- Cuatro de los cinco parques proyectados salpican al Valle de Esteribar. E Ilurdoz se lleva la palma. “Es claramente el más afectado. Nos pilla sur y norte, una barbaridad”, dice el vecino Humberto Herice. “Estamos cercados, y si te plantan eso es para toda la vida”, opina Nuria Madoz. “Aunque el parque 5 no nos afecta tanto, junto con el 3 y el 4 evacúa a una subestación eléctrica en Beltzunegi. Y está pensado que la línea de evacuación baje por aquí también. Nos lo llevamos todo”, añade.

Este pequeño concejo poblado por unas 60 personas lo tiene claro. Viven muy cerca de Pamplona y en otro mundo. Rodeados de monte. En calma. Con una carretera de acceso que muere ahí mismo. “Es un pueblo súper tranquilo. Y esto va a cambiarlo de forma radical. El paisaje, el ruido... sobre todo la salud”, insiste Nuria. Héctor Lekunberri es pastor y dice que nunca nadie se ha preocupado por esos montes y “ahora estos vendan que nos viene bien para evitar incendios, que puedan entrar bomberos... Y luego el ganado tampoco está igual de tranquilo en un sitio donde hay ruido”.

“Es difícil oponerse a una energía renovable, son bienvenidas en principio. ¿Pero a qué precio? Y con la posibilidad de que crezcan”, comenta Jokin Nuin. “Y son gigantes. No es lo mismo tenerlos en una explanada a lo lejos que pegados a tu cabeza”, piensa Sara Nieto, que habla de la incertidumbre de un proyecto del que luego se puede modificar la ubicación de los molinos o incluso sus características al ser una tecnología que avanza deprisa. “Quieren un convenio con el Ayuntamiento en el que firmas una carta en blanco”, dice. Marisa Madoz lamenta la “desinformación” en torno al proyecto. Y Fermín Ilarregui cuenta que “se habla mucho de sostenibilidad, y este proyecto va en contra de esa palabra. La finalidad es puramente económica. Esto viene a condenar a todo el Valle de Esteribar y a otros valles”.

Ángel Martín es un apasionado de los pájaros, y le da pavor perder la riqueza que tiene en casa. “Que te quien los pinos para plantar hierro y que todavía te digan que es bueno, a mí eso me da la risa. Me gusta ir al monte y ver animales. Ahora voy a ver aspas. Me mata. En la escuela no aprendí nada, pero en el monte mucho. Y aquí lo que están haciendo es como romper hojas de un libro”, concreta.

“En cualquier otro país, con un paisaje que objetivamente se entiende que es bonito, nadie se atrevería a meterle mano. ¿Y vamos a imponer un parque en contra de la voluntad de los vecinos? Para mí sería como poner paneles solares en la catedral de Burgos. ¿A quién se le ocurre? Ya sé que la energía solar es ecológica, pero es que es la catedral de Burgos. Para mí esto es lo mismo”, retoma Humberto. “Y el tema de la salud es imprescindible. No digo que esto sea intocable, idílico. Pero si mis hijos van a vivir aquí... está claro que si hacen una subestación a dos km, bueno no puede ser”, concreta Jokin.

“Si lo que quieres es explotar el valle con energía renovable, quizás haya otras opciones que no sea plantarte 40 o 50 molinos de 200 metros al lado de casa. Creo que se pueden buscar otros recursos”, considera Jaime Sanz, que habla de perjuicios acústicos, contaminación lumínica, daños para la salud... “y por supuesto del medioambiente. Porque destrozan el monte”.