Así que, en estos 50 años de historia habrán salido de la freidora fácilmente dos millones de bolas de huevo del Río. Con estas cifras, no es difícil pensar que cualquiera que lea esta noticia se lo habrá llevado al gaznate alguna vez.

Y eso que muchos desconocen que el huevo del Río y el huevo del Museo, en San Gregorio, son hermanos de padre. Porque el padre de Joaquín Barberena tenía el bar Orbaiceta, en San Gregorio, hasta que en 1963 se jubiló: "En el Orbaiceta, luego Museo, se quedó su otro hijo, Ceferino Barberena, mientras que Joaquín Barberena cogió el Río. Y ambos impulsaron la misma receta del frito de huevo en el Museo y el Río", dice Roberto Recasens Chango, desde 1997 dueño del Río junto a Roberto Irurzun Santaquiteria.

Y bien lo hicieron. Del huevo del Río viven hoy los 9 trabajadores del popular bar, pero en su historia decenas de personas han mantenido viva una receta que ha elevado esta bola de besamel a los altares del vermuteo pamplonés: "Sí, sí, literalmente vivimos del huevo. El 30% de la caja diaria viene del frito, y si sumamos el frito, éste u otros, como la gamba o el pimiento, y la consumición, el 80%, porque aquí no damos comidas ni funcionamos como bar de copas", señala Ricardo Recasens.

En estos 50 años, la receta de Barberena se ha mantenido intacta. "Se la enseñó a mi madre, Mª Cristina Chango, en 1997, y ella fue la cocinera hasta que se jubiló hace tres años", señala Recasens. Hoy en día, Narcisa Barragán los hace, y Georgina Cantos y Neroly Ramírez dan forma a las bolas de huevo más famosas. La receta: hacer una besamel con aceite, harina de Urdánoz y leche, y colarle un tercio de huevo duro. El rebozado, a base de pasta Orly y un secreto que no desvelan.