A las diez de la mañana no hay ni rastro de los 23 niños que viven en Eraul. A esas horas se encuentran en sus respectivos colegios en Abárzuza y Estella. Hablamos de una tercera parte de los 78 vecinos de un pueblo que, en la última década, ha crecido en veinte personas, un caso atípico en el mapa desolador de la despoblación en las pequeñas poblaciones de Tierra Estella. Pero cuando se pregunta por las razones de este pequeño milagro poblacional aparecen claros varios motivos. Algunos son históricos que hablan de que en Eraul hay referencias desde la Edad del Hierro, que fue también poblado romano; lugar estratégico durante la formación del Reino de Navarra y hasta en el Siglo XIX fue escenario de una de las batallas más famosas de las Guerras Carlistas.

Junto a las peñas de San Fausto:

Su ubicación le hace estar al lado de un tesoro orográfico como las peñas de San Fausto, una poderosa infraestructura caliza que desde hace un tiempo acoge decenas de vías donde practicar la escalada y una escuela en la que este deporte se hace accesible a casi todo el mundo. Por si esto fuera poco, posee en su término, dos joyas: la Encina y el Roble, habitantes centenarios de sus montes. Y eso por no hablar de las vistas privilegiadas del mirador de Lakua o las que se ven desde cualquier ventana sobre del suroeste de Navarra.

No es de extrañar que haya habido gente que al conocerlos se quisieran quedar a aquí a vivir . O también a emprender la tarea de rehabilitar sus casas para invitar a quien quisiera vivir este espectáculo. Es el caso de Ester Erdozain que vino de Arizala y se casó en Eraul. Con el tiempo abrió su casas rurales Lazkua I y Lazkua II. Vicky Briongos hace diez años que puso en marcha el hotel rural La Madriguera de Tomaso, locales que han permitido a cientos de personas vivir por unos días en este balcón abierto y con vistas que es Eraul.

En este lugar también Mariela Goñi pensó que podría montar una pizzería como La Panpinela "para vivir en el pueblo. Porque es más fácil montar tu negocio en casa que tener que desplazarte". Su local a las afueras de Eraul es de pizzas artesanas para comer en al terraza o llevarlas a casa y ya se han hecho famosas en toda la Merindad de Estella y más allá. Que sean tres mujeres las que estén al frente de los negocios no es casual. "La mayor parte de los negocios del mundo rural están llevados por mujeres. Hay que pensar que detrás de cualquier actividad empresarial también está la cuestión de conciliación familiar", coincidieron.

Jóvenes en el pueblo

Otra parte de los culpables de que Eraul cuente hoy con tantos niños son los jóvenes de la localidad "que decidieron quedarse en Eraul en vez de salir del pueblo" comentó la alcaldesa de este concejo perteneciente al ayuntamiento de Yerri, Iranzu Lizarraga, para quien esto no ha parado ya que actualmente hay dos casas que se están rehabilitando y en poco tiempo estarán también habitadas. Uno de los proyectos que actualmente manejan en Eraul es la construcción de un parking que pueda asimilar el creciente número vehículos que las diversas actividades generan. Actividades que abren también un velado enfrentamiento entre los partidarios de que se mantenga con su actividad actual o los que admiten que esta pueda crecer todavía más.

Tensiones que no alteran la perspectiva de la diversidad de vecinos que habitan en Eraul. Así la pareja de artistas Juan Sukilbide y Mari Jose Rekalde encuentran aquí su lugar de trabajo e inspiración "nos trasladamos desde Dicastillo que cuenta con todos los servicios, a Eraul que no los tiene. Inicialmente fue la casa la que nos atrajo y ahora nos ha atrae el pueblo", afirmó Sukilbide. Rekalde valoraba, sobre todo, que "aquí podemos disponer de una casa con unos espacios que no podríamos tener en ninguna ciudad".

A Felipe del Cojo lo que hace ocho años le atrajo de Eraul fue la cercanía a la montaña. Dejé mi trabajo sociosanitario en Toledo "me vine aquí donde compré un casa y la he reformado".

Otro de los vecinos es Andrés Fresno, un argentino que ha vivido en varias localidades "con la compañía Próspero Teatro a cuestas" y que se ha afincado en Eraul donde niega la maldición de que "las pueblos pequeños tengan conflictos grandes. A mí siempre me han recibido muy bien en todos los sitios en los que he vivido".

"Vivir aquí para mí es muy cómodo"

Entre los vecinos también encontramos a la pareja de Jorge López y Elena Párraga, esta es una madrileña que trabaja como controladora aérea del aeropuerto de Noain, que viven en Eraul con su hija Lina de 8 años y que es una de las 23 niños que viven en el pueblo y llenan su calles de vida, "cuando aprobé las oposiciones pedí venir a Pamplona". Elena reconoce que le atraen los pueblos "antes estuve en Arguiñariz (Guesalaz) y ahora vivir aquí para mí es muy cómodo. Estoy a media hora de trayecto de mi puesto de trabajo: en Madrid tenía que hacer trayectos de más de una hora".

Fátima Abdeselam vino a Eraul desde Ceuta. Es una técnica sociosanitaria que ha trabajado en centros de Lerín y Artajona. Actualmente lo hace en el centro Oncineda de Estella-Lizarra, mientras aguarda que su hija mayor acabe un curso para venirse también a Eraul. Vive con su prometido y sus dos hijos en una casa que le han dejado Ramón y Cote, una pareja de la localidad que vive en Pamplona, "tendría que vivir dos veces para agradecerles lo que han hecho por nosotros". Sus hijos van a estudiar a Estella al colegio de Remontival. "Van en taxi. Cada viaje es para ellos como una gran aventura".

Uno de los últimos en llegar

Iñaki Esparza es de Pamplona, pero tiene su origen en Eraul. Es uno de los últimos vecinos en llegar junto con su pareja, Elena Iniesta, que es de Murcia, "está acostumbrada al sol pero esto le gusta mucho". Este año ha hecho realidad uno de sus sueños ir a vivir a Eraul, el pueblo de sus antepasados. "Se le conoce como Casa Esparza y aquí hemos vivido yo y mis primos. Siempre quise venir a vivir a mi pueblo, al final ha coincidido nuestra llegada con la pandemia pero hubiera sido igual sin ella". Las calles silenciosas de Eraul apenas se rompen con el paso de algún tractor o el golpeteo de un martillo en las obras de alguna casa, un silencio se acaba cuando a las tres de la tarde llegan los niños de la escuela de Abárzuza y de Estella y siembran de alegría y futuro, el aire limpio y esas vistas privilegiadas de este rincón de Yerri.