PAMPLONA - El Ayuntamiento ha suspendido de forma unilateral el proyecto de convivencia con la población de origen rumano que se estaba desarrollando en Arrosadía para atajar los problemas existentes en el barrio. El programa se inició en octubre de 2018 y un año antes de su conclusión el equipo de Gobierno ha tomado la decisión de no renovar el contrato con la Asociación juvenil Yoar, que se encarga de gestionar el Servicio de Atención Preventiva Comunitaria, pese a los resultados obtenidos en estos primeros 12 meses de trabajo.

La comunicación oficial del cese del contrato se produjo la semana pasada y hoy está convocada una reunión vecinal en el centro comunitario de Arrosadía para dar a conocer la decisión de Navarra Suma y las consecuencias que tendrá en el barrio, comenzando por la paralización de las actividades de la asociación Yoar.

El programa de convivencia se inició en octubre del año pasado ante el deterioro de la vida social en la Milagrosa y la reproducción de situaciones de conflicto, cada vez más preocupantes según los informes oficiales, en diferentes espacios del barrio entre la población autóctona y la población romá, de etnia gitana.

Desde organizaciones, colectivos y vecinos demandaron al Ayuntamiento soluciones urgentes dado el malestar y la preocupación e inseguridad que se vivía. En este clima se produjeron algunos episodios -como las pintadas aparecidas en el centro comunitario contra la presencia de rumanos o que los jóvenes del barrio que habitualmente acudían a sus actividades dejaran de hacerlo- que obligaron a intervenir.

Fue entonces cuando se elaboró un diagnóstico que arrojó datos preocupantes sobre la situación del barrio: el 34% de la población de la Milagrosa se encuentra en riesgo de pobreza o de exclusión social, porcentaje que en el caso de la población inmigrante sube al del 68%, siendo los menores de quince años los que peor situación presentan, con un índice de exclusión del 47%.

El informe era concluyente al afirmar que “la pobreza está presente de una manera significativa en los hogares del barrio”, especialmente entre la población inmigrante. La ausencia de programas de incorporación social y la inexistencia de estudios de diagnósticos específicos sobre la situación de la inmigración “habrían agudizado, aún más, los procesos de individualización y aislamiento social, generando bolsas de pobreza que se siguen manteniendo desde hace al menos 10 años”.

‘guetos’ en el barrio Con respecto a los problemas de convivencia se apuntaba la carencia de espacios y canales que faciliten el encuentro entre diferentes culturas; y a la propia configuración del barrio, “que favorece la segmentación de los grupos” hasta tal punto que hay plazas o calles de tránsito donde hay un grupo y no hay otro”.

Para hacer frente a esta delicada situación se puso en marcha el citado programa de convivencia, en el que trabajaban tres personas, que habían logrado comenzar a normalizar la situación. De hecho, desde los equipos del servicio de atención preventiva comunitario se han organizado actividades en las que toman parte jóvenes del barrio y los de origen rumano, lo que hace un año era impensable según aseguraron las responsables de Yoar.

En estos momentos el servicio comunitario atiende a más de 400 usuarios, de los que 109 son de origen romá’ (59 menores de edad).