La localidad de Burgui, en el Valle de Roncal, ha estrenado tres pinos navideños que sorprenden entre sus calles y fachadas de piedra. Su colorido resalta durante el día y su iluminación los hace especialmente atractivos por la noche.

Su colocación a finales de noviembre llamó la atención como una iniciativa novedosa, que contó con la implicación de numerosas personas, en una suma de voluntades vecinales que ha hecho posible la elaboración y colocación de tres pinos de ganchillo tejidos por un grupo de vecinas en una iniciativa sin precedentes.

“Esto es el ganchillo de toda la vida, solo que ahora lo llaman croché, pero aquí esta aguja de gancho se ha usado siempre. Era cosa de abuelas y ahora las abuelas nos hemos puesto de moda”, comenta risueña María Luisa Glaría, de 83 años.

Cuenta que lo practica desde niña y le apasiona. Aprendió la técnica rápido; ya hacía calcetines con su abuela mientras esta hilaba. En sus más de cuarenta años al frente de una tienda local, llenó su tiempo entre clienta y cliente. Tras quedarse viuda, se planteó enseñar a otras mujeres, con el objetivo de transmitir la tradición y la costumbre.

“Aceptaron con gusto y nos juntamos un grupo de diez mujeres en una sala del ayuntamiento desde hace un par de años. Comenzamos haciendo bolsos y gorros y el año pasado pasamos a confeccionar chaquetas. A medida que iban aprendiendo y cogían ritmo, aumentaban las posibilidades”, explica. Se reunían todos los jueves y el tiempo se les hacía corto.

Este año les planteó hacer un árbol de Navidad y colocarlo en la plaza. El grupo acogió la propuesta con sorpresa y entusiasmo. Además de María Luisa Glaría, han formado equipo Ana Mari Zabalza Fayanás, Caridad Tolosana Laspidea, Sara Glaría San Juan, Olga Sanz Iraola y Ligia Glaría Erlanz; también Milagros, María Jesús y Elisa, que han colaborado en un proyecto que ha generado vida comunitaria.

Uno de los árboles de navidad tejidos.

Han pasado el verano tejiendo, “domingos y festivos incluidos. Ha sido un verano fantástico”, recalca María Luisa. En la puerta de su casa formaban el corro como antaño, una estampa que llamaba la atención de vecinas de entre 65 y 80 años.

Burgui es un pueblo pequeño con muchas iniciativas. Nosotras hemos tejido, pero otras muchas nos han ayudado aportando las lanas”, relata. Ellas han costeado su “capricho” y después el Ayuntamiento ha contribuido con la colocación, las luces y el armazón.

En total, han tejido más de 1.000 piezas y lo que iba a ser un solo pino se multiplicó por tres. Se han colocado en la puerta del ayuntamiento, en la plaza y en la Cueva. La instalación fue llamativa y la inauguración, una fiesta emocionante, con gran expectación. Coincidió con el día 6, celebración en Burgui de la tradicional fiesta del Obispo, protagonizada por el Obispillo y los niños y niñas del pueblo.

“El encendido fue muy emocionante, sobre todo el de la Cueva y el reflejo de los colores en la piedra”, reconoce María Luisa.

Los tres pinos navideños lucen especialmente bonitos en el pequeño pueblo y por la noche ganan con el encendido automático, de 18.00 a 24.00 horas.

Finalizadas las vacaciones de Navidad, el grupo se pondrá manos a la obra con una nueva idea. “Tal vez hagamos mantas”, apunta.

Sea lo que sea, seguirán haciendo comunidad y pueblo, disfrutando de los corros y del trabajo compartido en armonía.