omo en otros municipios pirenaicos, estos eran días que prometían en Otsagabia, los del pasado puente de San José como los de la próxima Semana Santa, con sus alojamientos y casas rurales repletas de visitantes . Sin embargo, hoy sus calles empedradas nos devuelven la realidad a la que tampoco escapa el mundo rural. Alineado con el decreto del Gobierno y su prórroga , proporciona las mismas imágenes ya cotidianas de la urbe.

“Aqui igual se nota menos porque estamos acostumbrados a que no haya nada, a ver las calles vacías, pero no a esta falta de libertad”, destacan los vecinos. Y es que el silencio de estos días es otro silencio, el que se desprende de cumplir con el aislamiento impuesto para frenar cuanto antes el avance del coronavirus, una cuestión de todas y todos, que no entiende de geografía ni de densidad de población.

El comportamiento se repite como en otras localidades. Estos días Otsagabia también compra en el pueblo. “Sin poder viajar a Pamplona tiramos con lo que hay aqui”, comentan las vecinas mientras esperan su turno en el comercio local al que acuden con la debida distancia y precaución.

El Ayuntamiento se ha encargado de recordárselo por medio de bandos y también ha hecho un llamamamiento a la vecindad de fin de semana para que no vaya al pueblo. “Es preciso. Aunque se está cumpliendo no está de más recordar que tenemos que quedarnos en casa. Aqui seguimos con los edificios públicos cerrados. El secretario trabaja a puerta cerrada, se atienden casos urgentes por teléfono o correo”, comenta la alcaldesa otsagiarra, Mari Carmen Recalde. Su gran preocupación son las personas mayores, las del pueblo y las de la residencia.

Iñaki Esarte atiende en la panadería Txantxigorri que reparte el pan por el valle hasta Navascués. “Aunque las calles de los pueblos salacencos están vacías, se está vendiendo más pan y dulces porque hay gente que ha venido a sus segundas casas”, señalan.

La cuarentena en el pueblo está marcada estos días además, por la ausencia del turismo tras la caída de las reservas para el último puente.

“Lo tuvimos claro desde el primer momento cuando nos pusimos de acuerdo para cerrar casas rurales y alojamientos. No tiene sentido tener abierto cuando no se puede salir. Nos pusimos en contacto con nuestros clientes, y dimos las opciones: devolver el dinero o entregar un vale para otras fechas, explica Rita Labiano, propietaria de Casa Graciano. “Presentimos que esto iría para largo. Mientras tanto se aprovecha para limpiar, pintar y hacer pequeños arreglos”.

Después de la ampliación del estado de alarma, comenzaron a sucederse las anulaciones de las reservas para las próximas fiestas de Semana Santa, algo que no les ha cogido de sorpresa, si bien se da la oportunidad de mantener la reservas y cambiar las fechas. “Para nosotros es la mejor opción”, apunta María Ángeles Ezquer, gerente la casa rural de Catalingarde, en Isaba, y a su vez Presidenta de la Federación de Turismo Rural de Navarra y de la Asociación de Casas y Apartamentos Rurales del Valle de Roncal. La hostelería también se resiente. El propietario de la sidrería Kixkia, Mikel Ceberio, afronta la situación en soledad, al cuidado de su establecimiento y del estocaje. Ocupa sus días en hacer alguna pequeña reparación, limpiar y ordenar. Madruga igualmente, disfuta y se evade formándose sobre el mundo del vino, otra de sus pasiones relacionadas con su actividad principal.

“Intento no pensar demasiado y, en todo caso, hacerlo en algo que sea efectivo”, aclara.

Se pregunta Ceberio cómo será la vuelta y la reacción de la gente. El “por si acaso frena y repercutirá, aunque se tenga capacidad adquisitiva”.

En el Pirineo trabajar en red es una costumbre que ahora aprovechan y a la que no es ajeno el párroco del valle, Livio Ledezma.

“Gracias a estos avances, tenemos mucho contacto por Whats App, reflexionamos y meditamos creyentes y no creyentes , en este momento con las mismas preocupaciones y es nuestro apoyo ya que no podemos tener oración comunitaria”, comenta. Estos días también, Livio buzonea la hoja parroquial con reflexiones y chistes. Eso sí, “con guantes” recalca. “Hay mucha gente mayor sola y es para que se sienta acompañada”, relata.

Superados los primeros y estresantes días, el médico Alfonso Ventura, declara: “Aquí estamos a lo que proceda. Hemos organizado la consulta y el material, y la gente se está comportado estupendamente, llamando por teléfono con tranquilidad”, reconoce. A su vez han habilitado la residencia de ancianos separando las dependencias por si fuera necesario. “Vamos a procurar sacar lo mejor de nosotros y a colaborar. La vida volverá. Cuanto más responsables seamos, antes saldremos de ésta”, sentencia el médico.

“Tenemos que cumplir. No está de más recordarlo por medio de bandos”

Alcaldesa de Otsagabia

“Cuanto más responsables seamos, antes saldremos de ésta”

M édico de Otsagabia