de 83 y 92 años respectivamente, en la casa de su hija Karmentxu. Antes vivían en su casa, Domingonea. Dejaron el calor del fuego de su casa por el de su hija, pero siguen calentándose gracias a la madera. Desde las 8.00 horas de la mañana, hasta la noche, el fuego está encendido en su casa. Desde siempre han conocido la leña para calentar la casa y preparar las comidas en la cocina económica. El rico calor de la madera sigue envolviendo toda la casa.
En Elizondo, en la casa Zaldarraiga vive Teodoro Aranbel, de 88 años. Está como un roble, quizás porque el fuego de su casa se alimenta del roble. Árboles que crecen en sus tierras y que son parte de la familia, que protegen del frío el hogar, y la sangre de Teodoro, que como comenta, se le ha enfriado con los años. Antaño él mismo cortaba los robles, con hacha y con arpana, antes de que llegaran las moto sierras. Recuerda que cocinaban talos en el fuego bajo.
Los árboles viven y gozan de buena salud en el Baztan. Y gracias a ellos, el valle vive, se calienta, come. El bosque y sus árboles siempre han sido considerados parte de la familia. Vivimos con y gracias a ellos, aunque para ello tengamos que arrancarlos. Desde tiempos inmemoriales, el árbol y la sociedad han estado, y están, muy unidos. Se les escucha, los cuidamos y nos corresponden dándonos calor y vida. Antaño, como ejemplo del respeto y agradecimiento, antes de cortar los árboles para extraer la madera para los hogares, se les pedía perdón por cortarlos y se les abrazaba con sentimiento. - F.A.G.
BAZTAN, PARAÍSO TERRENAL
Comunal. Baztan es el municipio más extenso de Euskal Herria, con 376,81 kilómetros cuadrados de superficie, que lo pueblan 7.736 baztandarras. El 84% de la tierra de Baztan es comunal, con lo que los habitantes del valle tienen el derecho a utilizarlo. De todo el terreno que hay en el valle, 15.979 hectáreas son de arbolado, principalmente hayedos, más del 63% del total. Gracias a ello, cada vivienda del valle tiene derecho a recibir 12 metros cúbicos de leña para su hogar. El 99% de los lotes de leña son de hayas. - F.A.G.