Samay significa respirar en quechua. Desde hace unos meses, también es una asociación sin ánimo de lucro navarra que en verano de 2023 quiere organizar en Guatemala unos campamentos para niños y adolescentes con discapacidad del país y así "dar un respiro" a sus padres, que cuidan de sus hijos las 24 horas del día al no poder escolarizarlos.

"Faltan recursos en el ámbito de la Educación Especial. Es una realidad silenciada especialmente en áreas rurales con poblaciones indígenas", describe Iñigo Ayerra, fundador de Samay junto a Natalia Galván y Celia Pinedo.

Para llevar a cabo esta iniciativa social, Samay ha planificado una serie de eventos benéficos. El primero, una exposición de 10 imágenes de mujeres guatemaltecas, que se exhibirán en Geltoki hasta el 27 de abril.

Ese día, se celebrará una subasta silenciosa de las fotografías. Cada foto tiene un código QR, se escanea y cada persona dice cuánto dinero quiere aportar. "Las madres sustentan la carga de sacar adelante a la familia y son las que se hacen cargo del cuidado de estos niños con discapacidad". explica Iñigo.

Antes de la pandemia, Iñigo y Natalia, maestros en un centro de Educación Especial de Iruña, realizaron un intercambio docente en Quetzaltenango -una provincia rural y pobre del noroeste de Guatemala- y conocieron El Refugio gestionado por la ONG Fundap, el socio local con el que actúa Samay.

Durante este viaje, los profesores visitaron escuelas de la zona y se percataron de que apenas había chicos con discapacidad en las aulas. "Lo único que vi fue alumnado sordo. No encontré ningún chaval con discapacidad intelectual o motriz. Me chocó mucho y me hizo pensar que allí los niños y niñas con grados severos están en sus casas, ni siquiera tienen la opción de ser escolarizados debido a la falta de recursos", lamenta Iñigo.

También observaron que no existían programas específicos suficientes que garantizasen la prevención y correcta atención a estas personas y que parte del profesorado de Educación Especial no contaba con la formación necesaria. "Trabajaban con pocos casos y los chicos tenían grados de discapacidad mucho menores que los que tratamos aquí", asegura.

Ante esa tesitura, no se podían quedar de brazos cruzados, crearon la asociación y contactaron con Fundap para que les cediera El Refugio, donde prevén organizar los campamentos de verano a finales de julio y principios de agosto de 2023El Refugio. "Nos dimos cuenta de que era el sitio perfecto para trabajar con niños y niñas con discapacidad. Les encantó la propuesta", explica.Campamento 'respiro'

El campamento de verano durará alrededor de 10 días, atenderá a unos 20 adolescentes y tiene múltiples objetivos: sensibilizar y dar a conocer esta realidad social, ayudar a formar a los profesionales guatemaltecos, favorecer la integración de estos jóvenes en el sistema educativo del país y mejorar su calidad de vida y la de sus familias. "Con este campamento, los chavales se van a dar cuenta de que puedan formar parte de una clase y del día a día", indica. Ayerra.

En El Refugio, adelanta, realizarán actividades educativas y formativas -lectura, matemática, dibujo, artesanía-, talleres -en El Refugio disponen de huertas y quieren trabajar cuestiones agrícolas- y distintas terapias: estimulación multisensorial, psicomotricidad y terapia con caballos. "Vamos a llevar a un equinoterapeuta de Pamplona para trabajar el tema motriz y emocional. Queremos que se acerquen al caballo, lo acaricien, lo cuiden...", avanza.

Para sacar adelante estas actividades, Samay contará con el voluntariado de maestros navarros y con profesionales de Guatemala. "Aspiramos a que sea un intercambio de conocimiento y si podemos ayudarles en su formación, mejor que mejor. Así van a poder ofrecer la educación y atención que estos chavales merecen", defiende.

La idea es que el campamento se afiance, se organice cada verano y que los profesores de Guatemala puedan celebrar actividades con estos chicos algunos fines de semana. Además, aunque tienen los pies en el suelo, apuntan alto: "En un futuro nos gustaría extendernos a Bolivia y a otros países de Latinoamérica", adelantan.

Los voluntarios también visitarán escuelas rurales de la zona para conocer casos de niños y niñas con discapacidad. "Queremos darles visibilidad, crear campañas de recogida de fondos para conseguir lo que necesiten, una silla de ruedas o material didáctico", avanzan.