- Pesa 8 toneladas, mide 40 metros de altura y se puede contar por cada una de sus casi 8.000 piedras, que así apiladas, juntas, representan "una especie de pacto" según algunas creencias de culturas ancestrales, tal y como apunta Irantzu Lekue. El suyo es un trato con el medio ambiente, para concienciar sobre la marca que dejamos sobre él, una obra -su última creación- con la que esta artista gasteiztarra de 32 años invita a reflexionar.

El Parque de los Sentidos de Noáin acoge desde hace unas semanas una gigantesca huella dactilar conformada por piedras que han pintado más de 6.000 alumnos y alumnas, profesorado y familias de 31 centros educativos de Navarra en el marco del proyecto Pertsonak gara-Somos personas que la Dirección General de Paz, Convivencia y Derechos Humanos del Gobierno de Navarra ha puesto en marcha este año para intensificar el trabajo de sensibilización en torno a los Derechos Humanos. El de Lekue se llama Aztarna - Huella, y no deja indiferente.

Esta artista afincada en Vitoria pero fiel defensora de sus raíces navarras, que le vienen por parte de madre, ha conseguido plasmar una huella dactilar gigante que representa el compromiso adquirido por el respeto y el cuidado hacia el medio ambiente, la responsabilidad de cuidar el entorno. "El Gobierno de Navarra organizó unas charlas sobre artivismo, el activismo a través del arte con piezas que se realizan generalmente en espacios abiertos, en el espacio público, y que buscan transmitir un mensaje para la transformación social o con carácter reivindicativo sobre algún tema. Involucrar a la comunidad, hacer reflexionar a la gente mediante su participación", relata. Le pidieron que fuera y presentó su proyecto, que decidió enfocar hacia el cambio climático, "sobre cómo tratamos nuestro planeta y las consecuencias que estamos generando. Llevo una temporada reflexionando mucho sobre feminismos, medioambiente y la conexión con la naturaleza, que es muy importante. Estamos bastante alejados de ella, vivimos en bloques de hormigón", relata.

Con su obra ha conseguido generar una reflexión no sólo a través de su creación artística, sino también con la implicación de todos esos alumnos y alumnas que han participado pintando esas piedras, plasmando sus mensajes en un objeto que, para Lekue, es reflejo de la perdurabilidad "y ha sido también soporte de las primeras manifestaciones artísticas en la historia de la humanidad". Una huella diversa y multicolor que ha requerido, por otra parte, un trabajo bastante laborioso.

"En principio íbamos a repartir 3.000 piedras pero el proyecto fue tomando cada vez más importancia y terminamos repartiendo piedras por todo Navarra, superando las 8.000 unidades. A colegios y a centros de mayores, ludotecas, también en diversos espacios de Noáin para que la propia localidad se involucrase en este proyecto", explica Lekue, que asegura que tuvo que realizar un buen puñado de viajes en furgoneta y un buen mapeo para llegar a todo€ hasta que llegó el confinamiento. "Tuvimos que parar, repartimos todas las piedras pero se quedaron en los colegios, en muchos centros no les dio tiempo a pintarlas, y se quedó un poco estancado. La inauguración también ha tenido que retrasarse, pero al final hemos conseguido terminarlo y ha quedado bonito, el Parque de los Sentidos es un entorno natural".

Y no ha volado desde el aeropuerto de Noáin pero asegura que le encantaría verla desde las alturas. Porque, algo más alejada de la huella del dedo pulgar que representa la marca que dejamos sobre el planeta, luce también con piedras blancas una estrella que sirve de guía y que Lekue ha querido reflejar, además, como un guiño a su amatxo, que falleció hace un par de meses. "Ella ha sido mi estrellica, la que ha guiado mi trayectoria, mi gusto por el arte y por la creación, la que me ha apoyado en todos mis proyectos. Le prometí antes de que marchase que realizaría en mis obras una pequeña estrella como un guiño hacia ella, que ha estado en todo lo que he hecho", confiesa.

Su ama, Inmaculada Marinabeitia, era historiadora, natural de Sakana (nació en Olazti). "También en recuerdo de la última batalla que sucedió en Noáin, un lugar que forma parte de la historia de Navarra en el que ahora ella permanece. Es un homenaje a su interés por la historia, el arte y por el propio lugar, las raíces", explica Lekue.

Es la primera obra que esta artista ha erigido en la Comunidad foral y confiesa que para ella ha sido un proyecto muy especial, "de esos que no se olvidan", también por el vínculo que le une con esta tierra. Lekue, que desde pequeña empezó pintando las paredes de su casa, se licenció en Bellas Artes por la UPV/EHU tras cursar estudios en la Universidad de Granada y en la Academia di Belle Arti di Perugia (Italia). Tenía claro que quería dedicarse a ello y especializarse en el campo artístico, "con obras sociales en espacios públicos, de forma colaborativa, buscando la intervención de la gente. Esa reflexión comunitaria", señala.

Trabaja especialmente el arte contemporáneo, arte social, arte conceptual, artivismo y el arte accesible por medio de instalaciones artísticas, el videoarte, la pintura y la escultura. Y es que para ella, esa huella dactilar que ahora podrá ser visitada en el Parque de los Sentidos de Noáin, es el laberinto natural por antonomasia. "Forma parte de la vida y representa el crecimiento, la evolución. Esa transformación de la sociedad que buscamos mediante la reflexión, al menos yo con la creación de mi trabajo".

"Es una obra sobre el cambio climático que busca la participación y la reflexión comunitaria"

Artista