Con solo 11 años ya jugaba a ser presentador frente al espejo. Ahora, con 25 años, Iban García no solo ha cumplido este sueño infantil, sino que presenta un programa de Mediaset, arrasa en TikTok con sus entrevistas callejeras y sube vlogs sobre su vida a su canal de YouTube en el que comenzó todo. El creador de contenido de Azkoitia nos habla desde sus inicios, la presión de hacer reír y el valor de la intimidad hasta su amor por el euskera y ese logro personal que fue correr su primera media maratón en Donostia.
Comenzó en el mundo de las redes sociales a una edad muy temprana. ¿Se imaginaba en sus primeros vídeos que acabaría trabajando en Mediaset algún día?
-Antes de empezar a subir vídeos a YouTube jugaba en casa a ser presentador. Me ponía delante del espejo con un cable en la camiseta y me sentía como si estuviera presentando un programa. Con muchísima humildad y muchísima inocencia, no sabía lo que iba a pasar. Obviamente, no me imaginaba para absolutamente nada que estas cosas iban a pasar. Sí que es verdad que con el tiempo hacía más trabajos con el objetivo de llegar a hacer algo del estilo, pero nunca con mucha ambición, porque hay que estar acostumbrado también a los errores, a los fracasos, a los noes y nunca sabes en qué momento de tu vida va a llegar un sí o un acierto. Todo lo que he ido haciendo, lo he hecho con mucha naturalidad, pero, nunca, en ninguno de mis mejores momentos me imaginaba que con 25 años llegaría a presentar un programa como este.
"Nunca sabes en qué momento de tu vida va a llegar un sí o un acierto”
Su madre, Maite, participa en varios de los vídeos de su canal de YouTube e incluso en el pódcast De tal palo. ¿Es su relación con ella igual en la vida real y a través de la pantalla?
-Al 100%. Cuando empecé a hacer vídeos, a mi madre no le gustaba nada aparecer. Cogía un micrófono, la entrevistaba de broma y ella siempre me decía: “No me grabes, no me grabes”. Con el tiempo, ha ido cogiéndole el gustillo a la cámara y a todo, y hoy en día es ella la que quiere hacer vídeos. Para mí es un apoyo impresionante que mi propia madre haga vídeos y trabaje conmigo, y el que ambos vayamos a veces de la mano para mí es todo una maravilla y me da muchísima confianza. Todo esto después de que mi madre ni siquiera supiera antes lo que eran YouTube o las redes sociales, nunca ha tenido ordenador, hoy en día tampoco lo tiene, no sabe encenderlo. Tiene su móvil y sabe utilizar WhastApp, buscar cosas en Google y abrir YouTube. Todo lo demás no lo sabe y yo creo que esa inocencia es también lo que le gusta a la gente. Transmitimos un poco esa naturalidad.
Hablando de naturalidad, sus entrevistas espontáneas a personas en la calle han sido muy virales en TikTok. ¿Alguna vez ha tenido alguna respuesta o situación inesperada que le haya dejado sin palabras?
-La gente me ve en redes sociales como alguien de tanta confianza que se piensa muchas veces que son mis amigos en la calle. Se encuentran conmigo y me empiezan a hablar como si me conocieran de toda la vida. Me dan abrazos, me dan besos. Muchas veces no se dan cuenta de que yo a ellos no les he visto en la vida. A mí me encanta hablar con la gente, interactuar con el público. Pero hay una barrera que tú tienes que poner de separación. Mi objetivo siempre ha sido transmitir esa confianza para que la gente se identifique con todo lo que vivo y hago, y entretener sobre todo. Me gusta tener mi momento de intimidad también, entre comillas.
Muchas veces, los influencers se ven presionados a ser graciosos todo el tiempo en redes sociales. Con un contenido tan caracterizado por el humor, ¿siente esa presión en los días en los que no le apetece hacer reír a la gente?
-Claro, son un poco los gajes del oficio. Hay días, obviamente, que estoy con la batería social bajísima y no me apetece estar con los ánimos que tanto me caracterizan. Cuando estoy en mi sofá tirado con ganas de no seguir viviendo, ese momento no lo grabo ni lo subo. La gente no sabe que esos momentos también existen. Creo que el truco está en saber gestionar muy bien tu socialización, tus fuerzas y tu energía social. Vivo solo, para mí llegar a casa y no tener que hablar con nadie es todo un placer después de estar todo el día hablando, grabando, trabajando y siendo amable y gracioso con toda la gente. Obviamente es mi personalidad, podría estar todo el día hablando con la gente, pero también necesito mis momentos de cargar energía. La gente se piensa que soy igual de enérgico todo el día, pero también tengo momentos muy tranquilos de estar en casa viendo una serie tranquilamente.
Además, en sus redes no solo muestra publicaciones cómicas, también tiene algunas emotivas como en la que declaraba que había conseguido correr su primera media maratón en Donostia. ¿Qué significa este hito para usted?
"Correr la media maratón de Donostia fue uno de los días más importantes de mi vida”
-Para mí fue uno de los días más emocionantes de mi vida. El deporte en los últimos años ha cogido una importancia muy grande en mi vida. Esta profesión también es muy agotadora, es mi salida de escape en Madrid, salir a correr, hacer deporte... Sentirse desahogado, desconectado contigo mismo, feliz y superándote día a día, para mí es el placer más grande que he tenido. Hacer deporte tiene que ser de una forma sana, sin que se convierta en algo obsesivo. Todo esto del deporte que ahora está tan de moda..., todo el mundo corre y va al gimnasio, no tiene que llevarse a cabo de una forma negativa, sino que se torne parte de tu día a día, pero que sea una opción. En Instagram un día me dijeron: “Oye, Iban, ¿por qué no haces la media maratón de Donosti?”. Y dije: ¿Por qué no iba a hacer mi primera carrera en casa? Se lo comenté a mi padre que hace muchas y es deportista, hice un punto de visión y me apunté. Para mí, estar corriendo en casa y que la gente me esté animando... Yo me quedé alucinando, iba con la música puesta, pero se escuchaban todo el rato voces animándome desde todas las esquinas. Encima en Donostia, además... Fue muy emocionante, estoy muy contento con lo que conseguí y con el esfuerzo que me ha costado, que ha sido mucho, también.
También ha colaborado en programas de televisión como En todas las salsas, La que se va a liar y Supervivientes. ¿Qué opina de haber pasado de comentar el tipo de programas que más le gustaban a presentarlos ahora como le ocurre con Los vecinos de la casa de al lado?
-El primer trabajo que hice en la tele fue con 17 años en un reality que se llamaba Gu ta Gutarrak, comentaba como colaborador lo que hacían los participantes del reality. Allí empecé, sin saber lo que iba a pasar en un futuro. A partir de ahí, he ido colaborando en estos programas. Para mí cambia mucho que tu trabajo pase de dar una opinión a hacer que los demás den esa opinión, como me pasa ahora que soy presentador. Además, sin que tú des la tuya, yo no puedo posicionarme. Es lo que hace diferente a la posición. Es un reto que no se note, es una responsabilidad, porque es una especie de ceremonia. Un formato muy grande en el que hay mucha gente participando y trabajando. Me gusta mucho el concepto de estar ahí y ser el que maneja el cotarro y el que lleva los mandos de algo tan grande como es un reality con conexiones, un público, y cosas que pasan constantemente en directo de una forma espontánea y natural.
No solo hace vídeos en castellano, también hace varios hablando en euskera. ¿Cómo se siente más cómodo?
-Mi lengua materna es el euskera. Yo siempre he hablado en euskera, toda mi vida, hasta que me vine a Madrid. Es más, yo aprendí a hablar castellano de forma fluida gracias a las redes y a YouTube. Soy de Azkoitia y allí todo el mundo habla en euskera. Sí que he hecho vídeos en euskera, pero sí que es verdad que si yo quería trabajar de esto y dedicarme a ello, por desgracia en euskera no había hueco. Me hubiera gustado seguir haciendo vídeos en euskera, pero no veía rentabilidad en ello. He optado por hablar en castellano en los vídeos, sobre todo, porque la industria es así. Aunque, sigo haciendo cosas en euskera, porque para mí es un placer trabajar hablando en euskera, es mi lengua materna, pero me siento muy cómodo también hablando en castellano.