pamplona/iruña - Resulta lógico pensar que una ciudad que debe ser accesible tiene que reducir -o eliminar, en el mejor de los casos- todas esas barreras físicas con las que a diario se ven obligadas a lidiar las personas con discapacidad. Porque, a veces, uno tiende a pensar que la diversidad funcional es sobre todo física. Pero la sensorial, para quienes no pueden ver u oír con facilidad, tiene también sus propias trabas. Y en una capital como Pamplona, que regala rincones encantadores a cada paso en adoquines que respiran todo tipo de anécdotas, es un lujo poder contar con una herramienta que acerque su historia a todo el mundo. Sin distinciones.

La Asociación Retina Navarra lleva desde 2012 fomentando esa integración plena para las personas con discapacidad visual a través de audioguías que recorren diferentes hitos patrimoniales de la ciudad, desde la descripción completa y pormenorizada de la Plaza del Castillo y de la fachada de la Casa Consistorial hasta la narración de los orígenes de las murallas. Sus dos últimos trabajos, lanzados recientemente en el marco de la colección de materiales inclusivos Viendo Navarra, han recopilado la historia y curiosidades de 40 comercios emblemáticos en la vida de la ciudad y su trama urbana, todos ellos (20 en una primera tanda y otros tantos en la segunda) situados en Alde Zaharra y fundados entre 1890 y 1920.

La iniciativa cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Pamplona y el guión ha corrido a cargo de la historiadora Idoia Albeniz, que ha elaborado diferentes materiales para Retina Navarra (disponibles en su web y en la web municipal) y conoce la singularidad de la ciudad que le vio nacer como la palma de su mano. Incluso mejor, porque su abuelo fue jefe de camareros en el Café Iruña y ella trabajó durante un tiempo, junto a su madre, en la Farmacia Maeztu. Y cuenta que en esta centenaria botica con vistas al Ayuntamiento llegaron incluso a celebrarse plenos, porque por lo visto hacía allí más calor que en una Casa Consistorial en la que urgían reformas.

Una botica centenaria Precisamente en Maeztu disponen de un precioso patio interior con una fuente que recuerda a tiempos pasados. Un techo que evoca esos antiguos y elegantes negocios, rematadas las paredes con formas curiosas, en una de las pocas farmacias -si no la única- que todavía elabora fórmulas a mano, con mortero, pomadas y los pertinentes ingredientes. Como se hacía antes, recuerdan Javier Alcalde, empleado desde 1985, y Laura Maeztu, actual propietaria. "¿Que cómo se cumplen más de cien años? Adaptándose a los nuevos tiempos, avanzando con ellos. En sólo dos décadas el cambio en este sector ha sido brutal", valora Maeztu. El mayor hito, coinciden ambos, ha sido la receta electrónica. "Antes, con la receta en papel, éramos especialistas en descifrar las letras de los médicos, tarea que no era nada fácil. Y se inducía mucho a error", recuerdan, mientras valoran muy positivamente la iniciativa. "Nos parece fabuloso: todo lo que sea promocionar, informar y culturizar al personal es importante; hay mucha gente que no conoce el Casco Viejo, comercio que se ha perdido y hay que mantener como parte de la historia de la ciudad".

Y es que pocos sabrán, así a bote pronto, que el carpintero Pedro Trinidad -que tenía el negocio en la calle Mañueta- bailaba también a la reina negra y se encargaba de tener a los gigantes en buen estado. Tanto es así que guardaba, escondida en la cabeza de la Braulia, una caja de herramientas por si había alguna urgencia.

Tampoco es conocido que el Café Iruña fue el primer local con electricidad de toda la ciudad o que a Gayarre le despidieran de Donézar por irse cantando detrás de un pasacalles, emocionado, cuando trabajaba como mozo de almacén. Ni que Víctor Hugo, que fue a comprar a la plaza del Ayuntamiento cuando ésta se llamaba plaza de la fruta -porque en ella se distribuían los puestos antes de que se inaugurara el Mercado-, se llevó una amalgama de cosas entre sellos y estampitas en una de sus múltiples visitas a la ciudad.

el frontón de la mañueta El frontón de la Mañueta también fue uno de los negocios más curiosos de la vieja Iruña. Gerardo Areta, hortelano de las huertas de la Magdalena y que vendía sus productos en el mercado, compró a principios del siglo XX el número 13 de dicha calle, con un patio trasero muy amplio que transformó en un frontón con su graderío.

Para convertirlo en negocio instaló allí una barra en la que vendía "sobre todo, gaseosas y cigarrillos", relata Albéniz. "Lo más curioso era que para hacer uso del baño había que pasar por medio de la cancha en la que se jugaba, y para que el usuario supiera cuándo salir se había dispuesto una ventana en la puerta. Eso sí, los que jugaban a la pelota las colaban todas dentro para darle algún que otro susto al que hacía sus necesidades como podía". El frontón pasó más tarde a manos de los hermanos Armendáriz, y se dice que los partidos allá jugados por Asenjo y otros pelotaris eran épicos "por lo bizarros y atrevidos. Hoy en día el término mañuetero se aplica a los pelotaris que se saben todos los trucos".

de franceses y alemanes Óptica Rouzaut, que se llamó durante muchos años Rouzaut, casa del óptico, fue fundada por un francés de espíritu aventurero que vino a Pamplona en 1864 para montar un negocio que prosperase, tal y como relata la audioguía. Junto a él, dos franceses más hicieron fortuna con su esfuerzo y visión de negocio en la Pamplona de aquél entonces fundando el Maisonnave y Casa Puntos. La fachada original de Rouzaut, verde oscuro, "vendía cuberterías y semillas, aunque era fácil encontrar en su interior pulgueros, calzoncillos largos de caballero. No fue óptica hasta cien años después de su fundación", explican en la audioguía. Casa Lange, en la calle Estafeta con la Bajada de Javier, fue fundado en 1916 por dos alemanes que venían de Camerún huyendo de la Primera Guerra Mundial. Fue, en su origen, un bazar en el que se vendía "de todo un poco", y con el paso de los años una juguetería que se convirtió en parada obligatoria de chiquillos de todas las generaciones.

Muchas de ellas, familias que durante décadas han vivido en la ciudad, han pasado también por ese particular y poblado escaparate tan característico de Ortega, con ventanales repletos de género y un interior que se mantiene prácticamente como el primer día desde su fundación en 1905 por bonifacio Ortega. Batas, pijamas, camisas, telas, manteles y ropa del hogar, calcetines y trajes regionales son sólo algunos de los tesoros de un negocio que comenzó con el abuelo, que iba de pueblo en pueblo con la venta ambulante. Era conocida como "la casa de las mantas", producto estrella durante la segunda mitad del siglo XX. "Es bonito mantenernos como antes, la gente también busca eso: el contacto, la cercanía. Ahora las tiendas de toda la vida se van perdiendo porque la juventud tiene otros puntos de venta, grandes superficies o internet. Pero si se pierden los comercios se pierde el Casco Viejo", lamenta el responsable, Francisco Javier Navarro.

Aunque las audioguías nacieron como un proyecto pensado para que las personas con discapacidad visual pudieran también disfrutar de la ciudad, son aptas para todos los interesados en conocer su historia, in situ o desde su casa. "Son accesibles a todo el mundo, aunque algunas son más descriptivas y otras más históricas", explica Albéniz, que ha contado con testimonios de descendientes de negocios históricos y ayuda de archivo y hemeroteca para elaborar los trabajos.

Reconoce que "el comercio del Casco Viejo tiene mucha historia y es una pena que parte se haya perdido, aunque cada vez hay más consciencia, más ganas de recuperarla. Fomentar la cultura siempre está bien, y si además es accesible a discapacidades como la visual, que está mucho más limitada, mejor. Se piensa más en la falta de accesibilidad como una barrera física, pero las personas con discapacidad sensorial son muchas veces las grandes olvidadas".

Las audioguías. Desde 2010 Retina Navarra, con apoyo del Ayuntamiento de Pamplona, ha realizado diez audioguías: desde la fachada de la Casa Consistorial al Encierro, la Comparsa de Gigantes y Cabezudos o la Capilla de San Fermín, la Capilla de Música, Taconera y la Plaza del Castillo. También Comercios centenarios, a la que el año pasado se sumó la audioguía sobre las murallas de Pamplona. Se pueden descargar en la web municipal y en la de Retina Navarra.

Idoia Albéniz. Ha escrito nueve de los diez argumentos del proyecto de audioguias, salvando el de La Capilla de Música, guionizado por Aurelio Sagaseta.