No hemos podido averiguar a ciencia cierta y con total exactitud la fecha de apertura de casa Ataun, el castizo comercio pamplonés sito en la calle Mayor, esquina con la calle Eslava. La documentación municipal disponible en los archivos municipales se remonta hasta 1898, pero la tradición asegura que el negocio podría ser anterior, alcanzando los 130 años de edad. La fachada del establecimiento denota evidente antigüedad, con su escaparate de galería color granate y un rústico rótulo superior que nos aporta ya alguna información: Hijos de U. Ataun.

El matrimonio Ataun-Roncal Según hemos sabido, su fundador fue Ubaldo Ataun Legarreta, que firma la inscripción inicial en el registro de fincas urbanas el 14 de diciembre de 1898, estimando que el comercio podría producir una renta anual de unas 600 pesetas. El negocio estaba orientado a la producción de velas de cera, chocolate y otros artículos, tal y como se recoge en la hoja catastral, donde rápidamente se suceden los registros, los años y las décadas, desde el año 1904 en adelante.

Según hemos podido averiguar, Ubaldo Ataun casó con Rosa Roncal, con quien, a buen seguro, compartió esfuerzos y sudores en el obrador sito en la trastienda y en el propio mostrador de venta al público. En la casa situada sobre el establecimiento tuvieron cinco hijos, que se llamaron Fortunato, Guadalupe, Dolores, Jesús y Joaquín. Rosa Roncal debió morir joven, pues consta su fallecimiento para 1915, mientras que su marido Ubaldo Ataun moriría en 1931. Para entonces había muerto también uno de sus hijos, Joaquín, fallecido en 1923.

Tras la muerte de los padres y del pequeño de los hermanos, los cuatro hermanos supervivientes se repartieron la propiedad de la tienda en partes iguales e indivisas, constando que eran los dos varones, Fortunato y Jesús, quienes trabajaban como industriales en el negocio, mientras que Dolores y Guadalupe se dedicaban a sus labores, viviendo muy probablemente de lo que les rentaba su parte del negocio. Parece ser que los cuatro hermanos permanecieron solteros y, en cualquier caso, lo que sí es seguro es que ninguno de ellos tuvo descendencia, lo que terminaría por marcar el devenir futuro del viejo comercio. En 1948 murió Dolores Ataun, y su hermana Guadalupe, según figura en la documentación, repudia lisa y llanamente dicha herencia, expresión que parece reflejar una relación tensa con parte de su familia. Por fin, en el año 1962, Guadalupe terminará por vender su parte del comercio a sus hermanos, por 21.000 pesetas. De este modo los dos varones supervivientes, Fortunato y Jesús Ataun Roncal, que se declaran industriales, solteros y vecinos de Pamplona, serán quienes mantengan viva la llama del negocio de su padre, hasta la muerte de Fortunato en 1974. A partir de dicha fecha será Jesús, nacido en el año 1901 y último descendiente del matrimonio Ataun-Roncal, quien siga al frente del negocio.

El Ayuntamiento al rescate En el año 1983, y ante la inminente jubilación del último de los Ataun, el entonces alcalde de Pamplona, Julián Balduz, tomó una valiente y acertada decisión. Compró todo el edificio de casa Ataun, que consta de bajo, dos alturas y desván, por un total de tres millones de pesetas. En el acuerdo municipal, adoptado el 13 de octubre de 1983, se hace mención expresa al espíritu de mantenimiento de actividades del Casco Viejo y su artesanía. Es decir que el objetivo confeso de esta compra era preservar un comercio tradicional de Pamplona, historia viva de la ciudad, garantizando su continuidad bajo gestión municipal. Jesús Ataun pasó a residir en el hotel la Perla de la plaza del Castillo, corriendo el Ayuntamiento con los gastos, y aún percibiría una renta mensual vitalicia de 100.000 pesetas, a cambio de asesorar al nuevo arrendatario, Félix Inda Garralda, a quien enseñaría la elaboración de las viejas recetas de la familia.

En la actualidad casa Ataun está regentada por Nekane Inda, que desde detrás de su mostrador nos cuenta que Jesús Ataun Roncal falleció en la casa de Misericordia hace unos 25 años, no sin antes haber transmitido todo su saber familiar. A pesar de que inicialmente el comercio parecía fundamentado en la elaboración de velas de cera, hubo de irse adaptando a la evolución de los usos y costumbres, por lo que el actual libro de recetas recoge sobre todo productos de confitería, desde merengues hasta regaliz puro, pasando por chocolates, turrones en temporada, pastas y tortas de txantxigorri. Todo se fabrica de manera artesanal y natural, siguiendo las recetas originales y sin ningún tipo de aditivo. Según cuenta Nekane, el local cuenta con una nutrida y arraigada clientela, que acude periódicamente a hacer sus compras allí, aunque las características del local, su cuidado aspecto y su evidente antigüedad, atraen también a numerosos turistas y curiosos.

Hoy en día casa Ataun continúa abriendo puntualmente sus puertas cada mañana, para recibir a una clientela que acude fiel desde hace no menos de 128 años. Los gobiernos municipales de las últimas legislaturas han venido planteando de manera insistente el derribo del inmueble y el de la propia tienda, denotando una sensibilidad muy inferior a la que en 1983 demostrara el alcalde Balduz. De hecho, en el año 2008, el gobierno municipal comunicó a los arrendatarios que tan solo se les permitía desarrollar su actividad en precario, y que deberían poner el local a disposición municipal en el momento en el que así se les exigiese. Sobra decir que a quien estas líneas escribe, sin embargo, le gustaría que en casa Ataun se siguieran elaborando regalices, txantxigorris y chocolates durante muchos años más, tal y como soñaran Ubaldo Ataun y Rosa Roncal cuando abrieron su negocio a fines del siglo XIX. Mientras esto se decide, sepan ustedes que mañana mismo, al punto de la mañana, quien quiera degustar los productos de casa Ataun según sus recetas tradicionales, podrá encontrar la pequeña tienda con escaparate granate hacia la mitad de la calle Mayor, justo en la esquina con la calle Eslava.