Desde Arquímides hasta Nikola Tesla, la civilización ha podido avanzar un poco más rápidamente por el ingenio y la inventiva de personas que observaron lo que les rodeaba con ojos diferentes al resto de mortales.

El descubrimiento de la polea, la palanca o la catapulta gracias al mayor científico de la antigüedad clásica o el nuevo sistema de suministro de electricidad de corriente alterna que inventó el norteamericano con raíces balcánicas fueron posibles por la perspicacia de unas mentes despiertas, capaces de crear algo nuevo y provechoso con lo que tenían a su alrededor.

Goyo Hernández, un vecino de Ribaforada de 49 años , es uno de ellos y por méritos propios tiene el honor de pertenecer a ese selecto club que forman los inventores.

En su caso, la inspiración no le vino de una manzana caída del cielo -en realidad, nunca se ha confirmado que a Isaac Newton le cayera una antes de descubrir la fuerza de la gravedad- sino de un accidente laboral que a punto estuvo de costarle la vida en octubre de 2018.

Accidente laboral

“Quedé atrapado por una máquina de 3 toneladas. Fueron 10 minutos terribles hasta que los bomberos pudieron sacarme” comentó hace unos días el ribaforadero mientras atendía las llamadas que no paraban de sonar en su teléfono móvil.

El percance le destrozó una rodilla, además de dos vértebras rotas, lo que le obligó a utilizar muletas.

Recuerda que no muchos días después, cuando se encontraba en la terraza de un bar de la localidad, se le cayeron las dos muletas, provocando un tropezón a un viandante que en ese momento circulaba por ahí.

“Me di cuenta de que eran muy incómodas de sujetar y un estorbo cuando no se utilizaban. Empecé a darle vueltas a la casa. Ese mismo día ya estaba pensando en ideas para evitar que las muletas pudieran caerse y se mantuvieran en pie”.

No le resultó extraño la tarea ya que en su vida profesional lo hace habitualmente. Goyo es mecánico y tiene una empresa de maquinaria industrial que se ocupa precisamente de elaborar herramientas y máquinas muy concretas que las empresas necesitan y no encuentran en los mercados, por lo que dibujar bocetos y buscar soluciones prácticas forma parte de su trabajo cotidiano.

“Soy un friki en toda regla y me fijo en las cosas que tengo alrededor para hacer experimentos. Las tecnologías siempre me han gustado” señaló Goyo.

Primero lo intentó colocando unos ganchos en la base de las muletas, pero vio que la cosa no funcionaba. Luego probó instalando unas patas, pero tampoco. “Estuve varios días probando cosas hasta que se me ocurrió meter unos imanes dentro de los dos mangos y vi que se mantenían de pie”, explicó el inventor.

Reconoce que no le dio demasiada trascendencia al artilugio que acababa de crear, pero sí lo hizo el médico encargado de la revisión de su rodilla, que al comprobar el funcionamiento de las muletas dejó de prestar atención a la articulación dañada del paciente para centrarse por completo en el invento. “Me dijo que en su historia profesional nunca había visto nada parecido, que lo patentara porque era algo totalmente novedoso y que podía tener una buena aceptación” explicó el mecánico e inventor.

La patente, en marcha

Así fue como Goyo y su mujer, Eli Sánchez, decidieron poner en marcha la firma Freelock para registrar el invento. Inicialmente lo hicieron bajo la fórmula de modelo de utilidad, pero ya han iniciado los trámites para registrar una patente en toda regla, que esté vigente en 153 países y con la que empezarán a comercializar estos accesorios para muletas y los bastones de monte y de esquí.

“Al principio nos dijeron que no cumplíamos las exigencias para plantear la patente, pero finalmente nos comentaron que era novedoso e inventivo, los dos condicionantes requeridos en el caso de las patentes europeas” aseguró Goyo Hernández.

Ya tiene cerrado un acuerdo con la empresa asturiana Eurobastón, firma con más de veinticinco años de experiencia en la fabricación de productos sanitarios, para una primera fabricación de 3.000 muletas que incorporan el accesorio.

Está previsto que en septiembre empiece su comercialización en el sector ortopédico, como la de los bastones de esquí y montaña que también contarán con los imanes de sujeción. Queda por ver si el producto tendrá una buena acogida en el mercado con un invento con el sello de Navarra.