stá prohibido comprar una litrona y sentarse a beber en la calle", ejemplificó ayer Jesús Bariáin, jefe de prensa de Policía Municipal de Pamplona, ante la confusión que pudiera causar la nueva norma que prohíbe el botellón en la ciudad. Es decir, se explayó, "no está permitido beber en la vía pública, solo se puede en terrazas y en casa". El Ayuntamiento aprobó la resolución ayer para su entrada en vigor desde ese mismo día y "hasta que cese la situación sanitaria excepcional que vivimos a causa de la covid-19", especificó Javier Labairu, concejal de Seguridad Ciudadana. La multa por infringir la norma, considerada una falta leve, será de 100 euros. En cualquier caso, Labairu matizó que se aplicará "el sentido común" a la hora de sancionar a las personas que no respeten lo decretado. "El motivo es puramente sanitario", recalcó Bariáin, que llamó al "civismo para salir cuanto antes de esta situación".

Ese es el mismo deseo de las tiendas de alimentación, las más damnificadas económicamente por la medida, a diferencia de los bares donde "ya estaba prohibido sacar bebida fuera", recordó Félix Mañeru, camarero del Iruñazarra.

Su relativa indiferencia ante la noticia contrastaba con la de Mamadou Barry, encargado de Alimentación y Bebida Azuelo. "Es verdad que vendemos muchas cosas, pero las bebidas alcohólicas nos proporcionan unos 60 euros solo los fines de semana. Puede no parecer mucho, pero para nosotros lo es, y todavía más después de tres meses de confinamiento". En este sentido, a Mamadou le parece "muy mal" que se prohíba el botellón porque no ve riesgo en "beber en un banco de la plaza, donde las distancias de seguridad se pueden respetar tanto o más que en un bar". "Nosotros no tenemos terraza", subrayó.

Iñigo Larresoro y Eugenia Saval estaban ayer tomando a cada caña en Katakrak, en la calle Mayor, cuando se enteraron de la resolución, precisamente al ser preguntados por ella. Es normal su desconocimiento debido a que solo estaban en Pamplona de paso, haciendo turismo. Él es de Donostia y ella de Alicante, aunque vive en Suiza. "Allí no haría falta prohibir el botellón porque no se hace, pero aquí me parece bien que se restrinja a partir del momento en que pasa a ser un problema de ruido y suciedad para el vecindario", observó, "especialmente porque con los efectos del alcohol pueden provocar que la gente pierda el respeto por la convivencia".

No obstante, al ser informados de la prohibición se debe a "motivos de salud pública" a causa de la pandemia, tanto Iñigo como Eugenia se mostraron sorprendidos. "No entiendo la relación", dijo la alicantina, tras lo que el donostiarra, levantando su cerveza, añadió: "¿O sea que puedo tomarme esta caña solo porque estoy sentado en una mesa? Yo creo que habría que sancionar los comportamientos irresponsables, sean donde sean".

Amaiur Lizaso, vecina del Casco Viejo de Pamplona, coincidió con ellos: "Parece que se le da mucha importancia al control del botellón y muy poca al de las terrazas". Ella admite que, como "las terrazas suelen ser más caras", en su cuadrilla beben sentadas en el suelo de las calles del barrio, pero tratan de evitar Navarrería porque sabe de "la problemática que se ha generado y que todavía no tiene solución". Por eso cree que "la medida que se ha elegido puede ser de ayuda para el vecindario por un tiempo", ya que "el ambiente que se genera es incompatible con las medidas sanitarias".

Eso es lo que denuncia Eva Arriaza, vecina desde hace 30 años de Navarrería, "la calle de moda en los últimos tiempos", tal como la define. "Desde hace un año, los jueves y los sábados no puede dormir", aunque "en verano es difícil casi cualquier día", asegura. A su juicio, "el problema es que no hay conciencia del daño al vecindario ni del riesgo de salud pública que supone estar ocupando la calle sin mascarilla ni ninguna otra medida".

Entre todas las voces recogidas a lo largo de la mañana de ayer hay opiniones para todos los gustos. Pero lo cierto es que hay un aspecto que une a todas: solo sabían acerca de la medida en caso de que lo hubieran leído en la prensa. Incluso Eva, la más beneficiada por su condición de vecina de Navarrería harta del botellón, estaba tan desconcertada como los turistas Iñigo y Eugenia. El desconocimiento era compartido también por las tiendas de alimentación de la calle Mayor y Mercaderes. Incluso los policías municipales que patrullaban lo Viejo por la tarde aseguraron: "No sabemos qué cambia".

Todo dependerá del amplio abanico del "sentido común". Para los irresponsables, pero también para los despistados, aquí la definición de Labairu sobre lo sancionable: "Quedadas en torno al alcohol donde las medidas sanitarias brillan por su ausencia".

"No se permiten las quedadas

en torno al alcohol donde las medidas brillen por

su ausencia"

Concejal de Seguridad Ciudadana

"La medida está clarísima, pero lo importante es conseguir concienciar"

Policía Municipal

"La venta

de bebidas alcohólicas nos da 60 euros cada fin de samana"

Alimentación y Bebidas Azuelo

"Los bares

ya teníamos prohibido desde hace tiempo servir bebidas para sacarlas

a la calle"

Restaurante Iruñazarra

"El ambiente que se genera en algunos sitios es incompatible con respetar medidas"

Joven vecina de Pamplona