Julio se despide convirtiendo el Aeropuerto de Pamplona-Noáin en la puerta de un pequeño éxodo moderno, aunque no hay desiertos ni profecías que cumplir, solo maletas con ruedas y prisas envueltas en protector solar –a pesar de que el tiempo no acompaña, la gente tiene la cabeza puesta en su destino vacacional, con un calor más propio del inicio de agosto–. De esta forma, los pasajeros se abren al mundo a través del aire en busca de lugares con playa, piscina o en búsqueda de nuevos horizontes en parajes lejanos que descubrir. Y, así, entre bostezos, abrazos de despedida, alguna que otra lágrima y mucha ilusión, comienza el ritual anual de abandonar lo cotidiano con la esperanza de que el viaje sea excepcional. Y de no haberse olvidado nada del equipaje en casa.
Entre maletas, mochilas y carritos, Jokin Maestro y Asier García de Albéniz, de 21 años y vecinos de Zumarraga, caminaban con determinación bíblica hacia la puerta de embarque, tratando de asumir las once horas que tenían por delante hasta llegar a Sri Lanka, destino que escogieron después de que Asier relatara a su cuadrilla su experiencia el año pasado en Malasia y la de hace dos años, cuando realizó un interrail desde Roma hasta Estambul. A Jokin, que nunca había salido del país, le picó la curiosidad y quiso emprender esta nueva aventura sin saber qué se va a encontrar en este país al sur de la India. “Lo único que quiero es conocer culturas y algo de mundo. Voy con alguien que sabe”, comentó Jokin sonriente. Y, de hecho, fue este quien le sugirió a Asier realizar el viaje. “Me dijo que nos fuéramos a donde yo quisiera. Y, cuando empezamos a mirar, valoramos este destino porque era el más barato y el que más nos convencía”. Estos amigos planificaron algunas “cosillas”, como una ruta circular y algún que otro safari “en el que poder ver elefantes, iremos a algunas playas. Y, a la vuelta, nos quedaremos tres días en Dubai, aprovechando que vamos a hacer escala”, relató.
Días de playa
Otros viajeros, en cambio, no han planteado un destino tan ambicioso, sino que prefieren llegar a un lugar en el que rehuir del frío y la alta probabilidad de lluvia que ha acompañado a la capital navarra durante semanas. David Cordovilla, vecino de Olite, organizó unas vacaciones en Canarias para que su hija María, de 13 años, conozca la experiencia de viajar en avión por primera vez. Aunque “no me da miedo, tengo muchas ganas de viajar y ver todo desde el cielo”, mencionó la joven. Y, sobre todo, por las ganas de probar un poco de sol y sufrir un poco el calor húmedo de la isla. “Cuando llega el verano, en Pamplona aprietan las temperaturas al principio, pero ahora solo apetece chaqueta. Esperamos que el clima sea mejor allá”, dijo el padre. “Y a ver si cojo algo de color, que nunca me pongo morena”, añadió la hija.
De igual manera, Gisela Estupiñán, de 34 años, y Naiara Hidalgo, de 14, también se decantaron por unas vacaciones de madre e hija. Aunque ellas comenzaron su viaje desde Suiza, donde residen habitualmente. Después de haber pasado unos días en Iruña, en donde vive la madre de Gisela y donde vivieron ellas durante un tiempo, su siguiente destino es Madrid y, posteriormente, Valencia. “Nuestro objetivo es visitar diferentes ciudades del Estado porque, cuando estábamos aquí no viajábamos muchos”, mencionó Gisela. Durante los primeros días en la capital, madre e hija se reencontrarán con algunos familiares y ya en Valencia pasarán unos días junto al mar. “No conocemos el Oceanogàphic y nos lo han recomendado, así que ya llevamos las entradas y las ganas de pasar mucho tiempo juntas, que a partir de esta edad las hijas ya no quieren pasar tanto tiempo en casa”, se rio Gisela.
Volver a casa
Entre los pasajeros ilusionados, también había caras de pena que se lamentaban de la llegada de agosto y, por tanto, del fin de sus vacaciones. Así, Pamplona también se convierte en uno de los escenarios perfectos para disfrutar entre amigos o con la familia, más allá de unos Sanfermines que ya quedan atrás. Rubén Cruchaga, natural de San Luis (Misuri), pasó un mes de vacaciones con sus padres por Navarra con el objetivo de visitar a la familia que dejaron aquí cuando se mudaron a EEUU. Y la experiencia ha sido “inmejorable. Hemos disfrutado mucho de estos días aquí porque allá hace mucho calor y, además, es muy húmedo”, comentó con pena de dejar Navarra.
En el caso de Carlos Orlandiz, Miren Apalategui y sus hijos, Miguel, Carlos y Luis, regresaban a su domicilio en Mallorca después de haber pasado dos semanas en Pamplona, tal y como hacen desde 2006, para coincidir con la familia de Miren, que vive en Zizur, donde ella nació. “Pero todavía nos queda una semana de vacaciones que aprovecharemos”, señaló el padre. Así que solo queda esperar a que el año que viene regresen a Pamplona con un mejor tiempo y, quizás, Miguel se aventure a visitar los Sanfermines solo. Mientras tanto, el resto que disfrute de su éxodo vacacional, que ya tocaba.