Corren tiempos complejos en lo social y en lo político. Suenan tambores de guerra en la extrema derecha española. Hay una cierta fragilidad en la izquierda. Las tentaciones de siempre vuelven a manifestarse con cierto peligro. Migración, feminismo, cultura abierta o libertad de los pueblos se configuran nuevamente como elementos a combatir por esas camisas azules renovadas que conocemos muy bien.

En estos tres últimos años Iruña se ha empleado como Ciudad en combatir desde la memoria democrática una simbología y unas situaciones de exaltación del fascismo que todavía, cuando vamos a doblar el segundo decenio del siglo XXI, permanecían en calles y mausoleos. Siempre con el objetivo, compartido ampliamente por la sociedad, de generar espacios de convivencia, de libertad de pensamiento, de respeto y de memoria completa y profunda.

Una de las mayores anomalías en nuestra Ciudad era la cantidad y la cualidad de esas expresiones de exaltación de hechos y figuras de aquella negra etapa. Y uno de los esfuerzos importantes de estos años de gobierno municipal ha sido el de eliminar todos estos vestigios. Pero de forma consensuada, pedagógica y con el objetivo de que estas intervenciones no supusieran la pérdida de la necesaria memoria sobre lo acontecido.

A esto hay que sumar que UPN se opuso durante sus años de mandato de forma expresa y contundente a esta labor. El símbolo más llamativo era la antigua plaza Conde de Rodezno, Ministro de Justicia de Franco sobre el que pesan la firma de miles de sentencia de muerte y fusilamiento. Hoy se denomina plaza de la Libertad. Se han eliminado otras calles que quedaban con recuerdo a destacados militares franquistas. Y se han recuperado para el recuerdo y la memoria nombres de víctimas de la barbarie como el Juez Elío que da nombre a la plaza donde se sitúa la Audiencia provincial de Navarra o de Maravillas Lamberto niña brutalmente asesinada, violada y lanzado su cadáver a los perros por querer acompañar a su padre que lo secuestraban los falangistas, que da nombre a la plaza central del barrio nuevo al sur de la Ciudad.

También se ha llevado a cabo una labor ardua, minuciosa y científica de elaboración del listado de víctimas de la guerra y posterior régimen franquista con recogida de documentación y testimonios, listado en forma de pericial que está sirviendo como pieza fundamental para la presentación de una querella contra los crímenes del franquismo en nuestra Ciudad, que sigue las líneas maestras de la querella argentina, en colaboración con CEACUA y que busca tribunales europeos que rompan la legislación de impunidad establecida en el estado español y seguida a pies juntillas por la judicatura española.

Se ha exhumado a dos de los generales de mayor relevancia en el alzamiento fascista de 1936 que se encontraban enterrados con honores en la cripta del Monumento a los Caídos. Algo en lo que se está empeñando también el Gobierno de Pedro Sánchez respecto al cuerpo de Franco en el Valle de los Caídos y al que le deseamos toda la suerte del mundo. Con su batalla judicial incluida.

Un mausoleo este de los Caídos alrededor del que el Ayuntamiento abrió un debate social y ahora un Concurso Internacional de Ideas con un proceso de participación ciudadana sobre un gran monumento fascista sin parangón en el estado español y que, en palabras de uno de los miembros del jurado Max Welch Guerra (licenciado en Ciencias Políticas de la Freie Universität de Berlin y doctor de la Facultad de Ciencias Sociales y de Planificación de la Technische Universität de Berlin), tiene evidente alcance europeo.

También se ha creado una Comisión de la Verdad sobre los hechos acaecidos en aquél fatídico San Fermín de 1978 y apoyado la querella que las víctimas han presentado en los juzgados. Y denominado el parque donde antes se situaba la prisión en la que pagaron con cárcel cientos de insumisos la osadía de retarle al Estado, como parque de la Insumisón. Lugar al que se quiere trasladar la puerta de esa antigua cárcel para establecer un lugar de memoria de todas las violaciones de derechos y todos los sufrimientos allí padecidos.

Un sinfín de medidas y acciones que nos permiten decir que a día de hoy Pamplona-Iruña puede, junto a otras muchas, declararse por derecho ciudad antifascista, como espacio de libertad y de memoria. Corren tiempos complejos y, como siempre, la defensa y permanencia de los valores antifascistas está en nuestras manos.