estella -La procesión del Viernes Santo en Estella-Lizarra se le nota el músculo. No solo el de los más de los 200 porteadores que llevaron sus nueve pasos, si no también el que pusieron las más de 300 personas que les acompañaron en la representación. La procesión que no contó este año con novedades, salvo el acortamiento del recorrido al no ascender hasta la plaza de Santiago, atrajo a numeroso público. El desfile arrancó con puntualidad sobre las 20.30, con la salida de los pasos del templo de San Juan Evangelista hacia la plaza de los Fueros, donde la luz del crepúsculo alumbraba todavía las figuras que arrancaron el desfile. Ya en las calles, los nueve pasos: el Antiguo Testamento, la Oración del Huerto, el Cristo Atado a la columna, el Ecce Homo, la Verónica, el Descendimiento, la Cruz a cuestas, el Santo Entierro y, cerrando la comitiva como es costumbre, la Dolorosa.

Pero además de los morrotes -que es como se conoce en Estella a los tocados de capirulo-, el musculo de la procesión del Viernes Santo en Estella lo pusieron también el resto de participantes. Uno de los momentos más estremecedores lo protagonizan los penitentes, algunos de ellos descalzos o arrastrando cadenas que rechinaron contra los adoquines. Así recorrieron la plaza y también de las calles La Estrella y Mayor, por donde la procesión torció hacia la Baja Navarra conforme la noche se fue cerrando. En la comitiva los grupos de hebreos, soldados romanos a pie y el penar de los malditos. El ocaso también fue el marco en el que desfilaron numerosos niños que portaban objetos vinculados a la pasión de Cristo del año 33 a la que la tradición remonta su martirio.

Pero si algo ofrece músculo a este solemne desfile en la Vieja Lizarra es la música, no solo el despliegue instrumental de la Banda de la ciudad del Ega -a los que les da la vida para estar en todas las salsas-, que arrancó con la marcha Jerusalén y cerró la comitiva con la danza de los pasos en un acto ya tradicional al final de la procesión. Los tambores también hicieron retumbar los cristales y los corazones, el sonido penetrante de los dos únicas trompetas que se elevaron con fuerza hacia el cielo de Estella. No faltaron los estandartes de los cuatro elementos de los que, como cada año, el del Aire, que caracteriza a los de Estella, se llevó la mayor parte de los comentarios del público. La procesión acabó con la concentración de los pasos y morrotes en la plaza y con las palabras de cierre del párroco Óscar Azcona una vez que la Dolorosa llegó de nuevo a la plaza de los Fueros a las 22.20 horas y con la noche ya cerrada. Un momento en el que todos los elementos se aglutinaron rodeados de las expectación del público y sin que la lluvia hubiera hecho acto de presencia. Un momento en el que también se notó la fuerza y el músculo con el que, cada año, cuenta en Viernes Santo la cofradía de la Vera Cruz que a sus 452 años tiene a tiro alcanzar el medio milenio.

Su prior, Roberto Hita, estaba ocupado en la operación de recogida: más músculo para al regreso de los pasos hacia el templo del Santo Sepulcro. Se excusó por su prisas y resumió el acto con “todo bien: no ha habido novedades. Estoy muy contento de la participación. Ha sido un éxito”, finalizó mientras se perdía entre el laberinto de los nueve pasos.