Desde la Fundación Banco de Alimentos (BAN) han mostrado su "preocupación" debido a que, en los próximos días, se deberán enfrentar a un traslado forzoso de su sede central en el  Polígono Industrial Plazaola, en Aizoain-Berrioplano, hasta otra nave que se ubica en el Polígono de Agustinos. La mudanza supondrá un coste extraodinario de 300.000 euros, por lo que su actividad se encuentra en riesgo. En una rueda de prensa celebrada este viernes en su todavía sede, Marisol Villar, presidenta del BAN, ha explicado que los dueños del almacén necesitan venderlo, de manera que solo tenían dos opciones: o comprar el espacio o buscar otro recinto en el que poder continuar su actividad. "Nosotros no generamos dinero, sino que vivimos de las donaciones de la sociedad navarra y de diferentes entidades. Por eso, es imposible tener una inversión de un millón y medio de euros para quedarnos en el mismo sitio", ha apuntado.

La mudanza, un reto técnico y logístico

Antes de contemplar este llamamiento a la solidaridad, solicitaron ayuda a las instituciones públicas o a particulares que quisieran comprar la nave, pero "no nos ha quedado otra opción que buscar otro local. Y son muy pocos y caros", ha comentado. De hecho, durante estos diez años en la sede en Aizoain-Berrioplano, el coste por arrendamiento era de 3.200 euros al mes "porque era un contrato de alquiler solidario". Sin embargo, el nuevo contrato implica un pago de 40.950 euros más por año (79.650 euros frente a los 32.610 euros anuales que pagan actualmente). "Son tiempos difíciles y complicados. El año pasado tuvimos pérdidas, a pesar de tener una actividad normal. Y al ver todo el gasto que tenemos que hacer, estamos asustados porque no sabemos qué va a ser de nosotros". De esta forma, en caso de que la fundación desapareciera, se detendría la distribución de alimentos de primera necesidad a las 22.757 personas en situación de vulnerabilidad a las que atienden cada mes (8.151 familias en toda la Comunidad Foral).

Marisol Villar, presidenta del Banco de Alimentos. Jon Urriza Guillen

En lo que respecta a la mudanza, no se trata de un traslado al uso dado que implica el desmontaje y posterior instalación de toda la infraestructura logística y administrativa: estanterías industriales, cuatro cámaras frigoríficas, maquinaria, oficinas, suelos (solo esto supone un gasto de 30.000 euros por cuestiones sanitarias y de seguridad alimentaria), sistemas eléctricos, calefacción, saneamiento, pintura, etc. Por el momento, el próximo martes ya comenzarán las labores de limpieza de la sede en Agustinos, que durante mucho tiempo se mantuvo vacío. "Y solo limpiar son 5.000 euros. Son cifras que se nos escapan, pero no nos queda otra porque en la calle no nos podemos quedar", ha expresado. De esta forma, se hace un llamamiento urgente a la solidaridad de toda la sociedad navarra para solucionar esta problemática a través de donaciones mediante transferencia bancaria a entidades, como Laboral Kutxa, Caja Rural, CaixaBank o Banco Santander, BIZUM (00262) o a través de la página web del Banco de Alimentos.

Una estructura de financiación ajustada

El presupuesto anual del BAN asciende a 494.755 euros, una cantidad que se destina, sobre todo, al mantenimiento básico de su actividad. Se trata de una cifra que se sostiene mediante financiación pública (40%), aportaciones particulares (24%) y el apoyo de empresas y fundaciones (33%), en un esquema que, según ha recordado Villar, exige la máxima eficiencia. "Cada euro cuenta. No hay lujos. Todo va destinado a que los alimentos lleguen donde más se necesitan. El sobrecoste del alquiler ya es una losa a futuro. Pero lo urgente ahora es conseguir los fondos para acometer el traslado sin parar nuestra actividad ni un solo día", ha insistido la presidenta, que ha apelado a la colaboración de empresas, instituciones y ciudadanía. "El hambre no espera", ha recalcado.

Por otro lado, también ha destacado que el cambio de sede, que tendrá que efectuarse de manera definitiva el próximo 26 de septiembre, supone también una transformación completa de una manera de trabajar en una infraestructura que funciona "como un reloj solidario" como consecuencia de los diez años en los que la han estado adaptando. "Ahora debemos desmontarla pieza a pieza y volver a ponerla en marcha en otro lugar, pero sin interrumpir nuestra labor diaria", ha señalado. De esta forma, aunque detendrán la distribución de alimentos secos en septiembre, puesto que los voluntarios tendrán que dirigir gran parte de su trabajo a la mudanza, entre la que se incluye el traslado de 150.000 kilos de comida, en agosto repartirán los productos alimentarios de sendos meses para evitar que las casi 23.000 personas atendidas se queden sin su cesta mensual. No obstante, sí que continuarán la entrega de frutas y otros alimentos que no se puedan mantener en despensa. Así, al concluir la rueda de prensa, Villar ha reiterado su llamamiento y ha recordado que "cualquier ayuda, grande o pequeña, cuenta. Cada aportación suma en este momento crítico".