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‘Con G de Genaro’, el vino de la nieta como homenaje a su abuelo

Sara Valencia, viticultora de San Martín de Unx, crea el sello Casa Genara y mantiene vivo el legado vitivinícola familiar con una edición limitada de 1.258 botellas

‘Con G de Genaro’, el vino de la nieta como homenaje a su abueloUnai Beroiz

Si fuera por el abuelo, “ni una hierba siquiera” asomaría entre las cepas. Mucho menos tras una primavera en la que “ha llovido mucho y la hierba ha gozado”. La nieta sin embargo opina que favorece la presencia de microorganismos, nutre la tierra y ayuda a sujetar el suelo que se pierde por las escorrentías de las lluvias. Aunque les toque debatir sobre las diferentes formas de cuidar las viñas, Ángel y Sara Valencia miman la misma uva subidos al mismo tractor. Una viña familiar que estos genaros –como se les conoce en San Martín de Unx desde tiempos del bisabuelo de Ángel– mantienen viva en un esfuerzo de generaciones.

El legado aguanta con Casa Genara, el sello en femenino de Sara en el que contribuyen de forma voluntaria más genaros. Comenzó a elaborar en 2022, año de los incendios que castigaron a este pueblo de la Zona Media. A la primera no pudo ser. Sí hubo suerte con la añada de 2023. Su vino nació a finales del año pasado. Con G de Genaro. Una edición limitada de 1.258 botellas de garnacha de monte de San Martín de Unx como homenaje a su abuelo. “Él me enseñó sobre la paciencia, el esfuerzo y el trabajo. Me descubrió un mundo de emoción y pasión por nuestra tierra y sus viñedos. Me mostró la importancia del respeto y el cuidado, de cómo hay que compensar a la tierra por los frutos que ella nos da. Hoy me toca equilibrar un poco esa balanza”, explica Sara en la etiqueta de su vino. “No sé si ya me quiere subir a los cielos”, bromea con tanto piropo el abuelo.

Ángel y Sara Valencia, en el viñedo.

Para Ángel, de 89 años, que su nieta intente conservar el patrimonio vitivinícola familiar y le rinda ese homenaje es “una ilusión grande. Si puede mantenerlo, que lo mantenga... Hemos trabajado bastantes robadas de viña, pero yo ya no puedo”, se lamenta este sanmartinejo. Y eso que, como no sabe estar quieto, sigue bajando a diario a sus campos. Lo que ha hecho toda la vida. “Ahora no hago más que enfadar a los hijos”, opina al respecto. Asegura que el vino de Sara “está riquísimo, y no es porque sea de la nieta. Es verdad que lo está. Más vale que lo diga la gente de fuera que no su abuelo”.

El origen del proyecto

Sara Valencia, de 29 años, es ingeniera agrónoma, especializada con máster en el sector vitivinícola y con unos cuantos años a sus espaldas trabajando las viñas familiares con su abuelo y su padre, también Ángel. Ese contacto con el campo desde pequeña hizo que “le cogiera cariño” y se decantara más tarde por la Ingeniería. “Fue mi primera elección pero diciendo, ‘bueno, si no me cuadra tengo más opciones que me gustan como Audiovisuales o Magisterio’. Y me acabó gustando mucho. En un primer momento no me metí a estudiar con el objetivo de hacer vino, sino por ese vínculo con el campo y el pueblo”, reconoce. Con el trabajo en las viñas en la carrera y su experiencia laboral posterior, bien en Bodegas Máximo Abete y el proyecto VIVID –fue alumna en la primera edición de este proyecto de San Martín de Unx– le empezó a picar el gusanillo. Pensó en elaborar su propio vino. “Además se lo quería dedicar al abuelo porque para mí es un referente, como persona y como trabajador. Y dije, ‘venga, voy a hacerlo’”.

Se lanzó a generar una marca como empresa y a pensar “cómo podría ser el proyecto y con qué valores iba a defenderlo. Principalmente, quería intentar mantener todo el patrimonio vitivinícola de casa, hacerlo de forma sostenible y también poner en valor eh todo el trabajo que hay detrás en el campo”.

Lo que estoy intentando hacer es trabajar en los viñedos aprovechando la tecnología actual con la forma como se hacía antiguamente, y procurando hacer todo lo máximo posible desde el viñedo, que en la bodega se intervenga lo justo y necesario. Son vinos de mínima intervención”, cuenta. Vinos, añade, “capaces de expresar la esencia y la realidad del paisaje en el que se encuentra”. Una viticultura de monte bajo plagado de plantas aromáticas; romero, tomillo, lavanda o hinojo... y la garnacha de San Martín de Unx.

Tanto ella “como más gente de Navarra que también ha empezado recientemente”, se definen como “viñadores. Que trabajan la viña, pero también elaboran el vino”. Una labor en la que agradece el apoyo que le han brindado María y Yoanna Abete, “por ofrecerme la mano a la hora de lanzarme en esta aventura”. Por supuesto, también se acuerda de su familia, “en especial de mi hermano Rubén y mi primo Iván, pero sobre todo de mi padre Ángel, por ser mi brazo derecho en esta vida”, expresa agradecida.

Su intención es seguir por ese camino, con la idea de “mantener el viñedo familiar y poner en valor todo el trabajo y esfuerzo que nuestras generaciones pasadas han invertido con tanto mimo y cariño en el viñedo”. Que vaya dando sus frutos “poco a poco y con calma”. Y con el afán y curiosidad para seguir explorando: “me encantaría hacer rosado, me encantaría hacer blanco, algún otro tinto...”. Consejos y manos no le van a faltar en Casa Genara. Y ahí estará seguro su abuelo Ángel enredando.