pamplona - La tómbola lleva 74 años siendo el corazón de Pamplona durante los Sanfermines. Es tradición en las vísperas de las fiestas y durante las mismas que la gente se acerque para comprar su boleto y comprobar si la suerte les acompaña.

Este año, a pesar de la ola de calor que sufrió la capital navarra, las ventas de boletos son más favorables respecto al año pasado, en concreto la cifra a día de hoy es de 1.419.000 boletos frente a los 1.416.000 del año pasado a estas alturas. “Estamos vendiendo muchos boletos. La ola de calor nos afectó mucho y los días que duró no vendimos tanto pero aun así sacamos un total de 20.000. Hemos remontado las cifras muy bien y vamos a un buen ritmo”, declara Ana Urmeneta, responsable de la tómbola desde el año 2002.

Caritas Pamplona-Tudela, los encargados de la organización de la tómbola, cuenta con más de 100 voluntarios, desde jóvenes estudiantes mayores de 18 años hasta personas mayores menores de 75 años, que cada año se encargan de que la suerte se reparta. Entre los voluntarios se encuentran Amparo Goñi, 69 años y de Pamplona, y Felipe Domínguez, 71 años y de Mendigorria.

“Hace 20 años empecé a venir como voluntaria. A mi siempre me ha tirado mucho lo del voluntariado. Empecé en Anfas y luego me apunté a la tómbola porque también soy voluntaria de la Hospitalidad de Lourdes”, expresa Amparo Goñi. Desde hace cuatro años también pertenece a la junta de la tómbola y durante el resto de la año se encarga de la organización de la próxima tómbola junto con el resto de sus compañeros. Y es que, tal y como explica Urmeneta, “el año comienza en octubre haciendo las cuentas de cómo ha ido la tómbola de ese año, dependiendo de las estimaciones se imprimen más boletos o no. Después de hacerlo se compran los productos y se llevan a la tómbola”.

Por otro lado, Felipe Domínguez lleva cinco años acudiendo a la tómbola como voluntario. “Empecé a venir porque algunos amigos del pueblo lo hacían y me animaron a probar. Antes de jubilarme no pude hacer nada de voluntariado pero ahora sí, incluso también he estado en el Banco de Alimentos”, relata Felipe Domínguez.

Ambos protagonistas coinciden cuando dicen que este año está siendo mejor que el pasado, pero que el calor es lo más desfavorable. “Lo aguantamos como podemos, con animo y haciendo bromas”, confiesa Amparo Goñi.

Para la tómbola la semana de San Fermín es la más crítica. “El trabajo es más cansado, estamos todo el rato sin parar”, comenta Domínguez. “La diferencia más notable durante San Fermín y los días previos es la cantidad de gente y el comportamiento de esta”, expresa Goñi. A pesar de que muchos extranjeros acuden a la tómbola a ellos no les supone un problema, Amparo Goñi así lo comenta: “Nos las apañamos bien, siempre hay algún trabajador que sabe hablar otros idiomas y entonces nos ayuda”.

“Cuando empecé lo hice vendiendo boletos y la gente sí que venía donde estaba yo porque decían que daba suerte”, comenta Amparo Goñi. Y es que para ella la suerte no es de quien la reparte, sino de quien la recibe. Y es esa misma suerte la que ha tenido la primera persona a la que le ha tocado el coche premiado. Según Felipe Domínguez “vino un día después de comprar el boleto y no se lo creía”. “Los premios han ido cambiando con los años pero los productos estrella siempre serán el jamón y la bicicleta”, dice Ana Urmeneta.

A pesar de que para ellos lo más satisfactorio es la felicidad de la gente que va, remarcan que serían necesarios más voluntarios. “Hace falta mostrar esto a la gente y que se animen a participar”, finaliza Domínguez.