n condiciones normales, Navarra hoy hubiera reventado de fiesta. De norte a sur y de este a oeste. Las fechas en torno a la virgen de la Asunción están marcadas en el calendario de muchísimos pueblos de la Comunidad Foral.

Sus días grandes solo se entienden al calor de un 15 de agosto. Unos lanzarían hoy su chupinazo, otros la víspera, algunos ya llevarían varios días de jolgorio y unos pocos entonarían esta noche el Pobre de Mí, caso de Funes o Leitza. Pero este es un año extraño y a la efeméride se le ha acuñado el todavía más extraño término de las no fiestas. La nueva normalidad incluye las no celebraciones. Todo rarísimo. Igual que pasó con Pamplona y San Fermín, Tudela y Santa Ana, Estella y otros tantos pueblos y municipios de Navarra. La salud manda y a nadie con dos dedos de frente se le escapa que no hay nada que celebrar en mitad de una pandemia mundial. La fiesta es incompatible con la distancia de seguridad.

Está claro que la salud es lo primero y que no hay nada que celebrar, pero duele no celebrar las fiestas de tu pueblo o de tu ciudad. Una excusa perfecta para juntarse. Para comer y beber de más, lanzarse ladera abajo en el encierro del Pilón de Falces delante de reses bravas, disfrutar de la ezpatadantza de Leitza o del zikiro-jate, el paraíso terrenal de los amantes del zikiro en la cueva de las brujas que cierra en auzolan las fiestas de Zugarramurdi. Este año no hay comidas populares en frontones, ni gigantes y cabezudos ni días para los niños o para los mayores con sus respectivos homenajes. Ni pañuelos para los nuevos vecinos, ni petardos ni festivales de pelota, zurracapotes, toros de fuego, vacas de cuernos, dianas, ofrendas florales ni misas mayores, danzas tradicionales, plazas con orquesta y verbenas hasta tarde. No hay nada de nada porque no hay fiestas. Qué se le va a hacer.

Una treintena de alcaldes y alcaldesas de ayuntamientos grandes y pequeños, presidentes y presidentas de concejos que hoy estarían inmersos en la fiesta, insisten en el mensaje principal: prudencia y responsabilidad. Hay mucho en juego y ya vendrán tiempos mejores. La fiesta volverá.