Las imágenes de los primeros días de temporada, con la mayoría de piscinas llenas, muestran que la ciudadanía ha cogido con ganas los primeros días calurosos del año. El verano ha tardado en llegar a Pamplona -y puede que todavía deje con la miel en los labios a más de uno- pero la apertura de las piscinas es ya un claro síntoma de que el estío está al caer. Y con el, las vacaciones escolares. La mayoría de piscinas municipales de Pamplona y la comarca -salvo alguna excepción como el Aquavox de San Jorge- han abierto sus puertas esta semana y se han llenado de chavales jugando a cartas, a fútbol o lanzándose al agua de mil maneras diferentes. Las ya tradicionales excursiones de fin de curso han sido las protagonistas de los primeros días de temporada. Ayer, por ejemplo, visitaron las piscinas de Aranzadi los alumnos de 1º de ESO del colegio público Amara Berri y los de 6º de Educación Primaria del colegio Mary Ward, ambos en San Sebastián. En cuanto a al debate entre playa y piscina, como siempre, hay división de opiniones, pero parece que hay un argumento que prima sobre todos los demás a la hora de escoger la segunda para despedir el curso. “Las piscinas son más pequeñas que la playa, y es más fácil para los profesores tenernos controlados. Además, siempre nos compran algún helado en la cafetería”, confesaron algunos alumnos deseando que ese momento llegara ya.Junto con estos, también han tomado contacto con el agua algunos adultos y jubilados que aprovechan las mañanas para leer, charlar o descansar; y algunas familias con hijos pequeños que no pueden esperar más para quitarse la ropa y meterse al agua. “Por la mañana vienen sobre todo personas mayores y excursiones de fin de curso, y ya por la tarde, cuadrillas de chavales más mayores que vienen por su cuenta”, confirmó un trabajador de las piscinas de Aranzadi. Lo mismo contaron Blanca, Mari Cruz e Ino, tres jubiladas que eligen Aranzadi por cercanía, precio y familiaridad. “Nosotras venimos siempre por la mañana porque es cuando más tranquilas estamos. Además, estamos los mismos de toda la vida, desde que abrieron las piscinas en 1978. Ya nos conocemos entre todos”, comentaron entre ellas. En cuanto al precio, afirmaron que les compensa ir a Aranzadi aunque tengan que coger el coche porque el abono de verano solo cuesta 40 euros para jubilados y el verano en Pamplona es muy traicionero.

falta de vigilancia Aun así, estas tres mujeres denuncian la falta de supervisión. “Antes había vigilantes que hacían cumplir las normas a los críos, pero en los últimos años la vigilancia ha decaído. Si comen en el césped en lugar de hacerlo en las mesas, o se meten en la piscina de los pequeños, nadie les dice nada. También hemos oído que ha habido algún robo”, se quejaron. Lo cierto es que los robos no son aislados en las piscinas durante el verano, pero a pesar de esto, pocos se resisten al agua y al sol que tan poco nos visita en Pamplona.