Comenzó la feria de la villa navarra del bajo Arga con una novillada desigual, pero colaboradora, de El Retamar, de estirpe Núñez. Salió triunfante Valentín Hoyos, que superó un casi novillo al corral en el primero de su lote (dos avisos), y levantó la aplomada tarde peraltesa cortando las dos orejas de Teniente el último utrero de la función. El novillo más bravo en el caballo fue el segundo y tuvo mucha importancia en la muleta, pero no lo aprovechó el espigado toledano Jorge Molina.

La tarde, a pesar de que los novillos prestaban todas sus bondades para que les cortaran las orejas, en especial el terciado primero e impropio de la plaza de Peralta, de capa melocotón, caía por un tobogán plomizo. Subió algo el listón Álvaro Seseña, que había mostrado buenas maneras ante ese primero, sin encontrar eco por el pobre trapío de su oponente, cortando una merecida oreja del cuarto, un Sanluquerito bien picado por Sangüesa y algo desigual en ritmo, pero con movilidad y más entregado por abajo en las últimas tandas. Mucha voluntad del albaceteño y buenos abroches por los dos pitones en los pases de pecho. En el primero de su lote tuvo escasa petición y dio la vuelta al ruedo. En esta ocasión si hubo suficientes pañuelos. El presidente, Juan Carlos Castillo Ezpeleta, asesorado por Francisco Javier Campo y Jesús María Rázquin, concedieron el trofeo.

Muletazo de rodillas a uno de los astados de El Retamar.

Jorge Molina toreó como de salón al jabonero de Pereira Lupi que hizo de sobrero para sustituir al renqueante quinto. Un novillico aún con menos trapío que el primero titular. El personal dejó que Molina se explayara e, incluso, le dedicó algunas palmas y saludos tras pasaportar al chico jabonero de una espadazo eficaz. Faltó la emoción que, en primera instancia, pide una plaza como esta.

La verdad, el encierro, amén de lo desigual de su presentación, tuvo poca cara y astigordas defensas. El día de la patrona de la villa se debería mostrar más escaparate en cuanto a la materia prima.

La tarde se alargaba en exceso y pesaba un tanto a pesar de la oreja de Seseña. Mas salió Teniente, con kilos y buena casta para ofrecerse a un novillero que estuviera en novillero, que se decía antes. Valentín Hoyos lo entendió desde el saludo con el percal y rubricó el festejo con una faena plena de entrega y, por momentos, con hondura y templada verdad. La segunda oreja era un punto dudosa, pero se dio, y salió a hombros.

Los novillos

El Retamar. Seis utreros desiguales. El 5º, sustituido por un sobrero muy chico de Pereira Lupi. Terciado y con calidad el 1º. Cumplieron en una vara, muy bravo el 2º. Nobles y con movilidad, en conjunto. Completo el astigordo sexto, premiado con vuelta al ruedo.

Los novilleros

Álvaro Seseña. Vuelta al ruedo y oreja.

Jorge Molina. Silencio tras aviso; y saludos

Valentín Hoyos. Silencio tras dos avisos; y dos orejas. Salió a hombros.