Poco antes de la ocho de la mañana varias decenas de palomas saludaban a un nuevo día cómodamente instaladas sobre el tejado del kiosko de la Plaza del Castillo. 20 minutos después, de la generosa bandada no quedaba nada. Ni picos, ni plumas ni alas. Apenas alguna insensata sobrevolando la zona “que irá retractándose a medida que pasen los días”, decía el cetrero Arturo Rodríguez.

Las culpables de la desbandada fueron cuatro rapaces -un halcón peregrino, un halcón sacre y dos águilas de Harris-, una buena amenaza en forma de predador para que las palomas ahuequen el ala tras las quejas de la hostelería y particulares por las molestias que provocan en la plaza. Sobre todo en las comidas, cuando recogen los restos de alimentos de las mesas incordiando a la clientela, además de dejar sus excrementos.

Para dispersar a la paloma bravía el Ayuntamiento de Pamplona puso ayer en marcha un curioso experimento, un sistema biológico de control de fauna nuevo en la ciudad. Los dos próximos meses, en una franja horaria diversa (entre las 5 y las 8.00 horas) y de forma progresiva, se realizará la suelta controlada de Derrota, Furti 0212, Vent y Juevintxo, que así se llaman las rapaces protagonistas ayer, en el cielo pamplonés. “Es un trabajo piloto. Queremos saber cómo es de eficaz, cómo va evolucionando, y sobre esas conclusiones aplicarlo o no en otras zonas. Tenemos esperanza en que salga bien y que esta zona, especialmente conflictiva desde el punto de vista de las molestias que producen, quede, si no libre del todo, sí bastante libre de palomas”, explicaba Roberto Hernández, responsable del Servicio de Inspección Alimentaria y Zoonosis del Ayuntamiento.

“Cuando nosotros soltamos las rapaces, la paloma sistemáticamente lo cataloga como zona no segura y se desplaza a otras zonas más abiertas o donde ellas estén más cómodas”, concretaba Arturo Rodríguez. “Cuando mejor empiezan a trabajar los pájaros es profundizando en los siguientes meses, que ellos ya están cómodos en el sitio, se han habituado... De momento es un plazo de dos meses, y esperamos tener resultados”, añadía Rodríguez.

asustar, no matar La idea del Consistorio en ningún caso pasa por eliminar a las palomas, como sucedía antes. Por eso, la misión de las rapaces es la de asustar y espantar a las palomas. Hasta ahí. Entre otras cosas, porque el ataque “de buenas a primeras es casi imposible, porque una paloma vuela mucho. No hay casi depredadores que les lleguen salvo los halcones, que son ornitófagos y el 75% de su dieta es la paloma bravía. Pero se tienen que desarrollar muchos factores para que un halcón le llegue a una paloma”, concretaba Arturo Rodríguez.

Las rapaces no pasarán de asustar a la paloma, y tampoco deberían causar molestias a los viandantes, ya que tanto halcones como águilas de Harris “son muy nobles. Si nos fuéramos a la familia de los accipiter, como son los azores, ya tendríamos más problemas porque son bastante más maniáticos: problemas con los perros, que si uno lleva un gorro de no sé qué, que si pasa una señora con un vestido de piel... Podría haber problemas. Por eso decidimos usar aves nobles, halcones que vienen al señuelo o águilas de Harris con las que se trabaja de maravilla”.

un sistema complementario La suelta de rapaces en la Plaza del Castillo es una respuesta puntual a un problema concreto, un sistema complementario a la principal apuesta municipal para controlar la natalidad de las palomas, que consiste en levantar palomares ecológicos. Ya se ha construido uno en la Taconera, a la espera del concurso público para adjudicar su gestión. “Es una experiencia que nuevamente cumple con la idea de no eliminar a las palomas. Consiste en atraer a las aves hacia ese palomar en el que se les va a alimentar y cuidar, incluso con un tratamiento sanitario. ¿Y cómo se reduce la población? Allí pondrán los huevos, y el personal encargado irá quitando algunos, y poniendo en su lugar otros falsos”, detalló Marina Jiménez, técnica superior de Medio Ambiente y trabajadora del área de Ecología Urbana del Ayuntamiento.

Si la experiencia funciona, concretó, la intención es construir una red de palomares en puntos problemáticos de la ciudad (plaza de los Fueros, plaza de la Cruz, parque de Aranzadi, etc). Además, el Consistorio trabaja para elaborar “en un futuro inmediato” un censo para conocer la población de palomas y sus movimientos en la ciudad y la comarca.

De bajos y altos vuelos. Las águilas de Harris son aves de bajo vuelo que se posan en el mobiliario urbano de altura y tienen un radio de acción de unos 200 metros. Por su parte, los halcones son rapaces de alto vuelo que no se posan y que, desde 200 metros de altura, supervisan un área mayor de 2 km2.

No son una plaga. Al margen de las molestias que puedan causar, las palomas no están catalogadas oficialmente como plaga ni por el Gobierno de Navarra ni por el Gobierno central.

En otras ciudades. La cetrería se ha testado en ciudades como Salamanca, que ha reintroducido el halcón peregrino en colaboración con la Sociedad Española de Ornitología (SEO), o como Segovia, Ávila, Valencia, Madrid, Zaragoza, Jaén o Las Palmas.

4.356

euros ha costado el proyecto, IVA incluido. La cifra engloba el trabajo de dos personas con al menos 32 vuelos de entre 1 y 3 horas con cuatro rapaces, licencias y manutención de las aves.