Villava - Harina, agua, levadura y sal. Cuatro ingredientes y un proceso sencillo que, con un poco de paciencia y buen humor, está formando semana tras semana una cantera de pequeños panaderos en Villava.

Todos los domingos a las 11.30 horas, el Molino de San Andrés se convierte en una panadería infantil gracias al taller de pan que organiza la Mancomunidad de la Comarca. Con las manos bien limpias y las barrigas vacías, los pequeños procesan sus propias barras que luego pueden degustar.

La elaboración pasa por mezclar los ingredientes y amasar. “Es curioso porque en estos tiempos pensamos que todos los niños son nativos digitales pero les das algo manual y funcionan de maravilla. Con el pan se quedan absortos y muy concentrados”, destaca Xabi Maia, educador ambiental y responsable del taller.

La actividad, que se realizará cada domingo hasta diciembre de 2020, se imparte en castellano y euskera aunque a veces, confiesa Maia, es complejo: “Suelen ser grupos heterógeneos de gente y es complicado, aunque a nivel individual se intenta dar las explicaciones en ambas lenguas”.

Aunque la afluencia de gente es variable y no siempre se llena, muchos niños han hecho del taller una cita ineludible y repiten. “Hay auténticos profesionales del pan”, subraya Maia, que destaca asimismo el éxito del servicio de préstamo de bicicletas gratuito que oferta el Molino.

En este sentido, el educador señala que además de las actividades organizadas por la MCP, el espacio y su entorno es ya un reclamo en sí. “Cuando hace buen tiempo hay flores, peces, animales... Es un lujo”.

Desde otros centros de información como el batán de Villava, los depósitos de Mendillorri o el manantial de Areta se han percatado de que la afluencia de gente ha aumentado. “El ocio en Pamplona está cambiando un poco y la gente se está volviendo más local. Se nota que los planes de domingo sin tener que mover el coche van a más”, comenta Maia sobre su experiencia en el Molino.

El responsable sostiene que la gente conoce las actividades pero “siempre podría haber más información”. El factor positivo es que todos los centros cuentan ya con una larga trayectoria y “poco a poco van calando”. En el caso del Molino de San Andrés, Maia destaca el aliciente que supone la apertura del bar con terraza en abril o mayo. “También está la exposición fija sobre la historia del Molino, la meteorología y el río, además de otras exposiciones cambiantes como la que hay actualmente sobre el patrimonio hidráulico”, añade.

El Molino se remonta al siglo XVI, cuando los vecinos de Huarte y Villava aunaron sus esfuerzos para levantar la infraestructura necesaria para cubrir la necesidad de pan de la población. Quinientos años después y con algún que otro avance tecnológico, el molino acoge el Centro de Información y Educación Ambiental del parque Fluvial y también una panadería dominical, una forma de recuperar su historia y su vida ligada al trigo, al maíz y a otros cereales panificables.