La sobremesa tiene una magia especial. Las pequeñas historias, anécdotas y recuerdos fluyen de manera natural como si formaran parte de un engranaje perfectamente estudiado. El barrio pamplonés de Arrosadia cumple medio siglo de vida y los vecinos lo tenían claro: ¿qué mejor pretexto para juntar a varias generaciones alrededor de una mesa? Buena comida, café y compañía agradable, no hace falta más.

Ayer, casi 90 personas se reunieron en un restaurante para celebrar las Bodas de Oro del barrio que vio nacer a muchas de ellas. A la cita acudieron vecinos actuales y otros que ahora residen en lugares distintos, así como personas que acaban de llegar a vivir. “Se ha invitado a todas las personas que han formado parte de Arrosadia desde su nacimiento hasta hoy”, señaló Arturo Osácar, uno de los promotores de la fiesta del 50º aniversario.

Hace ya más de un año, algunos veteranos del barrio decidieron organizar un acto conmemorativo. Durante los meses de preparativos, uno de esos impulsores falleció y Félix Baudor, su compañero de batallas y primer vecino de la historia de Arrosadia, se vio algo desmotivado. “Vimos entonces que era necesario un empujón y decidimos echar un cable con la iniciativa”, apuntó Arturo Osácar, que se puso manos a la obra junto a su hermano Pedro y su amigo Andrés Arbea.

Osácar, que dejó el barrio hace dos décadas, subrayó que siempre se ha sentido orgulloso de ser de Arrosadia: “Es una seña de identidad. Antes éramos como una gran familia en un pequeño pueblo de Pamplona”.

El plato fuerte del aniversario, relató Osácar, era un vídeo con fotografías de la trayectoria y la historia del barrio. “Queríamos recopilar todas las imágenes que se conservasen para tener un recuerdo”, detalló Osácar. Ayer, durante la comida, los vecinos pudieron recordar y compartir la emoción de recuperar, al menos, una parte de sus vidas en formato audiovisual.

La relación entre los residentes, explicó el organizador, ha sido siempre muy buena y continúa siéndolo: “Ha habido también cierto punto de solidaridad: si alguien tenía problemas económicos se le intentaba ayudar”. En este sentido, sostuvo que “los vecinos se ayudan y se cuidan mucho y siguen bajando a pasar las tardes juntos en un banco”.

No obstante, poco a poco, los hijos de las personas que vieron nacer Arrosadia se fueron yendo a vivir a otros puntos de la ciudad y algunas de las tradiciones se perdieron, como las fiestas del barrio o las hogueras de San Juan. “Estas cosas funcionan muy bien cuando hay niños, pero cuando deja de haberlos es más complicado”, confesó Osácar.

De bullicioso a residencial Este es el cambio más sustancial que han vivido los dos bloques de viviendas que conforman el barrio: el envejecimiento de los inquilinos. “En sus inicios, el barrio estaba formado por gente joven y trabajadora. Ha pasado de ser un barrio súper bullicioso a uno más residencial y tranquilo. Antes siempre había gente con bicis, partidos de fútbol, juegos en la calle...”, recordó Osácar.

Además de los reencuentros y las anécdotas durante la comida, los promotores del aniversario quisieron rendir ayer un homenaje a las diez personas más mayores del barrio, entregándoles un portafotos con su nombre, el escudo del barrio y una rosa.