finales de noviembre, el camino de los valles pirenaicos conserva los colores del otoño en un fin de semana tranquilo a caballo entre puentes y anteriores fiestas que han llenado las carreteras de coches hacia destinos como la Selva de Irati.

La pandemia ha privado al bosque de la presencia de fieles visitantes llegados de otras comunidades y se ha nutrido del turismo de cercanía. Con todo, no se ha librado de días de masificación, cuando la paleta de colores que ofrecen las hayas estaba en todo su esplendor.

Ayer, a primera hora de la mañana, la oficina de Turismo de Ochagavía presentaba un aspecto tranquilo. Nada que ver con los días pasados.

“No todo el turismo que viene pasa por aquí. Pero sí hemos tenido días de registrar 100 o 150 coches. Los que sí lo hacen son los que vienen de otras provincias. Es natural, porque no conocen el sitio. Sin embargo, el turismo de Navarra es menos frecuente la mayoría y se va para Irati directamente”, apuntan.

La Selva de Irati es el mayor atractivo y el más conocido, por eso, desde esta oficina se trabaja para dar visibilidad y promocionar otras rutas y puntos turísticos interesantes e incluso, alternativos en fechas puntuales.

Pero el bosque llama en cualquier época del año: el otoño con la caída de la hoja, la primavera con su esplendor y el verano por la frescura que proporciona su sombra y la que emana del agua que corre por el hayedo más grande de Europa como en la Cascada del Cubo.

La excursión por una senda temática hacia la ruta que lleva hacia ella comienza en el parking de Casas de Irati, donde se estacionan los vehículos previo pago y entrega a cambio de mapa de la zona.

Del parking sale una pista forestal , un camino cómodo, ancho, sin dificultad alguna, porque está perfectamente marcado, lleva al visitante por 2,8 km de un recorrido lineal hasta el lugar de la pequeña cascada.

Con mayor o menor caudal, en función de la época del año, es un rincón dentro de la inmensa belleza del bosque de visita ineludible también para quienes practican el fotosenderismo, y parada casi obligatoria para el turismo que se adentra en el bosque. En temporada alta de la Selva, en la Cascada del Cubo también hay filas, porque nadie se va sin la foto.