Ferrer Martín, que demostró la mejor monta de la terna, no pudo con el sexto toro y escuchó los tres avisos.Iñaki Porto
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El titular no daba para decir que lo de que ¡Había una vez un circo! era por tercera vez. Como si fuera el tercer aviso para decir que en los pliegos consistoriales y las empresas venideras para gestión de la importante feria de la ilustre ciudad de Tafalla no se vuelvan a programar corridas de rejones. Cuando menos, que no sean de tan bajo porte. Ya son tres veces consecutivas en las que el ancestral Arte de Marialva se convierte en tedioso y esperpéntico festejo. Un respeto, desde luego, para los profesionales a caballo y a sus súbditos que las pasaron de Caín, y a la empresa, pero ya está, tres avisos y y esta historia al corral. La vecina de localidad se fue al segundo toro diciendo que prefería pasear al perro. Y dos gabachos, que se alojaban en las afueras, esperando a la corrida de Reta de Casta Navarra de hoy, aguantaron porque les hacía gracia la cosa. Incluso, amagaban un pis de la risa cuando les explicaron qué quería decir al final la música de la solanera que rememoraba a Gabi, Fofó y Miliki.
Una pena de escena, larga y, lo peor, que alejaba la afición a unos y otros. Y a otras, claro.
Si fuera Macua u otro empresario con criterio, fácil criterio, vamos, hubiera apostado por dos soluciones mejores y a mano. Más caras, sin duda, pero que hubieran llenado el centenario coso. Primera: traer a Pablo Hermoso de Mendoza para que se despidiera de una de las plazas emblemáticas de su carrera. Justo hoy, se cumplen 35 años de su alternativa en este mismo ruedo. Un adiós perfecto.
Segunda opción: aprovechar el buen momento demostrado con triunfos recientes de Roberto Armendáriz. El de Noáin, sin perder detalle, ocupó un puesto en un burladero de mayorales en el callejón. Visto ahí, daban ganas de decirle que saliera de paisano a arreglar tamaño desaguisado. No lo permite el reglamento: qué pena. Tampoco los forales y el presidente dejaron, obviamente, que Ferrer Martín procediera a mandar que uno de sus peones apuntillara al sexto toro desde un burladero. Un poema malo de la Españita más oculta y cutre.
Paulo Jorge Santos a la Federica y tricornio ribeteado, autotributándose. Cuauhtemoc a lo charro pegando caballazos y echando compadreos desde el mismo ruedo en la solanera mientras su colega Ferrer pasaba un vía crucis. Tequila en jodienda.
El cabreo de la parroquia tafallesa quedó endulzado por la atinada improvisación de la música de los payasos de la tele.
Como dato curioso, suertudo o veraz, el espadazo y el verduguillo a la primera del charro mexicano ante el segundo toro.
La reseña de rejonazos (tres puso el cabaleiro luso al 1º, que no está permitido), las banderillas a la carrera (Ferrer lo hizo mejor) y los hojazos de peral de muerte cual ferretería china, fueron lamentables. No me extraña que los gordos toros lusos dijeran que no querían saber nada de circos.
GANADERÍA
Rosa Rodrigues. 6 toros, tres cinqueños, con muchos kilos y seriedad. Manejables, mal lidiados y todos, en especial el sexto, aquerenciados en el último tercio.
REJONEADORES
Paulo Jorge Santos. A la Federica con casaca azul. En el 1º, silencio tras dos avisos. En el 3º, vuelta por su cuenta.
Cuauhtemoc Ayala. De charro. En el 2º, silencio tras aviso. En el 5º, silencio tras dos avisos.
Martín Ferrer. De campero. En el 3º, silencio tras dos avisos. En el 6º, pitos tras tres avisos.
LAS GRADAS
Presidencia. Correcta, agotada y desesperada, dando avisos y negándose a triquiñuelas varias.
Incidencias. Tarde agradable y media entrada. Tres horas de función. Las peñas tocaron la típica canción de los payasos.