pamplona - El 3 de abril de 1979 se celebraron en España las primeras elecciones municipales tras el fin de la dictadura. “Casi 8.000 alcaldes y 104 alcaldesas dieron paso a una nueva etapa de democracia, libertad, progreso y participación en pueblos y ciudades”, destacaba recientemente el presidente de la FEMP, Abel Caballero (alcalde de Vigo), que dirigió a todos los gobiernos locales una declaración institucional, Lo mejor está por llegar, donde se plantea ahora, 40 años después, los nuevos retos que afrontan los municipios, y marca como principal el de la sostenibilidad: los municipios ante la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

También el presidente de la Federación Navarra de Municipios y Concejos, Pablo Azcona, admite que la llegada de la democracia a los ayuntamientos y la aprobación, poco después, de la Ley de Bases de Régimen Local fueron “clave” para la transformación de la sociedad. La primera, porque las casas consistoriales se abrieron a todo el vecindario y a los colectivos, que llegaban “cargados de ideas y propuestas para hacer mejores los pueblos y ciudades, para mejorar unos servicios y para crear otros; en definitiva para crear comunidades cohesionadas, solidarias y con recursos para el desarrollo personal y colectivo”. Y la ley porque estableció un marco competencial y organizativo que permitió a esas comunidades “gestionar sus intereses con autonomía, contar con recursos y fortalecer la vida democrática”. Ayuntamientos, reitera, más necesarios que nunca porque a los viejos retos a los que hacen frente cada día se han sumado otros que vienen a “poner en peligro nuestro modelo social”. El crecimiento de la brecha económica, la precarización del empleo, el desempleo, la inmigración, la convivencia cultural, el deterioro del medio ambiente, la sociedad digital o la igualdad, asuntos a los que es necesario hacer frente de forma colectiva y donde las administraciones, y en especial los ayuntamientos, tienen mucho que aportar, asume. Para ello requieren de “estructuras eficaces y recursos”, y es hora de “repensar nuestro mundo global, nuestra sociedad, el modelo económico y social. Es hora de repensar el papel de las entidades locales”.

Es sacrificado pero el trabajo de regidor engancha. Que se lo digan al alcalde de Lerga, Iñaki Iriarte, que repite tras cuatro mandatos con “la misma ilusión” aunque “haya días que tirarías el móvil bien lejos”. En esta nueva legislatura regresan otras caras conocidas como el alcalde de Aranguren Manolo Romero, que encara su 7ª legislatura y sigue defendiendo para sus 11.000 habitantes un modelo de candidatura independiente y unida que “comparte gestión con la ciudadanía”. Tras 22 años de alcalde, Andrés Agorreta en Fontellas vuelve a presentarse por la proximidad y “cercanía” con los vecinos, y en defensa de servicios para los pueblos pequeños.

Alcaldes que, en muchos casos, compaginan el cargo con su verdadero trabajo. Es el caso de Enrique Garralda de Erro, ganadero de profesión, que apunta el grave problema de despoblación en los valles pirenaicos. Otros se marchan, como Unai Lako tras hacer un balance positivo del desarrollo de Aoiz en los últimos años, o el concejal de Pamplona Iñaki Cabasés de Geroa Bai que, entre las sombras de lo que han sido estos trece años de experiencia municipal, destaca la reforma de la Ley de Bases de Régimen Local que restó competencias ejecutivas al Pleno o las limitaciones que ha impuesto desde Madrid la ley de estabilidad presupuestaria. El 26 de mayo hay una nueva cita para 272 municipios navarros y 346 concejos. Entidades sobre los que pende una reestructura del mapa local, uno de los retos de la próxima legislatura tras la reforma aprobada por el cuatripartito que reordena el territorio en comarcas y plantea un nuevo modelo de financiación.