Esta es la historia de Blas Asín, vecino de Iturrama de 95 años, organista en la parroquia Corazón de Jesús y dueño de un Peugeot 206. En su relato se cuela enseguida una segunda protagonista: “Voy a contar un poco de mi amor, ¿no?”. Ella es María Escudero, que cumplirá 90 el domingo de la semana próxima. Su compañera desde hace siete décadas “y para toda la vida. Es muy bonito. No como estos matrimonios de fin de semana, que se van casados el viernes y vienen el lunes divorciados”, dice.

Blas Asín y María Escudero salen de una revisión en el Centro de Salud Iturrama. “Ya nos hemos curado”, dice él. “Ahora que nos saquen guapos”, dice ella. Unai Beroiz

María sufre de alzheimer. “Empezó en 2018, cuando estuvimos con los amigos en la costa catalana. Se despistaba en los ascensores y todo... yo ya la veía. Años antes la doctora Salinas le decía siempre, ‘María, cómete todos los días un plátano, que es muy bueno para la memoria’. Aquella mujer ya le veía alguna cosa. De ahí viene”. Se emociona y sufre al hablar de la enfermedad de su mujer. “Me ha costado. No he hecho más que llorar. Es muy triste”.

De lunes a viernes Blas ejerce de chófer, recoge a María en el centro de día en el que pasa la mañana y “despacico” se van a casa juntos. Allí les espera Emma Rosero, cuidadora de María y pieza fundamental en el día a día de esta familia. 

Blas acompaña a María al coche tras la visita al Centro de Salud. Unai Beroiz

Hasta hace un mes Blas también conducía en el camino de ida, pero sus dos hijos le relevaron. Le suponía mucho esfuerzo. Pero Blas no se rinde. Todos los años renueva su carné ante la sorpresa de las examinadoras por la tranquilidad con la que pasa las pruebas. “Está fácil eso”, dice.

Y aunque sus hijos no estén tan tranquilos viendo a su padre al volante, con acelerones al motor dignos de las 24 Horas de Le Mans, saben que el 206 es más que un coche. “Lo mantiene porque quiere sentirse útil con su mujer”, explica José Mari, el mayor. Blas lo confirma: “Les digo, ‘no me hagáis inútil del todo. Que no quiero’”. Seguirá conduciendo. “Ayer dijo tu madre, bien despachada, ‘¿cuándo vamos a ir a comer la tostadica a Huarte?’ Allá nos hemos de ir, al Panadero de Eugi. Antes íbamos casi todas las tardes, cuando estaba bien”, recuerda.

Blas nació en Peralta y allí pasó una infancia sacudida a los ocho años por la guerra. “Veíamos cosas muy malas, es mejor no recordar eso”. Antes de cumplir los 13, a razón de 5 pesetas la jornada, ya trabajaba de albañil, oficio que le ha dado de comer toda la vida. Su padre falleció cuando le tocaba la mili, se libró como hijo de viuda y ayudó (poco) a su madre vendiendo churros. “Estuve un año y al siguiente le dije, ‘madre, el que quiera churros que se los haga. Ya puede usted cagarse en todo lo barrido, que no los voy a hacer. ¿Me va a matar la juventud haciendo churros?”.

Blas, mozo de buena planta, ayuda a su madre con los churros en el año 1949.

Blas, mozo de buena planta, ayuda a su madre con los churros en el año 1949. Unai Beroiz

Con 21 años se fue a Cadreita a levantar la casa de planta baja de unos parientes. “Por ahí solía pasar la que hoy es mi mujer. Una finica, maja... guapísima. Y el tío Julián me decía: ‘No mires ahí, que tiene un padre con una escopeta y es el mejor tirador de Cadreita. Mucho cuidado, no es para ti’. Entonces yo le dije, por farolear, ‘mire tío, si estaría yo aquí, esa había de ser para mí’.

Ahí quedó la cosa y Blas regresó a Peralta. “Casualidad que al año siguiente mi patrón se queda una obra en Cadreita”. Un domingo de ronda atardecía y al hermano de María aún le parecía pronto para volver a casa con ella. Vivían en la estación, a kilómetro y pico del pueblo. Blas se ofreció. “Así sin más, nos bajamos”. Fue el primero de muchos paseos.

“Por ahí solía pasar la que hoy es mi mujer. Una finica, maja... guapísima. Y el tío Julián me decía: ‘No mires ahí, que tiene un padre con una escopeta y es el mejor tirador de Cadreita. Mucho cuidado, no es para ti'"

Blas Asín - Vecino de Iturrama

La torre Basoko

Su buen hacer como albañil le había granjeado cierta fama “y uno de Cadreita estaba empeñado en que viniera a Pamplona”. Blas y María ya eran la familia Asín Escudero. “José Mari iba para los tres años. Empiezas a mirar un poco, ‘¿qué va a ser, albañil?’ Hala, vamos a Pamplona que ahí hay Salesianos, hay Jesuitas, hay de lo que sea”, relata.

Comenzó en unas obras del cementerio y muy pronto “ya me buscaron para encargado. Yo no quería, porque se ganaba más como albañil a destajo. Y la María, ‘nada, tienes que ir’. Ella quería que llegaría limpio, porque siempre iba lleno de yeso. Total, que me convenció y fui. Nunca me penó. Aprendí lo poco que sé”.

Sin más formación que los problemas de geometría que resolvía de adolescente “en la escuela de noche que hacíamos en Peralta”, fue encargado de obra e invirtió 8 años en levantar la Torre Basoko. “Ahí estaba el arquitecto don Ramón Urmeneta. Cuando estábamos en la terraza, se arrima y me dice: ‘le voy a decir un secreto. Si usted no hubiera estado de encargado, yo no hago esta torre’”. Todavía hoy se sorprende: “¿De dónde me salió el aprender?”.

Blas posa en su casa con una fotografía de la torre Basoko de finales de los años 70. Unai Beroiz

En la trayectoria de Asín también destaca su faceta musical. De nuevo sin gran formación –el solfeo y el coro de niño o la ayuda de su hijo Javier, pianista y compositor– ha enredado con guitarra, acordeón y piano. Dirigió el coro Yoar y fue uno de los culpables del Riau-Riau recuperado por los jubilados en 2002. “Dijimos; hemos de empezar en el pocico de San Cernin, a ver si hace un milagro. Y lo hizo”. “Salió auténtico auténtico”, se enorgullece. 

Tocando el órgano en la parroquia Corazón de Jesús de Iturrama, donde ameniza la misa de las diez todos los domingos. Unai Beroiz

Tras un tiempo de ausencia (su mujer pasaba mala época) Blas vuelve a amenizar con el órgano la misa dominical de la parroquia. “Le llamo la misa de la santa infancia. El chavalico más joven tiene 65”. Y en la pandemia superó gripe A y covid, incluidos 21 días de ingreso más en el otro barrio que en este. “No se muere por no dejar a mi madre”, asegura José Marí. “Ojalá nos moriríamos juntos de la mano”, anhela Blas.

Retrato de Blas Asín, a punto de colocarse su txapela. "Qué estilo, ¿eh?", dice en cuanto se la pone. Unai Beroiz