pamplona - En apenas un intervalo de medio segundo, el buscador Google es capaz de despachar hasta 422 millones de resultados para definir, en mayor o menor medida, la palabra coaching. Un anglicismo cada vez más corriente en estos tiempos modernos en los que casi cualquiera sabe que desde la Pataky y otras caras conocidas hasta los directivos de empresa más pudientes cuentan con eso que comúnmente se conoce como coach o entrenador personal. Pero para Jesús Hernández, que conoce bien la materia, no tiene mucho que ver con algo que hoy en día se ha convertido ya en una “moda”.

Lo sabe de primera mano porque fue el primero en impartir un seminario sobre este tema en 2002, en Navarra, cuando esa palabra prácticamente ni existía en el Estado. Fue también el primer coach aquí, aunque le gusta más la palabra asesor (“de organizaciones, personas, equipos y familias”) porque responde mejor a ese concepto tradicional con el que nació. Y es, además, presidente y fundador de Mitxelena, asociación navarra pionera del coaching en España y en el sur de Europa, que cumple ya 25 años.

Con motivo del aniversario de su fundación, este profesor (doctor en Ciencias de la Educación, con estudios de Magisterio, Filosofía, Teología, Sociología, Psicología y un largo etcétera) ha recopilado en un libro -Siempre mejorando lo presente- los ejes del coaching, recorriendo el significado de este concepto dentro de la tradición europea.

Según la Escuela Europea de Coaching (EEC), se trata del “arte de hacer preguntas para ayudar a otras personas, a través del aprendizaje, en la exploración y el descubrimiento de nuevas creencias que tienen como resultado el logro de sus objetivos”. Para el propio Hernández, es un asesoramiento que trabaja con las personas para reforzar sus recursos, aminorar sus miedos, clarificar sus objetivos, perfilar sus estrategias o -en el caso de un directivo- reestructurar la empresa con ellas.

¿Una moda? La palabra, dice, “no sólo está de moda sino que me temo que desaparezca como una moda y se pierda la esencia del coaching. Hay mucha ignorancia, mucho aprovechado y muy poca formación”, señala este vecino de Larraya de 75 años, natural de Castillonuevo -un pequeño pueblecito cerca de Navascués- que emigró a Alemania en el 64 por primera vez. Allí aprendió la esencia de esta metodología durante casi 20 años.

Llegó de nuevo a su tierra en el 83, como profesor de Pedagogía Social para la Fundación Bartolomé de Carranza, donde buscaban a alguien que supiera formar. “Todos informamos pero no formamos. Se trata de educar, y yo tenía un método precisamente para eso. No me interesan los conocimientos cognitivos, sino sobre todo las vivencias. La formación se integra en la teoría y la práctica y se desarrollan técnicas de intervención, algo muy novedoso entonces”, relata.

Fue director de la escuela de Trabajo Social y, con un grupo de estudiantes que requirieron sus habilidades y más tarde le pidieron que les enseñara a hacer eso que él sabía hacer, fue como nació Mitxelena, que ha formado ya a varios miles de profesionales del ámbito social, educativo y empresarial y a más de 200 coaches en sus 13 promociones.

“Para ser un buen coach hace falta saber mucho, lo primero. Para escuchar hay que saber, estudiar y trabajar mucho. Entrar en los ámbitos personales y organizacionales es muy difícil si no se sabe de qué van las personas, las organizaciones, la dirección ni el entramado interaccional que esos elementos generan”, señala, y recuerda que la definición va implícita en el título de su libro: las personas empiezan a trabajar siempre con lo que tienen, nunca se señalan los defectos, sino sus recursos. Sobre eso construimos, no sobre las deficiencias, sino sobre lo que hay”.

La gente, dice, “se queda muchas veces sorprendida cuando descubre la cantidad de cosas positivas que posee. Uno puede ser cada vez mejor, el que crea que es perfecto ya la ha fastidiado”. Lo que socialmente corresponde a la época actual, explica, es la decisión individual. “Tomar constantemente decisiones crea ansiedad, estrés, revisar y definir lo que uno ha hecho, volver atrás coger otro camino... Y eso no es nada fácil, por eso hay quien recurre a un coach”.

Su quinta esencia, confiesa, es el haber podido implantar aquí estas ideas, ayudar a todos ellos, personas y organizaciones, y seguir haciéndolo. “Ayudarles a descubrir la riqueza de su propia personalidad, y la de sus organizaciones y empresas”.