Lumbier - La víspera del día de Reyes es en Lumbier una jornada especial e intensa en la que las cuadrillas se dan cita, desde bien temprano para sacar las reatas de calderos, viejas cazuelas y latas elaboradas días antes con esmero con las que corren las calles del pueblo desde primeras horas de la mañana hasta bien entrada la noche.

Cualquier cosa vale atada con cuerdas para arrastrar, hacer ruido y mantener la arraigada tradición transmitida en el tiempo, bien para señalar el camino a los Reyes Magos y que no pasen de largo, bien para ahuyentar los malos espíritus en la noche.

La coincidencia de la fecha con domingo y el buen tiempo hizo que ayer, aumentara la afluencia con respecto a otros años, aunque, caiga como caiga, el de Calderos es un día grande, de los que no hay que perderse en el que cuadrillas de todas las edades toman parte incluso, con potentes y originales reatas de adultos previas a las suculentas comidas de migas y cordero.

Tampoco podía faltar la música de buena fanfarre que llenó la calle Mayor de un amplio y animado repertorio.

La concentración txiki de calderos en la plaza por la mañana hizo presagiar que en Lumbier hay “cuerda para rato”, ya que los más pequeños gozan como nadie corriendo y arrastrando latas y cacharros con el tradicional estruendo.

Al atardecer, los calderos dieron paso a la magia de los Magos. Previamente, como lo vienen haciendo desde años anteriores, la primera visita fue a la residencia San Isidro. Después, precedidos de pajes y carrozas infantiles, entraron juntos montados en camioneta hasta la plaza y en el atrio de la iglesia repartieron regalos

La Ilunberriko Txaranga cerró la comitiva y la dotó de fiesta en la noche de mayor ilusión del año. - Marian Zozaya