Larga y, por momentos, tediosa, fue la cuarta corrida de toros, en este caso de rejones, de la feria. Un metraje excesivo para las pocas escenas artísticas presenciadas. Casi de anochecida y sin ganas de celebrar algo. Por generosidad, al matar con brevedad, que no por méritos adquiridos, Ana Rita cortó una oreja del quinto toro de la función. Si bien el único toreo con tientes clásicos y de pureza lo puso Sergio Domínguez; en especial ante el cuarto toro, mas mató mal y cambió una oreja de peso por el silencio de indiferencia del público al liarse varias veces con el descabello.

Los toros de la ganadería de Joaquín Lora Sangrán, debutante en el centenario coso tafallés, tuvieron magnífica presencia: Bien comidos y musculados. Ante la excesiva presencia de los capotes de los auxiliadores dieron fe de que hubiera compuesto una magnífica corrida de lidia ordinaria. Fuerza, recorrido y humillación; sobre todo los tres castaños del encierro, que se sortearon en primer, segundo y sexto lugar. También tuvo buena condición el quinto, otro toro cuajado, en este caso negro mulato, al que la portuguesa Ana Rita le cortó la única oreja de la función. Se contaba entrebarreras que la corrida de la divisa sevillana estaba destinada para toreo a pie en la pasada feria de Tudela. Seguro que hubiera propiciado el buen toreo.

Sergio Domínguez cita al primer toro, el colorado ‘Madrugador’, con el salto de su montura en banderillas. Iñaki Porto

Sergio Domínguez topó como abreplaza con un castaño Madrugador, de hechuras y juego importantes. El calagurritano se mostró un tanto frío de inicio. La faena fue de menos a más, pero sin llegar a despertar pasiones. Un rejón desprendido al primer intento rebajó pañuelos, hasta ser insuficientes, en la petición de oreja. La cosa quedó en una merecida vuelta al ruedo.

Como está dicho, el riojano conformó la mejor faena de la tarde ante el cuarto toro, Colgador. Un toro de muchas y apretadas carnes que se mostró siembre bravo y dándose importancia. Sergio, más metido que ante su primer oponente, completó una buena faena, aunque es cierto que larga en demasía. El mal y atravesado manejo de la hoja de peral y, pie en tierra, el de la cruceta, restó mucho los méritos adquiridos.

Y es que matar con brevedad es la piedra filosofal actual del toreo. Para comprobarlo valió solo ver como la amazona lusa, Ana Rita, tras una faena inconexa y a trompicones despenó al quinto toro de Lora Sangrán. Rejonazo de aquella manera y el toro que dobla enseguida. Oreja a la brevedad. Más aún por lo de ser breve en un festejo que iba a cámara lenta y con el plus de la devolución del tercer toro, que fue sustituido por otro del mismo hierro.

El causante de la salida del hermoso sobrero, Bonachón, fue Mario Pérez Langa. El voluntarioso y simpático caballero de Catalayud descordó parcialmente a ese toro con un rejonazo, involuntario, pero muy trasero. Al mansito tercero bis, Jocoso, lo lidió al sesgo sin apreturas. Se excedió, con permiso del palco, hasta convertir al toro en una muestra de la ferretería Urvaca. Rejón que hace guardia, aviso y descabellos.

En el sexto, otro Puntillito castaño, se juntaron las urgencias con el trance de una leve cornada al caballo Garibaldi. Los repetidos pinchazos rubricaron una tarde tediosa.

Los toros

l Ganadería. Seis toros cuatreños de Lora Sangrán. Bien presentados, con kilos y hondos. Despuntados para rejones. Manejables en conjunto. Primero, segundo y quinto, con fuerza, humillando y y con transmisión. Los otros tres, de menos casta y con alguna dificultad.

Los rejoneadores

l Sergio Domínguez. (Chaquetilla gris). En el 1º, vuelta al ruedo tras petición. En el 4º, silencio.

l Ana Rita. (A la Federica con casaca azul marina). En el 2º, vuelta al ruedo tras petición. En el 5º, oreja.

l Pérez Langa. (Chaquetilla grana). En el 3º, silencio tras aviso). En el 6º, silencio.

Las gradas

l Presidencia. Con buen criterio a cargo de Marta Gómez Lerga, asesorada por Sagardía y Gaviria.

l Ambiente. Media entrada en tarde agradable con sol y nubes de modo intermitente.