El recorrido de hoy discurre por un lugar privado y albacea de una muy particular muestra de la pintura sobre tabla y artesonado. Con el añadido de mostrar un trabajo único en época reciente (1985-1986) de los modos mudéjares del Aragón del siglo XIII. Se trata del oratorio del Colegio Mayor Goroabe, sito en el campus de Universidad de Navarra, a derecha del puente que salva el río Sadar a pocos metros de entregarse al Elorz y en ruta que une Pamplona con Zizur Menor, en pleno Camino de Santiago. Un lugar maravilloso y con mucho peso. Su nombre euskérico, Goroabe, responde a su ubicación debajo del alto, en referencia a la colina próxima de Donapea. Un colegio mayor con ya 56 años de vida (1963) y cuya primera y corta estancia se inició en la actual plaza de la Libertad, antes de Conde de Rodezno.

En 1985, la directora de Goroabe, tuvo a bien encargar la decoración de su capilla a Arco, prestigioso estudio y taller de arquitectura religiosa y restauración del patrimonio artístico sito en la calle Pedro I de Pamplona. Joaquín González-Miranda y Sáenz de Tejada (Madrid, 1949; Arquitecto, Unav, 1975) fue y sigue siendo su director. Entre los dos centenares de importantes intervenciones de Arco, y además de la singular de Goroabe que ocupa este recorrido, destacan la reforma del Presbiterio de la catedral de Pamplona y el proyecto completo de la catedral de San Salvador (El Salvador).

Joaquín González Miranda, Juaco, fue el arquitecto y dibujante inspirador de la obra. Y la esmerada ejecución tuvo el protagonismo de Agustín Imízcoz Beunza, decorador formado en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona. Además, ambos contaron con colaboración de un grupo de estudiantes de la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad de Navarra, entre los que se encontraba Óscar Pérez.

González Miranda interpretó y dibujó los bocetos tras bucear en el trabajo de los profesores Emilio Rabanaque, Ángel Novella, Joaquín Yarza y Santiago Sebastián sobre la excepcional techumbre de la Catedral de Santa María de Mediavilla de Teruel, una obra declarada Patrimonio Mundial en 1986. Se le considera como la Capilla Sixtina del arte mudéjar. Los motivos de animales, florales y personajes, las leyendas y los ritmos geométricos González Miranda los adaptó al espacio religioso que se trataba: un oratorio de culto católico.

CIENTO CINCUENTA TABLAS PINTADAS Agustín Imízcoz calcula que utilizó al menos 150 tableros de dm para pintar los motivos propuestos por González-Miranda. Las tablas se pintaron una a una en el propio taller de Arco entre diciembre de 1985 y los dos primeros meses de 1986. Finalmente, fueron colocadas mediante un sistema de perfiles y tornillería para cubrir unos 400 m2 de la techumbre y otras partes del oratorio del CM Goroabe por un equipo de carpinteros. Imízcoz remató la obra subiéndose al andamio ante los numerosos retoques de pintura que necesitó la estructura. En la primavera de 1986 se pudo utilizar esta capilla con la obra entregada al completo.

La pintura utilizada fue selladora al agua y plástica satinada de fondo. Todo completado con un tratamiento especial con una patina de cera y betún de judea.

Resalta la representación del Universo con la curiosa alternancia de paneles con cielo azul y estrellas en oro viejo y viceversa. Y juega con el ritmo con diferentes símbolos, como estrellas de ocho puntas, flores, motivos geométricos? Aparecen animales como grandes dragones y peces. Y también humanos como caballeros cruzados a caballo. Dos largas bandas con macetas con frutales enmarcan el altar dedicado a la Ascensión de la Virgen María. La cuidadosa y detallada composición está titulada en todos sus frentes por leyendas en latín de tipografía muy particular con reminiscencias mezcladas (griega, romana y gótica). Dos de ellas rezan: MATER DEI ET MATER NOSTRA (Madre de Dios y Madre nuestra); Y MATER ECCLEDIAE ORA PRO NOBIS (Madre de la Iglesia, rece por nosotros)

El resultado, espectacular. ¡Esos pintores de brocha gorda, que atesoran una calidad y un alma artística...!