stos días son muchos los programas de radio, televisión, artículos de prensa e información a través de las redes que tratan del coronavirus. Y, en general, el personal sanitario trasmite una sensación: su impotencia por no poder hacer llegar a los enfermos y sus familias todo lo que les gustaría decirles desde la barrera de estas gafas, esas pantallas, esos dobles guantes y esas batas.

Estáis muy equivocados. La mirada no la tapa ninguno de esos artilugios, ninguno es capaz de hacerlo. Sois las enfermeras, los médicos, los celadores, el personal de limpieza de habitaciones. Sois las dos Saras, Janyna, Valentín, Arantxa, César, Agustín, Raquel, Cristina, Silvia, Patricia y otras muchas, pido disculpas por ello, que seguro que me dejo a alguien.

Es aquel médico que te recibe en urgencias y te da las explicaciones de qué te pasa y cómo te van a quitar el maldito bicho. Y te recuerda que estudiamos juntos de críos, en el cole, y te mira, sí te mira, no penséis que no os vemos la mirada. Una mirada que podríamos reconocer perfectamente ahora que ya han pasado unos cuantos días de aquello.

Es aquel celador que te traslada desde urgencias a planta, recorriendo un túnel interminable con techos pintados de hojas y ramas, mientras te explica -con una precisión que nace de la profesionalidad, claro que sí, pero también del cariño al trabajo bien hecho-, dónde estás en cada momento en ese laberinto que, para el que no sabe, es el Complejo Hospitalario de Navarra.

Es aquella médica que te informa de la situación y te dice cómo van a actuar, cuál es el plan y que, si todo va según lo previsto, te curas.

Es aquel personal de limpieza de habitaciones que, con su alegría y apoyo te quita muchas preocupaciones de la cabeza, porque aunque no se den cuenta, tararean alguna canción de manera inconsciente, porque también allí, claro que sí, la vida sigue.

Son las enfermeras que también miran y transmiten lo que sienten y a las que sin duda reconoceré en cada mirada cuando vuelva a verlas, porque la mirada no engaña.

Quedaos con dos ideas: sí, sabéis transmitir a los enfermos y familias lo que sentís y lo que sufrís ante esta terrible situación. Y estamos orgullosos de vuestro trabajo, de vuestra dedicación, de vuestra profesionalidad y de cómo sois.

Muchas gracias. El autor es alcalde de Pamplona