pamplona - No corren buenos tiempos para el sushi. Y es que, aunque parece gozar de buena salud -ha pasado de ser un manjar desconocido a formar parte de la dieta de muchos adeptos a la gastronomía japonesa-, ahora el futuro es el ramen, que se antoja mucho más prometedor. Y en Pamplona ya tiene su sitio. Uno muy especial que recupera ese espíritu con el que nació, como street food, una sopa de fideos ultra nutritiva en la que las variantes son infinitas y el secreto, muchas veces, se esconde en el caldo. La receta, eso sí, requiere dominio y preparación, además de un complejo equilibrio entre ingredientes. De eso saben bien Fermín Ciáurriz y Sergio Terzado, que junto a Gonzalo Galbete y Andoni Ciáurriz han conseguido trasladar un trocito de la esencia de Oriente al centro de Iruña, en el Casco Viejo, con su Bang Bang Ramen Bar. Ofrecen, a modo de tasca, diferentes tapas japonesas y pequeños manjares de la gastronomía oriental, aunque su plato estrella es el ramen.

Como apunte, se trata de una versión japonesa de la sopa de fideos china que se popularizó después de la II Guerra Mundial, un plato sustancial que se podía preparar y comer rápido, en grandes cantidades y a bajo coste. En la actualidad existen desde festivales de ramen hasta un museo completamente dedicado a él y un documental en el que se indaga sobre la perfección a la hora de elaborarlo, incorporando al caldo carne de cerdo (chashu, asado y loncheado), panceta, cangrejo, moluscos varios, algas, setas, bambú, huevo, cebolleta... Incluso el kamaboko, un pastel de pescado blanco y rosa, que si se prepara con la típica espiral se llama narutomaki o, simplemente, naruto. Igual que un personaje de anime japonés que, por otra parte, devoraba estos jugosos platos.

Terzado, encargado del bar, tiene su propia receta. “Es un proyecto que teníamos en mente. Fermín y yo nos conocimos hace años trabajando en un bar en Donostia y nos unió todo lo que nos gustaba la cultura japonesa, las películas... Yo fui a Japón posteriormente y aquí también he visto el avance del ramen. Abrieron locales en capitales europeas, vimos que funcionaba en Bilbao o Donostia y decidimos dar el salto”, explica. Han querido, además, mantener ese espíritu que conserva en el país nipón, donde se sirve en puestos callejeros como un plato rápido que consumir antes de volver al trabajo. “Aquí somos más de sentarnos y potear, pero no es un restaurante, también queremos que sea un bar de paso y el concepto es diferente”, cuenta.

Ciáurriz, por su parte, ha conocido desde pequeño lo que fue el bar Javier, y le gustó la idea de subir la persiana de un local totalmente renovado “también para dar vida a esta calle. Nos gusta estar en el centro, era fundamental porque aquí viene gente de perfiles muy variados, que encuentran su espacio”, valora, y asume que le encanta la calle Campana.

especialidad “Estar un poco apartados también nos beneficia porque tenemos una especialidad. Sólo se puede encontrar aquí, y no queda lejos. En París o Barcelona estos sitios están en callejones, pero no queríamos Estafeta ni San Nicolás porque es un concepto que allí, con lo que hay alrededor, no tenía mucho sentido. También queremos dar un respiro a la gente de tanto monotema sanferminero -señalan los socios- y ofrecer algo nuevo”. El futuro de la hostelería pasa, dicen, precisamente por eso: “Locales pequeños y especializados”.

Al dueño del Javier, confiesan, “le encantó la idea cuando empezó a ver lo que era y lo probó”. Ahora quieren revitalizar un enclave con un local en el que, avanzan, también tienen pensado celebrar cenas temáticas relacionadas con la cultura japonesa, veladas en las que se proyecten películas -carreras de lanchas, que son muy típicas allí-, ambientando el bar como si fuera un sitio de apuestas japonés sumido en la clandestinidad.

Sea como fuere, lo que es seguro es que los que decidan probar no pueden olvidar que hay que comer el ramen al estilo japonés: bien rápido y sorbiendo los fideos, sin importar el ruido, porque -dicen- así es como se disfruta mejor de su aroma.