Aoiz se vistió de domingo de fiestas y fue un escaparate de una representación de los grupos que forman su tejido cultural. Una mañana de posado que inició la Comparsa de Gigantes y Cabezudos después del almuerzo para sostener el día grande, tradicionalmente reservado para la gigantada, la concentración de gigantes que este año no han podido celebrar. Sin embargo, fue especial porque a primera hora se sumó a la familia el nuevo miembro, Braulia, La costradera, el cabezudo que recuerda el típico postre agoizko obra del Txoko Artesano de Olite.

La idea y el gesto fue de Raúl Etxarte Viana, vecino y fundador de Alder (actividades lúdico deportivas rurales), de 64 años, que próximo a su jubilación ha tenido el detalle. “Es mi forma de agradecer a la comparsa y a los ayuntamientos con los que he trabajado durante 24 años. Una figura en la línea popular que recuerda personajes o tradiciones, como es nuestra costrada, para reforzar que nuestro permanezca nuestro postre típico, con el que Aoiz se identifica y ojalá llegue a comercializarse”, expresaba.

Con Braulia son 8 los cabezudos que integran la comparsa y se suman a los 6 gigantes y 4 pequeñas figuras, más el zaldiko.

En nombre del colectivo, Unai Lako, agradeció a Raúl Etxarte “un detalle muy chulo, que no es muy habitual. Que la figura se sume a los personajes tradicionales e históricos de la villa, también es un buen motivo”, significó,al tiempo que adelantaba que el año que viene “habrá gigantada en Aoiz”.

Braulia se estrenó con el niño Julen Valdivia y todas las miradas, infantiles y adultas, se posaron en él. También los ojos de Etxarte, a punto de cerrar un ciclo vital que comenzó en 1998, en el agoizko barrio de San Miguel, “con la recuperación de los juegos de antaño en unas fiestas en las que no había nada para la infancia. Con cuatro cosas y mucha ilusón y el apoyo de Lantxona y su cuadrilla. Después se expandió”, recordaba el agoizko que hizo de su afición una profesión.

Acto seguido, la comparsa participó en la procesión en honor a San Miguel, con la Banda Mariano García, Milaur Agoizko Gaitari Taldea y el grupo de danzas txiki, Dantzari Txiki Taldea. En el recorrido dos paradas obligatorias: la primera, ofrenda floral y Agur Jaunak de la Coral San Miguel, que ayer sonó “lento y solemne”, según el nuevo director Sergi Moreno-Lasalle, al frente de una formación de 30 personas con edades comprendidas entre los 19 y 70 años. La coral interpretó después en el templo

de Mariano García. Allí, Urko Dendarieta y Josu Salinas bailaron el Vals de la Iglesia al ritmo de gaitas y tambor de Alberto Ibáñez, Juanjo Ventana y Lander Ibáñez.

La segunda parada obligatoria, en la plaza Mendiburua. Fue para escuchar la Jota al Santo de Javier Erdozáin, con Rafa Urabayen al acordeón y Marisa Burguete a la guitarra. “Volver después de dos años es muy emotivo”, declaró el aplaudido vecino que la cantó por cuarta vez.

A la plaza de la BajaNavarra, regresaron ayer igualmente Txontxongillo, Gorulari, Arku-Dantza, Makil-Txiki, las Pamplonas, y el Ingurutxo de Aoiz; la Euskal Dantza con 5 grupos y 56 dantzaris de 5 a 16 años de Agoizko Dantzari Taldea. Y no faltó el tradicional reparto de chorizo, queso y vino.