Hola personas, ¿qué tal habéis rematado el maratón festivo?, los Magos de Oriente ¿han sido generosos con vosotros?, seguro que sí. ¿Os queda un duro en la cartera?, pues entonces no hay problema, en nada llegará San Fermín y otra vez a empezar.
Esta semana el paseo va a ser por la historia, la infrahistoria de los Reyes Magos entre nosotros. Historia de andar por casa.
La semana que ha pasado era y es, con mucho, la más mágica de la infancia, teníamos ese anhelo puesto en lo esperado y esa esperanza en lo inexplicable, en algo que por arte de Birlibirloque llenaba la casa de regalos. Rara vez coincidía lo recibido con lo solicitado, generalmente los Magos ajustaban presupuesto, pero sus portavoces te convencían de que aquel camión de bomberos de puto plástico era mucho mejor que un Tiburón Citroën Paya y que el fort apache de listones de madera era el doble de divertido que un Scalextric, ¿dónde va a parar? y que lo Reyes Magos también tenían que traer bragas, calzoncillos y camisetas; bueno, daba igual, el caso era madrugar y ver el cuarto de estar lleno de paquetes rodeando los zapatos, lo que contuvieran era lo de menos, los abríamos con avidez , se gritaba, se intentaba llamar la atención de los mayores para que viesen esta muñeca o aquel Cheminova, ellos se convertían en avezados actores que, interpretando su papel a la perfección, puro método Stanislavski, se sorprendían con grandes alharacas. Luego pasábamos a casa de los primos que vivían en el rellano a ver y a comparar, creo recordar que con ellos eran más generosos, y luego a casa de los abuelos a ver si los Tres Coronados habían dejado caer algo por allá. Y el resto del día a jugar como locos con todo lo nuestro y con todo lo ajeno. El único fallo que tenía el 6 de enero era que al día 7 nos esperaba la bata listonada sobre la silla y eso significaba que había cole; por tanto, había que exprimir al máximo los minutos y los presentes, algunos de ellos no llegaban con vida al día siguiente.
La emoción empezaba la tarde anterior con la cabalgata. No había nada previo, no sé sabía como llegaban SS MM a Pamplona, salían de la Meca y nadie se preguntaba cómo habían llegado hasta allí, años más tarde se hicieron llegadas en varios medios aéreos y terrestres, con diferentes resultados, incluido un aterrizaje cancelado por la niebla, la llegada al puente de la Magdalena es cosa de anteayer como quien dice, pero está francamente bien, tiene toda la pinta de que ha cuajado y cuando aquí algo se hace tradición no hay cristiano que lo mueva.
La cabalgata data de 1927 fue una idea del omnipresente dinamizador de la ciudad D. Ignacio Baleztena, Premín de Iruña, él ya tenía experiencia en hacer felices a los hijos de los socios del Círculo carlista con la organización en navidad de festejos, curriños y reparto de juguetes; con ese bagaje se puso en contacto con D. Javier de Arvizu, presidente de la Asociación de la prensa de Pamplona y pusieron en marcha la Cabalgata de Reyes qué, con diferentes organizadores, Frente de Juventudes, Caja Municipal, Ayuntamiento, etc. ha llegado hasta nuestros días.
El 5 de Enero de 1973 los Reyes Magos ajustaron su agenda al llegar a Pamplona e hicieron un hueco en ella para ir a hacer una corta y entrañable visita a la tumba del paje Baleztena, fallecido meses antes, y agradecerle todos los servicios prestados.
Las cabalgatas de mi infancia eran menos lujosas que las de ahora, lo que más me divertía era una tribu de salvajes en taparrabos, con un gorila en una jaula, que iban al final del cortejo dando brincos y sustos a niños y no tan niños. Aquellas cabalgatas tenían el nombre bien puesto ya que los egregios personajes iban a caballo y cabalgaban adelante y atrás repartiendo besos y sonrisas. Hoy en día el Desfile de la Ilusión lo organiza la Asociación Cabalgata Reyes Magos de Pamplona y SS MM van en unas espléndidas carrozas de donde bajan a tierra cada dos por tres a tomar en sus brazos a los más pequeños que, entre llantos, se intentan zafar de tan extraño personaje. Los decibelios al paso de cada carroza rompen todo tipo de audímetro, nunca en la vida se vuelve a gritar con la ilusión con la que gritábamos y gritan Melchoooooor, Gaspaaaaaar, Baltasaaaaaar.
Pero no solo era el baño de multitudes lo que los del oro, el incienso y la mirra (Melchor no se enteró que los regalos no podían pasar de 20 sextercios ) buscaban en Pamplona, también buscaban y buscan hacer felices a los más desfavorecidos y el día 5 y parte del 6 eran muchísimas las visitas que tenían programadas. Empezaban en su casa de acogida repartiendo regalos a los niños del orfanato de la Misericordia y a los ancianos allí asilados, bajaban al orfanato de la maternidad y al hospital, llegaban hasta las Hermanitas de los Pobres en la Avda. de Guipúzcoa, donde llevaban la felicidad a personas que agradecían esos puntos de luz y de vida como si fuesen infantes de 4 años. Supongo que también llegarían al orfanato de La Providencia donde vivían los que llamábamos “periquitos”.
La noche del día 5, por ese don de la ubicuidad que Ellos tienen, las casas se llenaban de Magos, pajes y cortesanos que llevaban, regalos, besos, sonrisas, algún susto y un fotógrafo (a veces era mi amigo Balta) que inmortalizaba la noche. Las familias que recibían tan ilustre visita, lógicamente, los agasajaban con algún espirituoso que calentase sus regias carnes en tan fría noche y, claro, casa tras casa, familia tras familia, foto tras foto, copa tras copa, de todo podía pasar y se dio el caso de ver salir a algún miembro del cortejo, con la barba por peluca y entonando cánticos más propios de Arguedas que de Isphahan.
En Pamplona se les quiere tanto los Tres Reyes que hasta les hemos dedicado un Gran Hotel, ah, ¿que no es a ellos?, pues seguro que tenían más méritos.
Clara e Ibrahim me fallaron y no siguieron mi juego, me equivoqué, hubiese apostado por ellos. Yo seguiré intentándolo.
Quien sí me dio una alegría fue A. Erice, encantadora lectora que me buscó y me encontró para decirme que ella y sus amigas me leían cada domingo y mi Rincón lo comentaban entre paseos y risas. Gracias.
Hasta la semana que viene.
Besos pa’ tos.
Facebook: Patricio Martínez de Udobro
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