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Casa Motza, la puerta de entrada a la convivencia en Villava

El Grupo Scout San Andrés y el Área de Juventud llevaron a cabo durante dos meses un ‘escape room’ temporal para fomentar una buena convivencia

Casa Motza, la puerta de entrada a la convivencia en VillavaJAVIER BERGASA

villava/Atarrabia- En plena moda de los escape rooms hay quien se afana por buscarles un sentido más allá de la pura diversión y que sean una herramienta para fomentar la convivencia en la sociedad. Es el caso del Grupo Scout San Andrés de Villava y del Área de Juventud de la localidad, que durante dos meses (desde el 29 de agosto hasta el 31 de octubre) han creado en una de las salas del Gazteleku la Posada Casa Motza, el lugar donde aprender valores de convivencia y lograr, por medio del trabajo en equipo, la ciudadanía de Villava en el plazo de una hora.

La sala recrea una habitación de posada en la histórica Casa Motza, en plena calle Mayor de Villava, hasta allí llega la pirata Aibarrata, dispuesta a dejar atrás la vida en el mar y emprender una nueva en tierra firme, aunque para ello necesitará reunir todos los principios y valores necesarios que le den la ciudadanía de Atarrabia.

Con este argumento creado de Beatriz Olaberria, Cristina Esparza, José Mari Bermejo y Mari Carmen Lamas (miembros del la Comisión de Familias de Scouts) y enfocado a un público juvenil, a finales de agosto arrancó la primera experiencia conjunta de este tipo para ambas entidades.

El grupo de scouts ya tenía experiencia en hacer un escape room desde cero. “Para el Día de San Jorge/Gorka Deuna hicieron un escape room, me invitaron a participar y me gustó mogollón”, cuenta Joseba Amigorena, técnico de Juventud en el Ayuntamiento de Villava. Aquella primera habitación, con una temática scout, tuvo “una gran aceptación”, cuentan los representantes de la Comisión de Familias. Y de aquel primer contacto surgió el proyecto de hacer este escape room. “Les dije a ver si podían hacer uno para los grupos de chavales que participan en el programa municipal de actividades de verano Gaztebizi, y que les diera un trasfondo de valores y una reflexión que pudiesen llevarse a casa”, expresó Amigorena. Pero lo que iba a ser una actividad a modo de final verano, rápidamente tuvo otro destino. “La idea inicial era que iba a estar uno o dos días, pero al verlo vimos que había que aprovecharlo”, añade Amigorena.

Así, la oferta se amplió a todos los viernes y sábados del mes de septiembre, también para los jóvenes entre los 14 y 30 años, y que anunciaron a través de la web municipal del Ayuntamiento de Villava. Pero otra buena acogida hizo que el horario se tuviera que ampliar, tanto “que vinieron grupos de adultos, incluso cuadrillas que les gustan los escape rooms que se habían enterado por el boca a boca y por internet”, expresa Nagore Sánchez. “Los fines de semana se encargaban las chicas del Gazteleku, y entre semana nos turnábamos desde la Comisión para abrirlo a grupos”, añade Beatriz Olaberria. Además de los cuatro miembros de la Comisión de Familias y de Amigorena, también tomaron parte en la organización Garazi Sánchez, Zuriñe Redondo e Íñigo Donamaria, del Área de Juventud del Ayuntamiento.

proyecto solidario A todas las personas que lo visitaron en ese tiempo se les cobró el precio simbólico de 1 euro, que los organizadores destinaron al proyecto de cooperación al desarrollo Atarrabia Contra el Hambre. “En los dos meses que hemos estado abiertos hemos recaudado 839 euros de esta forma”, detalla Olaberria.

La temática pirata, cuenta Bermejo, “venía dada del campamento que hicieron en Lekeitio los chavales de Gazteleku con una temática pirata y aprovechamos el hilo conductor”. Y con esa base partieron para la selección de los valores de convivencia que se trabajan en grupos de tiempo libre para completar el juego. Así fueron seleccionados 14 conceptos para 7 categorías de valores diferentes, que cada grupo concursante del escape room debía reunir en el plazo de una hora para abandonar la habitación.

Los objetos que visten este escape room han tenido un origen muy diferente. “Algunos son muebles viejos de casas de pueblo, reutilizados de la basura, o una gran red de pesca auténtica, que hemos puesto en el techo”, afirma Olaberria.

“Estamos muy contentos de la acogida que ha tenido el proyecto, cuando empezamos si nos dicen que iban a venir 200 personas no nos lo hubiéramos imaginado”, expresa Esparza. De esta iniciativa, los organizadores se llevan también, dicen “una experiencia muy buena”, a la que con mucha pena dijeron adiós el pasado jueves, pero coinciden en que a buen seguro no será la única pues ya tienen nuevas ideas para el futuro.