Buscando la sombra, el viejo robledal que rodea la ermita de San Pedro volvió a ser lugar de encuentro de los y las altsasuarras, más cayendo en domingo. Y es que es la fiesta entre las fiestas de la villa, un intenso día que comienza temprano y nunca se sabe cuándo acaba. El vino, el zortziko y la comida son los pilares, los mismos que siempre, al igual que el escenario, en el que parece que el tiempo se ha detenido.
Del vino se encarga el Ayuntamiento, que lo reparte en las tradicionales tazas de plata o en vasos de material compostable. Fueron unos 400 litros. También daban agua, muy demandada este domingo. Además, había txosnas de diferentes colectivos y asociaciones.
En Altsasu no hay fiesta en la que no se baile el zortziko, una tradición que sigue muy viva, tal y como se pudo ver, con mucha juventud que acudió a la llamada de los txistus. Por la mañana fueron cinco. El primero fue por Palestina. Además, en torno a su bandera, un grupo de palestinos ofrecieron bailes de su tierra. Por la tarde hubo más, el primero encabezado por el alcalde, Javier Ollo.
Comida para todos
Las comidas, en cuadrilla o en familia, es el otro ingrediente de esta romería. Aunque algunas optaron por traerla preparada de casa y darle un calentón a última hora, otras hicieron fogatas para la txistorra y la tocineta del almuerzo y el asado de la comida, e incluso para una merienda-cena alrededor del fuego. Por ello, los cocineros y cocineras tuvieron más mérito aún si cabe.
El robledal de San Pedro volverá a ser marco festivo el domingo con las celebraciones de Urdiain, localidad con la que Altsasu comparte la titularidad de la ermita, donde según se dice en el dintel, el 20 de enero de 717 fue proclamado Gartzia Ximenez como primer rey de Navarra.