Pamplona cuenta ya con 25 nuevos profesionales de la hostelería y la restauración, la mayoría mujeres, que se han formado desde el pasado mes de diciembre en la Escuela de Empleo Vives Aprende de Hostelería que Acción contra el Hambre ha impulsado por segundo año en la ciudad con el objetivo de dar una oportunidad a personas en situación de vulnerabilidad. De las 50 personas que han participado en ella durante las dos tandas, más de la mitad ha encontrado trabajo en un sector que, durante estos meses y sobre todo con vistas a las fiestas que están al caer, es uno de los más demandados.

Blanca Eraso, vecina de Pamplona, llevaba 15 años trabajando en el sector comercial hasta que se quedó en paro. “Cuando entré por la puerta del INEM lo vi todo muy negro, siempre te dicen que de esto se sale, pero a los 58 años sabes que va a ser complicado que elijan el tuyo de entre todos los currículos. Tuve la suerte de encontrarme con una asistenta que me ayudó mucho, me habló de una formación y dijo que me vendría de perlas. No quería quedarme en casa así que decidí probar, y ahora me interesa seguir formándome”, relata esta pamplonesa.

Coincidió en la escuela con Suyapa Gómez, hondureña de 42 años afincada desde hace una década en Pamplona. Asegura que siempre le ha interesado aprender cosas nuevas y gracias a la formación ha conseguido un trabajo, igual que Azucena Sialer, que aunque había trabajado 9 años en el sector, no disponía de un título que le acreditara. El diploma y la experiencia le han servido ahora para conseguir un empleo en un momento en el que se le terminaban las ayudas después de 5 años en paro. “Tuve fe en que lo conseguiría y puse todo mi empeño. Ahora estoy encantada”, dice Sialer, peruana de 57 años que lleva 14 en Pamplona. Las tres coinciden en que ha sido una experiencia “única” que les ha valido no sólo para aprender los secretos más técnicos del negocio sino, también, para desarrollar competencias personales que creían olvidadas.

La ONG lanzó el año pasado este programa tras un estudio para averiguar cuáles eran los sectores económicos con mayor demanda y formar a los profesionales que las empresas necesitaban. “El sector hostelero tiene una necesidad creciente de profesionales en Pamplona. Un ejemplo es en Sanfermines, cuando la ciudad acoge a más de un millón de visitantes. La Escuela de Empleo, financiada? Íntegramente? por el Fondo Social Europeo y el Servicio Navarro de Empleo, ha preparado a 25 personas que estaban en desempleo y tenían motivación por trabajar en hostelería para que reúnan todas las competencias que un profesional del sector requiere, incluyendo competencias transversales como el trabajo en equipo, la comunicación o la flexibilidad”, explica la gestora de Acción Social de Acción contra el Hambre en Navarra, Érika Pérez.

Además de aprender todo lo necesario para trabajar en ?la hostelería,? el alumnado también ha mejorado su conocimiento y manejo de herramientas de búsqueda de empleo. “Tan importante es saber servir un café como aguantar la presión o trabajar en equipo, esas competencias personales también se trabajan. Hay personas que llevan mucho tiempo en desempleo o que están desmotivados, que han hecho muchas entrevistas de trabajo? Todos tenemos esas capacidades interiores y nosotros tratamos de sacarlas a relucir”, señala Pérez.

Metodología innovadora Y es que no se trata de una orientación en la que elaboran el currículum y les dicen a qué empresas ir: es una búsqueda de trabajo por equipos, otra metodología diferente con sesiones individuales en las que se trabaja lo que uno necesita en cada momento, y otras grupales, con juegos y técnicas innovadoras.

Existe un convenio con una veintena de establecimientos de Pamplona y su comarca en las que los alumnos realizan las prácticas, con posibilidad de quedarse después, y trabajan con los “voluntariados corporativos”, proyectos en los que echan mano de la experiencia de las propias empresas. “Invitamos a diferentes directores de Recursos Humanos para que les cuentan qué necesitan en el sector, qué les preguntarían en una entrevista, y también hacemos visitas para que los participantes vean el día a día del sector”, explica la técnico.

La primera escuela se desarrolló de mayo a noviembre de 2018 -de los 25, 8 consiguieron trabajo- y la segunda desde diciembre hasta el pasado mes de mayo, con 14 inserciones, a las que se sumarán nuevos puestos para los Sanfermines. En esta iniciativa, además, se estudia cada caso, cada persona, de manera individual, y los participantes disponen también de becas para el transporte o la conciliación. “Son procesos bonitos porque viene gente que lo necesita y a la que le apetece trabajar, con ganas, pero no sabe por dónde tirar. Aquí hacemos un proceso integral de la persona”, explican desde la entidad.

De la escuela “todo” ha sido positivo, coinciden estas tres exalumnas, que agradecen el acompañamiento de la técnica Josune Sánchez y la formación, a cargo de Carlos Martínez, del bar La Atalaya. “Quería probar otra cosa y he cambiado la idea que tenía sobre la hostelería, estoy muy contenta porque además la gente me ha aportado mucho, más seguridad y autoestima”, revela Suyapa, que asegura que se siente “más fuerte” y quiere dar a sus hijos “un buen ejemplo, tienen que luchar por lo que quieren y salir adelante”.

Ha salido un grupo “muy bueno, con gente de todas las partes del mundo, de Pamplona y de otras comunidades. Cada uno con su situación particular, por eso la parte personal es fundamental y en eso nos han ayudado mucho”, señala Blanca, que demanda más formación reglada en colaboración con el INE, para que los futuros cursos relacionados con el empleo sean certificados “y nos valgan para acceder a los puestos de trabajo”.

Para los formadores ha sido también una gran experiencia, “muy enriquecedora porque tenían muchas ganas. En formaciones con gente más joven a veces ves que están para pasar el rato o no lo consideran un trabajo. Nosotros siempre intentamos luchar contra el pensamiento generalizado de que cualquiera sirve para ser camarero, porque no es una profesión para la que todo el mundo vale. Con ellas nos ha gustado que desde el primer momento han sido conscientes de lo que eran, de dónde estaban y de la profesión que estaban ejerciendo. Sólo les hemos dado unas pequeñas pautas para que marquen la diferencia, porque el producto es igual en todos lados, pero el servicio no. Se trata, también, de que se les recuerde”, zanja su formador, Carlos Martínez.