la zona conocida como el Redín era un lugar periférico dentro del casco histórico de Pamplona. Se encontraba fuera de los circuitos de tránsito más utilizados en la ciudad, y era difícil que alguien pasara por allí si es que no quería llegar precisamente a este lugar. Lindaba con el rincón noreste de la muralla, justamente donde el itinerario de la misma giraba 90 grados, y ocupaba el lugar donde en la Edad Media se había levantado un bastión importante del recinto amurallado: la torre de la Tesorería.

La fotografía, obtenida en un día nublado y gris, nos muestra la zona un tanto desangelada, con dos únicas mujeres, que acaban de doblar la esquina y se encaminan hacia la plaza de San José. Faltan las criaturas que solían acudir a jugar a este espacio abierto de la ciudad, y faltan sobre todo los cordeleros, aunque sí que podemos ver la humilde caseta donde guardaban sus herramientas de trabajo.

y a pesar de los cambios evidentes operados en las ocho décadas transcurridas entre ambas fotos, quedan en el lugar elementos suficientes como para identificar la zona de 1940 sin ningún género de dudas. El mobiliario urbano se ha mejorado con la instalación de algunos bancos, y se ha recrecido el pretil bajo de la rampa de bajada al baluarte de Redín, para darle mayor seguridad. Detrás vemos la casita con el paso alto sobre la calle, y el alto muro del convento de las Siervas de María.

Con todo, seguramente el cambio más profundo e importante afecta sin duda a la concepción misma del espacio, que de ser sobre todo un lugar consagrado al trabajo artesano de los cordeleros, ha pasado a ser un lugar de paseo y esparcimiento. Y para ello ha sido sin duda importante la construcción del mesón del Caballo Blanco, levantado en 1961 en el lugar donde hacia 1940 se encontraba la caseta de los cordeleros.